Apuntes mínimos de Historia de la Filosofía, capítulo 13
Papa y Emperador, un poder más fáctico que espiritual y otro más teórico que real,
eran las dos espadas o columnas que garantizaban la unidad política de la
cristiandad occidental durante la Edad Media, más allá de los intereses
particulares de los reyes y señores feudales. Como vimos en la entrada anterior, el siglo XIV
vive la fragmentación del poder de los papas, que es recuperado in extremis gracias a la teoría
conciliarista (posteriormente condenada
por los propios papas, recelosos de que los concilios amenazasen su
privilegiada posición). Pero faltaba muy poco para que la unidad religiosa de
Occidente se echara de nuevo a perder, y esta vez para siempre. La religión
dejaría de ser referencia de unidad para convertirse en factor de división y causa
de guerras: ¿dónde buscar, entonces, los principios de la política para un
mundo que iba dejando atrás la Edad Media?