-Deje
que le cuente lo que va a pasar: tres agentes de la seguridad nacional van a
esposarle… y luego le acusaremos de blanqueo de dinero y seis cargos de
conspiración y asesinato, y yo me iré a mi casa porque mañana es el cumpleaños
de mi hijo… Mientras usted come puré de patatas en su celda, piense en mí entre
las olas doradas del trigo.
-No,
eso no es lo que va a pasar ahora. Lo que va a pasar ahora es esto: dentro de
cinco minutos se va a abrir esa puerta y un hombre con el que no podrá discutir
me dirá que puedo irme, y yo me levantaré de esta silla y desapareceré por el
mundo con la ayuda de Dios… Agente Burgle, Gloria, créame: el futuro es seguro
y cuando llegue usted sabrá cuál es su sitio en este mundo.
Tras
pronunciar estas palabras, el rostro del mafioso Vargas se oscurece y la cámara
medio-enfoca el reloj de pared situado tras él. A continuación, primer plano
del rostro de la agente Burgle y contraplano del mismo reloj, que marca una
hora difícil de precisar. Vuelta al rostro de la agente, en el cual parece
empezar a dibujarse una media sonrisa. ¿Han pasado ya los cinco minutos? ¿Cuál
de los dos tiene razón? ¿Es una sonrisa victoriosa o escéptica? Sin que ningún espectador pueda contestar estas
preguntas, aparecen los créditos finales: la tercera temporada de Fargo concluye con un gran signo de
interrogación.
¿El
futuro es seguro? Como decía Lewis Carroll, lo único importante es saber quién manda. Este es quien decide tanto el futuro como el pasado. "El pasado es impredecible”, puesto
que lo que llamamos realidad o hechos es una construcción, una interpretación, normalmente la que deciden los que mandan o el grupo de presión de turno. Los
hermanos Coen ya lo anunciaron: “This is a true story”… que, sin embargo, nunca
ocurrió (aunque todavía hay quien dice que sí, yo en su momento -año 1996- me lo creí). Una “historia verdadera” que
viene a mostrarnos un mundo absurdo en que unos hombres que ya no saben ni cuándo perdieron su alma matan
a otros hombres por dinero, en llamativo contraste con la existencia sencilla y
hasta vulgar de unos agentes de la ley que simplemente cumplen con su trabajo,
quieren a los que tienen cerca y se dejan querer por ellos.
Fargo
es más que una película y una serie, es un género cinematográfico desconocido hasta 1996 que, conjugando elementos de distinta procedencia, trasciende (entre otros) el
policíaco, el cine negro, el western, el melodrama costumbrista, el realismo
social, la comedia surrealista y el fantástico, avanzando y retrocediendo por décadas o generaciones en la nunca ocurrida intrahistoria criminal de un lugar indeterminado de la geografía de Estados Unidos: la localidad Fargo no existe o, lo que es lo mismo, existe centuplicada.
Inserto
fragmento del episodio final de la tercera temporada, con elementos tan
reconocibles para el nutrido club de seguidores como la banda sonora, los
parajes desérticos o la violencia irracional, dada siempre en semi-elipsis o fuera de campo.
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