domingo, 24 de marzo de 2019

Textos de Kant para la EVAU

La presente entrada es una actualización de otra ya publicada, actualización necesaria al haber sido sustituido el texto empleado en los últimos años (Prólogo a la 2ª edición de Crítica de la razón pura) por otro distinto ("Introducción" de Crítica de la razón pura). Incluimos a continuación cinco fragmentos del texto propuesto para el presente curso y (suponemos) los sucesivos, seguido cada uno de ellos de un ejemplo de posible respuesta a la pregunta 1 del examen de la EVAU en la Comunidad de Madrid.
Cada fragmento se trabaja siguiendo un mismo esquema:
a) Líneas introductorias que resumen brevemente el contenido del texto en su conjunto.
b) Explicación y breve análisis de las ideas que aparecen en el fragmento y su relación.
c) Síntesis final: esquema que muestra los resultados del punto anterior.

Fragmento nº 1

“No hay duda alguna de que todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia... Mas si bien todo nuestro conocimiento comienza con la experiencia, no por eso se origina todo él en la experiencia. Pues bien podría ser que nuestro conocimiento de experiencia fuera compuesto de lo que recibimos por medio de impresiones y de lo que nuestra propia facultad de conocer (con ocasión tan solo de las impresiones sensibles) proporciona por sí misma, sin que distingamos este añadido de aquella materia fundamental hasta que un largo ejercicio nos ha hecho atentos a ello y hábiles en separar ambas cosas. Es pues por lo menos una cuestión que necesita de una detenida investigación y que no ha de resolverse enseguida a primera vista, la de si hay un conocimiento semejante, independiente de la experiencia y aún de toda impresión de los sentidos. Esos conocimientos se llaman a priori y se distinguen de los empíricos, que tienen sus fuentes a posteriori, a saber, en la experiencia.”

Kant: Crítica de la razón pura, introducción



El texto pertenece a la Introducción de la “Crítica de la razón pura” de I. Kant, donde este autor plantea el problema que tratará de resolver en dicha obra: ¿cómo es posible la ciencia?, pregunta que considera equivalente a esta otra: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? (pues solo unos principios que son a la vez informativos e independientes de la experiencia pueden aportar la base para un conocimiento universal y necesario). En este fragmento, situado al principio de la mencionada “Introducción”, Kant anuncia el propósito de la investigación que llevará a cabo partiendo de la distinción entre dos expresiones aparentemente equivalentes: “todo conocimiento comienza con la experiencia” y “todo conocimiento procede de (o se origina en) la experiencia”; expresiones con un significado claramente distinto que lleva a Kant a aceptar la primera y rechazar la segunda.
Aceptemos que todo conocimiento comienza con la experiencia (o, lo que es lo mismo, rechacemos los conocimientos innatos propuestos por Platón y los racionalistas), ¿significa esto que todo lo que encontramos en nuestro conocimiento viene de la experiencia? No, responde Kant, que justifica así su respuesta: la experiencia resulta de algo que recibimos por los sentidos (“por medio de impresiones”) y algo que el sujeto pone, “lo que nuestra propia facultad de conocer proporciona por sí misma”. Como sabemos, esta distinción corresponde a la que existe entre “materia” y “forma” del conocimiento: la primera es recibida, la segunda es puesta como condición para poder recibir “aquella materia fundamental”.
El objetivo de la investigación kantiana se enuncia así: “(indagar) si hay un conocimiento semejante, independiente de la experiencia y aún de toda impresión de los sentidos”, conocimiento que Kant denomina “a priori” (no empírico o a posteriori) y que constituye la forma (subjetiva: procedente del propio sujeto) del conocimiento en su totalidad.
En síntesis, las ideas del texto son las siguientes:
A)    Punto de partida.- Distinción entre “comenzar con” y “proceder de” la experiencia.
B)    Tesis.- No todo el conocimiento procede de la experiencia.
C)    Explicación de la tesis.- La experiencia necesita de una “forma” subjetiva.
D)    Propósito de la obra.- Investigar si existen y cuáles son los conocimientos a priori proporcionados por la propia facultad de conocer.

 
Fragmento nº 2


“Se trata de buscar una característica por la que podamos distinguir un conocimiento puro de uno empírico. Cierto es que la experiencia nos enseña que algo está constituido de este u otro modo, pero no que ello no pueda ser de otra manera... La experiencia no da jamás a sus juicios universalidad verdadera o estricta, sino solo admitida y comparativa (por inducción), de tal modo que se debe propiamente decir: en lo que hasta ahora hemos percibido no se encuentra excepción alguna a esta o aquella regla. Así pues, si un juicio es pensado con absoluta universalidad, de suerte que no se permita como posible ninguna excepción, entonces no es derivado de la experiencia, sino enteramente a priori.”

Kant: Crítica de la razón pura, introducción


El texto pertenece a la Introducción de la “Crítica de la razón pura” de I. Kant, donde este autor plantea el problema que tratará de resolver en dicha obra: ¿cómo es posible la ciencia?, pregunta que considera equivalente a esta otra: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? (pues solo unos principios que son a la vez informativos e independientes de la experiencia pueden aportar la base para un conocimiento universal y necesario). En este fragmento trata de determinar el criterio distintivo entre el conocimiento puro (que no toma nada de la experiencia, denominación aproximadamente -no exactamente- equivalente a esta otra: a priori) y el conocimiento empírico o a posteriori, que procede de la experiencia.
La cuestión aparece claramente planteada en la primera frase del texto: “se trata de buscar una característica por la que podamos distinguir un conocimiento puro de uno empírico”, es decir, una propiedad que, según sea o no poseída, nos sirva para saber con total seguridad si el conocimiento en cuestión es puro o empírico. La siguiente frase enuncia qué propiedad es la buscada: la experiencia nos dice que algo es, nunca que algo debe ser; por tanto, procedencia de la experiencia y necesidad del conocimiento son estrictamente incompatibles.
¿Qué ocurre entonces si una proposición universal es conocida a partir de la experiencia? Pensemos en un ejemplo: sé que “todos los cuervos son negros” porque todos los que he visto tienen este color, pero no puedo estar seguro de que entre todos los cuervos que no he visto no haya alguno que no sea negro (de hecho, algo similar ocurrió realmente con nuestro conocimiento de los cisnes: se pensaba que todos eran blancos… hasta que se descubrieron cisnes negros). A esta universalidad no estricta Kant la llama “admitida” o “comparativa”, obtenida “por inducción”, y en realidad lo que viene a demostrarnos se expresa así: “en lo que hasta ahora hemos percibido no se encuentra excepción”. Pero una cosa es “no se encuentra” y otra “no puede haber”: la inducción basada en la experiencia, en cuanto supone generalización de los resultados de los casos observados a todos los casos posibles, puede asegurar lo primero pero nunca lo segundo. Así pues, una proposición universal inductiva (basada en la experiencia) nunca es estrictamente universal ni necesaria.
En llamativo contraste con lo anterior, encontramos también proposiciones estrictamente universales y necesarias en las que “no se permite como posible ninguna excepción”. Kant mismo pone ejemplos de este tipo de proposiciones: las que forman parte de la geometría y la aritmética, el principio de causalidad… Basta invertir el principio anteriormente demostrado: “las proposiciones a posteriori no son estrictamente universales”, para obtener este otro: “las proposiciones estrictamente universales son a priori”. En palabras de Kant: “si un juicio es pensado con absoluta universalidad… entonces es enteramente a priori”.
En conclusión, el razonamiento que vertebra el texto se puede esquematizar fácilmente de esta forma:
A)    Tesis: La presencia o no de necesidad y universalidad estricta es el criterio distintivo entre conocimiento puro y empírico.
B)    Aplicación al conocimiento empírico (a posteriori): No posee necesidad ni universalidad estricta (solo inductiva).
C)    Aplicación al conocimiento puro (a priori): Si hay conocimientos estrictamente universales (no admiten excepciones), deben ser a priori.

 
Fragmento nº 3

“Es fácil mostrar que hay en el entendimiento humano juicios necesarios y universales, en el más estricto sentido, juicios por tanto a priori. Si se quiere un ejemplo sacado de las ciencias, no hay más que fijarse en todas las proposiciones de la matemática. Si se quiere un ejemplo del uso más ordinario del entendimiento, puede servir la proposición: todo cambio tiene que tener una causa. Y aun en este último ejemplo, encierra el concepto de causa tan manifiestamente el concepto de necesidad del enlace con un efecto y de universalidad estricta de la regla, que se perdería completamente si se le quisiera derivar, como hace Hume, de una conjunción frecuente entre lo que ocurre y lo que precede y de una costumbre nacida de ahí (por tanto de una necesidad meramente subjetiva) de enlazar representaciones.”

           Immanuel Kant: Crítica de la razón pura, introducción.


El texto pertenece a la Introducción de la “Crítica de la razón pura” de I. Kant, donde este autor plantea el problema que tratará de resolver en dicha obra: ¿cómo es posible la ciencia?, pregunta que considera equivalente a esta otra: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? (pues solo unos principios que son a la vez informativos e independientes de la experiencia pueden aportar la base para un conocimiento universal y necesario). En este fragmento trata de una cuestión previa, la de determinar si existen o no conocimientos universales y necesarios, es decir, a priori.
La respuesta afirmativa a esta cuestión se da ya en la primera frase del texto: “es fácil mostrar que hay en el entendimiento humano juicios universales y necesarios”, matizando a continuación que esta universalidad debe entenderse “en el más estricto sentido”. Es decir, no se trata de una “universalidad inductiva” en la que simplemente generalizamos lo observado en un cierto número de casos pero sin tener nunca la seguridad de que todos los casos no observados serán iguales. Esta universalidad estricta solo puede darse en un conocimiento a priori, como bien señala Kant al concluir la frase: “juicios por tanto a priori”.
Que existen tales juicios es fácil mostrarlo, según Kant. En las ciencias tenemos el ejemplo de las matemáticas (pensemos en cualquier proposición como 2+3=5, ¿necesitamos comprobar, experiencia mediante, los casos posibles (infinitos) de cumplimiento de esta regla, o tenemos la seguridad completa, habiéndolo comprobado una sola vez, de que en todos los casos sucederá exactamente lo mismo?). Pero Kant prefiere detenerse aquí en otro ejemplo tomado del “uso ordinario del entendimiento”, el referido a la proposición “todo cambio debe tener una causa”, pues el enlace entre el hecho observado y otro hecho antecedente que actúa como causa del primero debe pensarse como necesario (no admite excepciones). Esto es así hasta el punto de que el concepto de “causa” se destruiría (“se perdería completamente”) si admitiéramos, como Hume, que solo contiene lo que procede de la experiencia: a) “una conjunción frecuente entre lo que ocurre y lo que precede”, b) “una costumbre nacida de ahí”, que, como sabemos, engendra un sentimiento o “necesidad subjetiva” de esperar un hecho al observar el otro. En consecuencia, y dado que la explicación de Hume es claramente insuficiente, el principio de causalidad (“todo cambio tiene una causa”, o es efecto; no “toda causa tiene un efecto” o “todo efecto tiene una causa”, que son vulgares tautologías como “todo padre tiene un hijo”: lógico, pues si no fuera así no sería padre) debe ser entendido a priori y forma parte de esos “juicios (estrictamente) universales y necesarios” que Kant mencionaba al principio del fragmento.
Las ideas del texto, esquemáticamente expuestas, son las siguientes:
1)      Principio general: “existen conocimientos a priori” (estrictamente universales y necesarios).
2)      Ejemplo en las ciencias de conocimientos a priori: matemáticas.
3)      Ejemplo en el uso común de conocimientos a priori: principio de causalidad (“todo cambio tiene una causa”).
4)      Explicación del ejemplo: el concepto de causa se destruye si se le hace derivar de la experiencia.
  
Fragmento nº 4

“De la misma forma, ningún principio de la geometría pura es analítico. «La línea recta es la más corta entre dos puntos» es una proposición sintética. En efecto, mi concepto de recto no contiene ninguna magnitud, sino solo cualidad. El concepto «la más corta» es, pues, añadido enteramente desde fuera. Ningún análisis puede extraerlo del concepto de línea recta. Hay que acudir, pues, a la intuición, único factor por medio del cual es posible la síntesis.”

Immanuel Kant: Crítica de la razón pura, introducción.

 El texto pertenece a la Introducción de la “Crítica de la razón pura” de I. Kant, donde este autor plantea el problema que tratará de resolver en dicha obra: ¿cómo es posible la ciencia?, pregunta que considera equivalente a esta otra: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? (pues solo unos principios que son a la vez informativos e independientes de la experiencia pueden aportar la base para un conocimiento universal y necesario). En este fragmento trata esta misma cuestión en el campo de las matemáticas, más concretamente en una parcela de estas (la geometría pura).
La primera frase alude a dos resultados ya obtenidos, y cuya verdad por tanto se presupone: en primer lugar la expresión “de la misma forma” indica una investigación previa, referida a otra parcela de la ciencia matemática (la aritmética); en segundo lugar, al añadir el adjetivo “pura” al sustantivo “geometría” Kant nos está informando de que esta ciencia es a priori, esto es, independiente de la experiencia. Supuesta la verdad de estas dos proposiciones, nos queda por demostrar el contenido concreto de la primera frase: que la geometría pura es no solo a priori, sino también sintética (o, lo que es igual, la negación del enunciado opuesto: “ninguna proposición de la geometría pura es analítica”).
El resto del texto acomete la prometida demostración a partir de un ejemplo de proposición de la geometría pura, a saber, “la línea recta es la distancia más corta”. Que dicha proposición no es analítica se comprende fácilmente una vez que sabemos que analítico es aquel juicio cuyo predicado está contenido en el sujeto: examinemos el concepto “recto” y busquemos en él la idea de magnitud, no la encontraremos (“mi concepto de recto no contiene ninguna magnitud, solo cualidad”). En consecuencia, esa idea de magnitud, “distancia más corta”, que no pertenece al concepto del sujeto, “es añadida desde fuera” (de dicho concepto): el juicio es por tanto sintético, amplía el significado del sujeto añadiéndole una información nueva. Síntesis de dos ideas distintas que, en este caso, no nos da la experiencia (pues se trata de un conocimiento “puro”), pero sí una intuición no sensible (en este caso, la intuición pura de espacio: representación singular que no procede de la experiencia, sino que es condición de toda experiencia externa).


El esquema de las ideas del texto es:
1.      Principio general: las proposiciones de la geometría (pura) son sintéticas.
Al enunciar dicho principio general, se dan por ya sabidas dos proposiciones:
-Ocurre con las proposiciones geométricas lo mismo que con las aritméticas.
-Las proposiciones de la geometría son a priori.
2. Ejemplo: “la línea recta es la distancia más corta” es una proposición sintética.
3. Explicación del ejemplo:
A) El concepto “recto” no incluye la idea de magnitud (no es una proposición analítica).
B) La magnitud se añade desde fuera del concepto (es una proposición sintética).
C) Lo que nos permite unir estas dos ideas es una intuición.
[Aclaración que no está en el texto: no se trata de una intuición sensible o empírica, sino pura (el espacio)]. 



Fragmento nº 5
La ciencia de la naturaleza (Physica) contiene juicios sintéticos a priori como principios.- Quiero adelantar tan solo un par de proposiciones como ejemplos: que en todas las transformaciones del mundo corporal la cantidad de materia permanece inalterada, o que en toda comunicación del movimiento tienen que ser siempre iguales la acción y la reacción. En ambas, no solo la necesidad y por ende el origen a priori está claro, sino que se ve claramente también que son proposiciones sintéticas. Pues en el concepto de materia no pienso la permanencia, sino solo la presencia de la materia en el espacio, llenándolo. Así, pues, salgo realmente del concepto de materia para pensar a priori, unido a él, algo que no pensaba en él. La proposición no es, por tanto, analítica, sino sintética y, sin embargo, pensada a priori. Así también en las demás proposiciones, que constituyen la parte pura de la física.


Immanuel Kant: Crítica de la razón pura, introducción.


El texto pertenece a la Introducción de la “Crítica de la razón pura” de I. Kant, donde este autor plantea el problema que tratará de resolver en dicha obra: ¿cómo es posible la ciencia?, pregunta que considera equivalente a esta otra: ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? (pues solo unos principios que son a la vez informativos e independientes de la experiencia pueden aportar la base para un conocimiento universal y necesario).
El fragmento se abre con la tesis que pretende demostrar (“la ciencia natural contiene juicios sintéticos a priori como principios”). Aclaremos, antes de nada, el significado de los términos que aparecen en esta primera frase: “juicio”, “sintético” y “a priori”. Juicio (o proposición) es la expresión de un pensamiento, que en su forma más elemental consiste en la unión de dos términos, uno que hace de sujeto y otro de predicado. Pues bien, un juicio es sintético si el predicado aporta una información que no está contenida en el sujeto (lo contrario de “analítico”), es decir, si nos informa de algo que no podemos saber únicamente analizando el concepto que hace de sujeto. Y se llama “a priori” al conocimiento cuya comprobación no depende de la experiencia.
Una vez enunciada la tesis, el resto del texto se dedica a su demostración. Para proceder a ella Kant anuncia que bastan algunos ejemplos, y concretamente cita dos: la conservación de la materia y la equivalencia entre acción y reacción, procediendo a explicar brevemente tan solo el primero. Alude a su origen a priori (que no siente necesidad de justificar, pues lo da por obvio por la necesidad de ambos principios), pero desarrolla algo más su carácter sintético: en el concepto que hace de sujeto (“el concepto de materia”) únicamente se contiene la ocupación de un espacio (sigue claramente aquí la caracterización cartesiana de la materia como “res extensa”), por lo que su permanencia es una idea distinta (“salgo del concepto… para pensar unido a él, algo que no pensaba en él”). Concluye de este ejemplo: “la proposición no es analítica, sino sintética, y, sin embargo, pensada a priori”, conclusión que extiende al resto de principios de la física (que constituyen su “parte pura”) y que era la anunciada en la primera frase del texto.
El esquema de las ideas es el siguiente:
A)    Enunciado de la tesis: la física contiene principios sintéticos a priori.
B)    Dos ejemplos: conservación de la materia y equivalencia entre acción y reacción.
C)    Ambos principios son necesarios, por tanto a priori.
D)    El principio de conservación de la materia es sintético.
Explicación: “materia” implica “ocupación de espacio”, no permanencia.
E)     Conclusión del ejemplo: se trata de un juicio sintético a priori.
F)     Extensión de la conclusión: repetición de la tesis (los principios de la física, o “parte pura” de esta, son juicios sintéticos a priori).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Añade un comentario