Con
el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que regreses a la tierra… (Génesis
4, 19).
-Papi,
¿qué es eso de regresar a la tierra? –preguntó el pequeño Abel al tiempo que vadeaba el riachuelo que no puede
cruzarse dos veces, el mismo que hace muchísimos años, cuando aún no se habían
inventado los cercados, las puertas con cerrojo ni las fronteras entre países, señalaba
el final del jardín de Edén.
Arrugando
la simiesca faz, su padre cayó entonces en la cuenta de que no tenía la menor
idea.