Un solo pensamiento del hombre vale más que todo el mundo; por tanto, solo Dios es digno de él.
La teología racional (o natural) es la parte de la
filosofía, más concretamente de la metafísica, que trata de saber algo acerca
de Dios (en el peor de los casos, que no existe o que no podemos saber si
existe o no) sin basarse en la autoridad de ninguna supuesta revelación
sobrenatural, sino solo en la razón.
San Juan de la Cruz: Dichos de Amor y Luz, 34.
Lógicamente,
el problema primero y fundamental de la teología racional es el que da título a
esta entrada. En efecto, si la respuesta a la pregunta ¿Existe Dios? es
No, es absurdo que sigamos haciéndonos preguntas acerca de Dios[1]. Si, por el contrario, es Sí, después de saber que existe
querremos saber cómo es. Y en el caso de que no fuéramos capaces de
contestar a esta pregunta en ninguno de los dos sentidos, la teología racional
sería un conjunto de proposiciones condicionales de la forma Si Dios
existiera, tendría tales propiedades.
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El ojo, símbolo de la omnisciencia divina |
Hay,
por tanto, tres formas posibles de contestar a la pregunta ¿Existe Dios?
desde la sola razón:
1)
Dios existe[2]. Esta postura se llama teísmo y no coincide necesariamente con la
fe religiosa (se debe, al menos, reconocer la independencia lógica de estas dos
proposiciones: “admito la existencia de Dios” y “acepto la verdad de esta
religión”).
2)
Dios no existe. Esta tesis, como todo el mundo sabe, se llama ateísmo.
3)
No podemos saber racionalmente si Dios existe o no. Es la tesis del agnosticismo.