1. Vida y obra.
Nace en 1844, en una familia protestante. Su padre
era clérigo; sus abuelos y bisabuelos, tanto maternos como paternos, habían
sido también pastores o teólogos. Cursa estudios de Teología y Filología, y se
interesa sobre todo por la cultura clásica. Es profesor de Filología en la
Universidad de Basilea durante diez años (1869-1879), pero su interés se
decanta cada vez más por la Filosofía. De su etapa como profesor destacan las
obras “El nacimiento de la tragedia” (1871) y “Humano, demasiado humano”
(1879). Debe dejar su puesto por problemas de salud –desde 1873 debe soportar
una enfermedad crónica, con frecuentes y dolorosas jaquecas-. Sobrevive con una
pensión, viaja por Suiza e Italia, se aficiona al clima, carácter y arte
meridionales... Su salud mejora, y aparecen sus obras “Aurora” y “El gay
saber”. En el verano de 1881, caminando por los Alpes, tiene una experiencia
que posteriormente describiría como “revelación” o “iluminación”: su contenido
es la idea del eterno retorno, que se convertiría en el centro de su libro
“Así habló Zaratustra”. Se enamora apasionadamente de una joven judía rusa, Lou
Salomé (posteriormente discípula y colaboradora de Freud); sin embargo, ella le
rechaza y Nietzsche cae en una depresión. Tras recuperarse, escribe sus
principales obras: “Así habló Zaratustra” (publicada en cuatro partes, de 1883
a 1885), “Más allá del bien y del mal” (1886). “Genealogía de la moral” (1887),
“El ocaso de los ídolos” (1889). Los signos de locura son cada vez más
evidentes, hasta que en 1890 es internado en una clínica. Al final de su vida
es cuidado por su madre y hermana. Sus últimas obras, “El Anticristo”, “Ecce
homo” y “La voluntad de poder”, son publicadas por su hermana y su discípulo
Peter Gast. Muere en 1900.
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Famosa fotografía de Lou Salomé, Paul Ree y Nietzsche |
En la gestación de su
pensamiento destaca la influencia de Schopenhauer[1], aunque posteriormente lo
criticó duramente, y la relación con Wagner, en principio de amistad y
admiración –la exaltación pagana de El anillo de los nibelungos- y
después –coincidiendo con el estreno del Parsifal y su aproximación al
cristianismo- de profunda aversión.
El estilo de Nietzsche es
vehemente, brillante y violento; con un lenguaje aforístico y oscuro –en la
línea de su admirado Heráclito-, lleno de metáforas y símbolos. No siempre
coherente, su obra ha sido objeto de muchas y variadas interpretaciones.
Para exponer su pensamiento
de una forma lógica y ordenada, no queda más remedio que introducir desde
fuera una sistematización totalmente ajena a su obra. Lo haremos a la manera
tradicional: partiremos de sus presupuestos “metafísicos” y gnoseológicos
(sus ideas sobre la realidad y el conocimiento, principalmente las nociones
básicas de “vida”, “voluntad de poder”, “eterno retorno”, etc.) y a partir de
ellas analizaremos sus consecuencias en lo que se refiere a la crítica de
la tradición occidental (metafísica, ciencia, moral, religión, etc.). Sin
embargo, antes conviene empezar por el primer esbozo de lo que será el
pensamiento nietzscheano: la confrontación entre Apolo y Dionisos, tal como es
expuesta en su obra El nacimiento de la tragedia.