domingo, 27 de noviembre de 2016

Elogio del aburrimiento



Esta semana he comentado en mis clases de Valores Éticos de 1º de E.S.O. el famoso “test de la golosina”, popularizado por Daniel Goleman. Consiste, como sabe todo el mundo, en dejar a un niño de cuatro años solo con una golosina que puede comer cuando quiera, pero habiéndole advertido previamente que, si es capaz de esperar unos minutos, después en vez de una chuche podrá comerse dos. Estaba explicando a mis alumnos que el resultado de la prueba predecía con bastante fiabilidad la trayectoria futura de esos niños, cuando sonó el timbre que señalaba el final de la clase y, en ese caso, también de la jornada lectiva. Más de la mitad de los que un momento antes me escuchaban con (relativa) atención se levantaron sin esperar a que terminara de explicar la susodicha prueba, ocasión que aproveché para decirles lo que estaba pensando y que venía como anillo al dedo a la interrumpida explicación: “los que no habéis podido resistir el impulso de levantaros, sabed que, de seguir así, estáis destinados a fracasar en la vida, como los que no fueron capaces de esperar para comerse la golosina”.

sábado, 19 de noviembre de 2016

Una conversación nunca ocurrida


El viejo Platón no tuvo ningún reparo en inventarse un imposible encuentro entre un joven Sócrates defendiendo ideas aún no formuladas y un maduro Parménides crítico de las mismas: creía hacer así más inteligible la todavía incipiente historia del pensamiento. Seguramente fue el primero en darse cuenta de que a los hechos no se les puede permitir jamás desfigurar el verdadero significado de la Historia, ese que muchos siglos después Hegel identificó con la mismísima razón en movimiento.

martes, 1 de noviembre de 2016

De Halloween y otros terrores




1 de noviembre de 2016:  entro en una iglesia de Madrid donde un cura relativamente joven dedica más de media homilía a predicar contra los “mamarrachos” que celebran Halloween disfrazados de bruja, zombi, fantasma o vampiro. Hay que volver a “lo nuestro”, la victoria de “lo santo” (Holy wins, lo han bautizado en una espectacular demostración de ingenio), y, en todo caso, recuperar tradiciones como los huesos de santo, los buñuelos de viento (no me lo estoy inventando, de verdad), Don Juan Tenorio y El monte de las ánimas, donde (creo recordar) también hay aparecidos y seres de ultratumba, pero al parecer estos están “bendecidos” por una tradición de varios siglos, católica e hispánica, por supuesto.