El propósito de esta entrada es modesto: un comentario del imaginario diálogo filosófico, ya publicado en este mismo blog, La insoportable levedad de ser (cerveza) que pretende aclarar y explicar, a efectos didácticos, las ideas que en el diálogo no han podido desarrollarse más por razones puramente literarias como el amor a la brevedad, además de ayudar a su comprensión mediante preguntas dirigidas a un hipotético alumno de Bachillerato aficionado a la Filosofía (alguno existe: como profesor doy fe). Comentario que sirve como una revisión, por supuesto incompleta y simplificada, del problema del conocimiento en la filosofía moderna.
Cuadro-resumen de las diferentes teorías de la gnoseología moderna. |
1. Subjetividad de las sensaciones.
(1) La
primera parte del diálogo trata de dejar aclarado un punto esencial: las
sensaciones son hechos mentales, y en consecuencia aparecen o varían en función
del estado de la mente. Un ejemplo es el frío que provoca la visión de una
jarra de cerveza helada: el frío es una sensación propia del sentido del tacto,
pero aparece provocada por la mera visión del objeto frío. Se puede entender
que en la mente, como resultado de la experiencia pasada, las ideas o
cualidades del cristal empañado (percepción visual) y la baja temperatura
(percepción táctil) han quedado asociadas, de modo que la aparición de una de
ellas lleva a la otra. En cualquier caso, ya elijamos esta sencilla explicación
asociacionista u otra más compleja, lo que debe quedar claro es que es la
mente, y no el objeto, quien ha provocado en este momento la sensación de frío.
La visión de la cerveza helada anticipa el sabor suavemente amargo y la sensación de frío que experimentaremos al probarla |
Cita otros ejemplos
similares al del texto, en que una sensación propia de un sentido lleva a la
aparición de sensaciones pertenecientes a otros sentidos distintos.
(2) El
argumento anterior, a pesar de ser fácilmente comprobable, no basta para
demostrar que todas las sensaciones son hechos mentales, ya que
simplemente prueba que algunas sensaciones son provocadas por la mente.
En primer lugar, han de distinguirse dos afirmaciones:
(a) Las
sensaciones existen en la mente.
(b) Las
sensaciones son provocadas por la mente.
El
sentido común nos lleva a negar que todas las sensaciones sean
provocadas por la mente, aunque admitamos que algunas (p. ej., las
alucinaciones) sí. La solución parece entonces sencilla: algunas de nuestras
sensaciones son provocadas directamente por objetos físicos, mientras que otras
aparecen en función del estado de la mente (y a estas últimas les damos el
nombre de “alucinaciones”). Sin embargo, esta forma de ver las cosas es
claramente insuficiente, como podrás comprobar por ti mismo si reflexionas
sobre las cuestiones que aparecen a continuación.
Define
“alucinación”.
Cita
ejemplos de alucinación.
¿Estás
de acuerdo con la afirmación de que la alucinación depende solo de factores
mentales? En el caso de una alucinación inducida por drogas, ¿no existe una
causa física de la alucinación? ¿Y en el de un espejismo?
¿Qué
se puede decir de las “voces” escuchadas por un esquizofrénico? ¿Tienen o no
causa física?
¿Y
las imágenes de los sueños?
Si
es cierto que las alucinaciones tienen también una causa física, ¿cómo
distinguir, entonces, la percepción de la alucinación?
La
diferencia entre “percepción” y “alucinación” no puede depender de su causa, ya
que, si estudiamos el tema desde un punto de vista psicológico, podremos
comprobar que ambas, percepción y
alucinación, tienen tanto causas físicas como causas mentales (de
momento, utilizamos “físico” como opuesto a mental: estamos siguiendo la forma
común de hablar, no presuponemos que realmente exista tal oposición).
Todos
estaremos de acuerdo en que la percepción es “real” y la alucinación no, pero
¿qué significan estas frases: “esto que estoy viendo es real”, “lo que he
soñado no es real”?, ¿qué criterio tenemos para distinguir entre realidad y
fantasía? Dejemos este tema para más adelante.
(3) La
frase “la sensación es mental” significa exactamente esto: no puede existir
si no es en alguien que siente, es decir, una mente.
No se
rechaza aquí que la sensación tenga causas físicas, únicamente se dice que la
sensación como tal aparece en la mente y no es un objeto físico más.
Las notas
que caracterizan a los hechos mentales y los diferencian de los hechos físicos
son básicamente dos:
(a) Son subjetivos, es decir, son captados por un solo sujeto.
(b) Son inespaciales, es decir, no puede señalarse su presencia en
un lugar concreto.
¿Cumple la sensación las
características de lo mental?
Miembro fantasma: "me duele la mano izquierda". |
Cuando
yo veo un color, ¿alguien, además de yo mismo, sabe exactamente lo que estoy
viendo?
En
relación con la pregunta anterior, ¿puedes saber si el rojo que ve tu compañero
es el mismo rojo que tú ves?
¿Qué
razones hay para suponer que todos vemos los colores de la misma forma? ¿Son
suficientes para llegar a esa conclusión?
Una
película española tiene el siguiente argumento: Un asesino, tras cometer un
crimen, ve a una chica asomada a la ventana. Piensa que ha presenciado el
asesinato y hace todo lo posible por matarla, pero en realidad la chica no ha
visto nada porque es ciega. ¿Qué prueba esta historia?
¿Son
localizables las sensaciones? Razona la respuesta.
Las
personas a las que acaban de amputar una pierna sienten dolor “en la pierna
amputada”. ¿Qué demuestra este hecho?
(4) El
problema filosófico verdaderamente importante aparece ahora: El acto de sentir
es un hecho mental, pero ¿y lo que se siente[1]?
¿Dónde está, en la mente o fuera de ella?
El sabor
de la cerveza aparece cuando alguien saborea la cerveza, pero ¿y si nadie la
saboreara? ¿Tendría la cerveza ese sabor?
La
pregunta tiene dos posibles respuestas:
a) Existe
un “sabor en sí” en la cerveza misma, antes de que yo u otro la saboree e
independientemente de que lo haga.
b) El
sabor aparece en el acto de saborear, y antes de hacerlo no existe.
Evidentemente,
tanto Berkeley como (en el texto) Descartes apuestan por la opción b), ya que
un “sabor no saboreado” es algo que nadie puede entender, probablemente una
contradicción en los términos.
Piensa en un sabor. ¿No estás pensando, a la vez, en alguien que lo saborea? ¿Es posible no hacerlo así?
¿Existe en el azúcar el sabor dulce? ¿O solo existe en la mente? |
Piensa en un sabor. ¿No estás pensando, a la vez, en alguien que lo saborea? ¿Es posible no hacerlo así?
Pero lo mismo que decimos del sabor lo podemos
decir de cualquier otra sensación, o mejor dicho, de cualquier cualidad
sensible: ¿qué es un olor sino algo que es olido?, ¿qué es un color sino algo
que es visto?, etc. Pensemos en el color amarillo o en el perfume de los
jazmines: ¿no estoy haciendo como si lo estuviera viendo u oliendo?
Alguien que no lo haya sentido nunca no puede saber de qué estamos hablando.
Imagina cualquier objeto
visible, por ejemplo, un libro o un bolígrafo. ¿No es cierto que siempre te lo
imaginas desde una perspectiva, es decir, visto por alguien? ¿Puedes pensar en
un objeto visible sin incluir en él la perspectiva?
¿Es lo mismo “pensar”
que “imaginar”?
(5) Una
razón que apoya la subjetividad de las cualidades sensibles (es decir, que no
pueden existir si no es en un sujeto o mente) es su variabilidad,
incluso cuando el objeto que supuestamente las provoca permanece idéntico: “la
misma cerveza puede ser saboreada de diferente forma, dependiendo de mi estado
de salud, de los alimentos que he tomado antes, etc.”.
Una experiencia similar
puede hacerse con el sentido del tacto (percepción del calor y el frío):
introduce las dos manos en sendos recipientes de agua, uno con agua fría y otro
con agua caliente; después, introduce las dos manos a la vez en un tercer
recipiente con agua tibia. ¿Cuál será el resultado?
Si comes dos gajos de la
misma naranja, uno antes y otro inmediatamente después de probar un trozo de
chocolate, los sabores de ambos gajos serán enteramente diferentes: dulce el
primero, amargo el segundo. ¿Qué prueba este hecho?
La misma agua es sentida como fría y caliente a la vez |
¿Se percibe igual un
cuadrado de color verde sobre un fondo amarillo que sobre un fondo azul?
Imagina
otros experimentos similares a estos, también para los sentidos no mencionados.
(6) Sin
embargo, hay un par de hechos que obligan a reconocer una cierta objetividad en
las sensaciones:
-Compruebo una cierta permanencia en los conjuntos de sensaciones que
llamo “objetos”. Por ejemplo, la pantalla que estoy mirando ahora conservará las
mismas características (brillo, figura, tamaño, etc.) cuando la mire en otro momento: parece lógico suponer que estas características se han conservado
de alguna manera cuando ni yo ni nadie estaba percibiendo la pantalla.
-Está, además, el hecho de que nos entendemos, o al menos así lo
creemos. Es decir, yo no sé si el rojo que ve mi compañero de pupitre es el mismo rojo que
veo yo, pero sí sé que yo pronuncio la palabra “rojo” y escucho la misma
palabra emitida por mi compañero cuando los dos señalamos el mismo objeto. Si
le digo “esto es un bolígrafo”, no sé si ve la misma figura que yo, pero veo
que se muestra de acuerdo conmigo.
Por eso
la posición de Berkeley (“las sensaciones aparecen y desaparecen en la mente, y
no hay que buscar su realidad fuera de ella”) no es tan evidente como él
pretende. Efectivamente, algún tipo de realidad deben tener fuera de la
mente, tal como sugiere Descartes: “estas cualidades no aparecen en
la mente cuando la mente quiere, sino que deben responder a ciertos cambios
reales ocurridos en las cosas”. Pero, ¿qué realidad es esta? Existen varias
opciones, que iremos discutiendo sucesivamente:
a) La de modelos
extramentales de las cualidades mentales.
b) La de causas
extramentales de las cualidades mentales.
c) La de sustratos
extramentales de las cualidades mentales.
d)
Finalmente, la de una mente poderosa capaz de provocar que sus ideas sean las
ideas de todas las otras mentes.
La última
es la teoría de Berkeley; hay que notar que, en este caso, no salimos de la
mente: sí de la mía, pero no de la de otra mente en la que están todas las
cualidades sensibles que, fuera de ella, no tienen existencia alguna. No se
trata, por tanto, de objetividad, sino de distintas subjetividades, que (eso
sí) se corresponden entre sí.
2. Ideas primarias e ideas secundarias.
(1)
Recapitulemos lo dicho hasta ahora: Partimos de las sensaciones como aquello
que nos permite conocer el mundo en que vivimos; pero las sensaciones son
hechos mentales: conocerlas es conocer nuestra propia mente. ¿Por qué las
consideramos como indicio o señal de una realidad extramental o (lo que es
todavía más frecuente) como la realidad extramental misma?
Distingue estas dos
afirmaciones: “el color rojo existe fuera de la mente”, “el color rojo procede
de algo que existe fuera de la mente”. ¿Con cuál de ellas te muestras de
acuerdo? ¿Por qué? ¿Existe la posibilidad de rechazar ambas?
(2) La
primera respuesta de Descartes –la teoría no es exclusiva de este autor- es:
las cualidades sensibles, aunque subjetivas, son efecto de la acción de
las cualidades reales de las cosas sobre ciertas partes de nuestro cuerpo (los
órganos de los sentidos); de los sentidos la información es transmitida al
cerebro, que a su vez está comunicado con la mente (vía glándula pineal o de
cualquier otro modo: no es esta la cuestión que ahora nos interesa).
Suponiendo que las
sensaciones son causadas por algo externo a la mente, ¿cómo podemos conocer esa
causa de las sensaciones?
“Ver” es una forma de darse
cuenta de algo. Cuando vemos un color, ¿quién lo ve: el ojo, el cerebro o la
mente? Razona la respuesta.
En
general, ¿puede sentir el cerebro?
¿Y
pensar?
¿Son
lo mismo “cerebro” y “mente”? Si no es así, ¿en qué se diferencian?
La
descripción que ofrece Descartes en el diálogo no es cartesiana en todos sus
detalles –tiene rasgos propios de una “física de las partículas” de inspiración
atomista, como la de Gassendi-, pero nos sirve como indicativa de una forma de
pensar (participada por Descartes, Locke y otros) que divide el mundo tal como
lo conocemos en cualidades reales o primarias y cualidades secundarias o
subjetivas:
“Sentimos la cerveza como un conjunto de sensaciones: colores, sabores,
olores, liquidez, frío, etc., pero en realidad la cerveza no es nada de eso;
podemos pensarla como un conjunto de
partículas definidas por una figura y
una posición espacial, que además cambian de posición en el tiempo desplazándose mutuamente, etc., y
que entra en relación con otros cuerpos
y con la luz, que es como un cuerpo
sutilísimo que llena todo el espacio y que es reflejado de diferentes maneras
por las superficies: a grandes rasgos, esta es la realidad de la cerveza, y la
forma como afecta a nuestra mente esta realidad provoca las sensaciones: así,
si las partículas se mueven más rápido o más despacio nosotros experimentaremos
frío o calor; dependiendo de la posición, número y movimiento de las partículas
aparecerán diferentes tipos de sustancias que, en contacto con las
terminaciones nerviosas, producirán los diferentes sabores y olores, etc. Los
físicos podrán completar o corregir en parte esta descripción y dar distintos
nombres como ‘átomos’, ‘moléculas’, ‘electrones’ y otros a lo que yo he llamado
en general ‘partículas’, pero deberán estar de acuerdo conmigo en que lo que
define a estas realidades últimas inderivables de otras son las cualidades
primarias: posición, movimiento, número y otras similares.”
Según
la Física actual, ¿cuál es la “verdadera realidad” de los colores?
(3)
Berkeley cuestiona el punto de vista de Descartes: ¿Por qué elegir una parte de
eso que llamamos “mundo”, considerándola real y objetiva, mientras que de la
otra parte aceptamos que solo existe en nuestra mente?
Hay dos
respuestas posibles:
a) Porque
ciertas cualidades de las cosas materiales son captadas a la vez por varios
sentidos, lo que impide reducir su realidad a lo que aparece en cada uno de
ellos.
Haz una lista de cualidades sensibles captadas por un solo sentido y otra de cualidades captadas por más de un sentido.
Haz una lista de cualidades sensibles captadas por un solo sentido y otra de cualidades captadas por más de un sentido.
b) Porque
podemos pensar en una materia sin sabores, colores, olores, etc., pero nos
resulta imposible de concebir un mundo en el que los objetos no tengan figura,
posición, movimiento, duración, número, etc.
¿Consideras válido el
argumento que sostiene que los cuerpos deben poseer realmente las cualidades
primarias “porque es imposible pensar de otro modo”? ¿Qué está probando este
argumento: la verdadera naturaleza de las cosas, o la limitación de nuestra
mente?
La
primera respuesta es propia de un empirista y la segunda de un racionalista;
por eso el diálogo las ha asignado a Locke y Descartes, respectivamente. Sin
embargo, el primero no estaría de acuerdo con dicha asignación, ya que insiste
en que la característica fundamental de todo cuerpo, la solidez o
impenetrabilidad, es captada por un solo sentido, el del tacto[2]. No
importa ahora la exactitud histórica, sino la coherencia interna de una teoría
del conocimiento, la empirista.
3. Lo racional y lo empírico.
(1) Según
Descartes, las ideas primarias son ideas de razón, innatas, es decir, presentes
en la mente desde el nacimiento: “nunca han podido entrar en la mente por los
sentidos porque siempre han estado dentro de ella”. Lo muestra por un
razonamiento que toca un punto central de su filosofía: la infinitud como la
más fundamental de nuestras ideas[3]. El
razonamiento es como sigue:
Premisa
1: Todas las ideas primarias presuponen la infinitud.
Premisa
2: Pero es evidente que la idea de infinitud no puede proceder de los
sentidos.
Conclusión:
Las ideas primarias no son ideas sensibles.
Repasa en el diálogo la prueba de la premisa 1. ¿Es cierto que la idea de espacio presupone la infinitud? ¿Se puede pensar un espacio no infinito?
¿Se
puede pensar un tiempo limitado?
¿Es
posible entender la idea de “número” sin presuponer la infinitud?
¿Por
qué se dice que todas las ideas primarias dependen de las ideas de espacio,
tiempo y número?
¿Por
qué “es evidente” que la idea de infinitud no ha sido nunca captada por los
sentidos?
Racionalismo: únicamente las ideas claras y distintas (innatas, racionales) garantizan el conocimiento de la realidad. |
Según
Descartes, los sentidos se limitan a “confirmar” ideas (espacio, posición,
movimiento, figura, número, etc.) que se poseen previamente, desde siempre[4].
(2)
Examinemos ahora la objeción de Descartes al punto de vista, supuesta pero no
realmente sostenido por Locke, según el cual las cualidades primarias son aquellas
que se captan por más de un sentido:
“Locke confunde la causa con la consecuencia: las ideas primarias no son objetivas porque las percibamos por más de un sentido, sino que las percibimos por más de un sentido porque son objetivas.”
Lo que se quiere decir aquí es que las cualidades primarias son las características esenciales de todo cuerpo, que nada de lo que llamamos “material” puede dejar de tener porque, en caso contrario, dejaría de serlo. Hemos de reconocer su objetividad por este hecho y no por el de ser captadas por más de un sentido: esto último solo es una confirmación, no la razón de su objetividad.
“Locke confunde la causa con la consecuencia: las ideas primarias no son objetivas porque las percibamos por más de un sentido, sino que las percibimos por más de un sentido porque son objetivas.”
Lo que se quiere decir aquí es que las cualidades primarias son las características esenciales de todo cuerpo, que nada de lo que llamamos “material” puede dejar de tener porque, en caso contrario, dejaría de serlo. Hemos de reconocer su objetividad por este hecho y no por el de ser captadas por más de un sentido: esto último solo es una confirmación, no la razón de su objetividad.
Distingue con ejemplos entre
“confirmación” y “fundamento” de una afirmación o teoría.
Descartes insiste en un punto ya examinado al principio del diálogo: la
subjetividad de las sensaciones, de todas las sensaciones: su única
realidad es la de ser sentidas por una mente, lo mismo que la de las cualidades
sensibles que en ellas aparecen. Una cualidad sensible no sentida (p. ej., un
color que nadie ha visto[5])
no tiene más existencia que la puramente virtual: aparecería, comenzaría a
existir si fuera percibida por una mente.
(4) Otra razón nos impide distinguir entre
sensaciones objetivas, correspondientes a las cualidades primarias, y
sensaciones subjetivas, y es que en la experiencia sensaciones de ambos
tipos aparecen inseparablemente unidas.
¿Se
puede captar una figura sin color? Sí, puesto que un ciego lo hace. Pero ese
mismo ciego capta la figura unida a sensaciones táctiles (duro-blando,
frío-calor, etc.), que, según la clasificación anterior, son también cualidades
secundarias. En general, una cualidad primaria solo puede ser sentida a la
vez que una o varias cualidades secundarias.
Lo
dicho en el párrafo anterior parece claro en relación con la acción de sentir o
percibir, pero ¿ocurre lo mismo cuando imaginamos?, ¿y cuando pensamos?
¿Es
posible entender (no “sentir”) una figura geométrica sin color, olor, sabor,
ni ninguna otra cualidad secundaria?
(5) Berkeley insiste: Si consideramos
subjetivas las cualidades secundarias por su variabilidad, la misma razón debe
llevarnos a reconocer la subjetividad de las llamadas cualidades primarias.
“¿O es que el borde de esta jarra es, para ti o para mí, un círculo
perfecto? Demos vueltas en torno a ella y veremos cómo su forma varía.”
Igual que mencionamos la variación de la figura,
¿puede hablarse de la variabilidad de las demás ideas primarias? Por ejemplo,
¿se percibe la duración siempre de la misma manera?
Piensa
sobre otros ejemplos de variabilidad en la captación de las llamadas
“cualidades primarias”.
(6) Sin embargo, esta variabilidad no
parece la misma para la figura sentida que para la figura pensada:
Siempre entendemos lo mismo por “círculo”, aunque el círculo que vemos nos
aparezca siempre diferente (es el argumento de Descartes: “eso [que la figura
del borde de la jarra varía, y nunca es un círculo perfecto] es lo que me dicen
los sentidos, pero mi razón comprende sin dejar lugar alguno a la duda lo que
es la forma circular”). Lo mismo puede decirse de la duración: una hora de
diversión pasa más deprisa que una hora de aburrimiento, pero la razón, por medio
de la medida objetiva del tiempo, comprueba que una hora es siempre una hora.
El
estudio de las llamadas “ilusiones ópticas” proporciona ejemplos de variación
en la percepción del tamaño. Recuerda algunos de ellos.
La
diferencia entre “ilusión” y “alucinación” es que en la última el sujeto cree
en la realidad de lo que percibe, mientras que en la primera el sujeto sabe
que su percepción es engañosa. ¿Prueba la existencia de las ilusiones la
prioridad de las ideas de razón sobre las ideas de los sentidos? Razona la
respuesta.
4. Ideas y representaciones.
(1) La discusión sobre la naturaleza,
racional o sensible, de las ideas primarias cede momentáneamente frente a otro
problema de todavía mayor importancia: ¿cómo podemos saber que esas ideas
primarias, consideradas objetivas, reproducen o representan fielmente la
realidad externa a la mente?
Matrix: no hay cuchara en sí, solo el contenido de una percepción. |
El representacionismo, nombre que en
historia de la filosofía engloba las teorías sobre el conocimiento de, entre
otros, Descartes y Locke, sostiene lo siguiente:
a) El objeto inmediato del conocimiento no
son realidades extramentales, sino ideas. Dicho de otro modo: todo lo que es
conocido es una idea, ya que, para que algo sea conocido debe estar en una
mente (de otra forma, no podría ser conocido), y a lo que hay en una mente se
le llama “idea”. Por supuesto, el término “idea” incluye no solo conceptos
abstractos, sino todo tipo de objetos percibidos por la vista, el oído, el
tacto, etc.; pero lo que debe quedar claro es que tales objetos sentidos,
al ser sentidos por la mente, son ideas.
Si te
resulta difícil entender por qué se dice que el libro o bolígrafo que estás viendo y tocando
es una idea en tu mente, imagina que estás teniendo un sueño o una alucinación:
En ese caso, deberás aceptar que lo que percibes no es una cosa,
sino una idea. Ahora bien, dejando de lado la cuestión de si los objetos
que ves son reales o fantásticos, ¿qué diferencia hay entre ambas
experiencias?, ¿no son los objetos percibidos enormemente parecidos?, ¿por qué
llamar al uno “cosa” y al otro “idea”?
b) Lo inmediatamente percibido, las ideas
(al menos, parte de ellas), “representan”, “se asemejan a” o “se corresponden
con” cosas existentes fuera de la mente.
El punto b) es el más problemático: ¿qué
razones hay para confiar en esta “correspondencia” o “semejanza”?
Representacionismo: lo que propiamente conocemos no es el árbol en sí, sino una representación mental de dicho árbol, supuesta copia de un modelo extramental que no conocemos. Descartes y Locke son representacionistas, Berkeley y Hume no. |
(2) La respuesta de Descartes es conocida:
Dios garantiza que mis percepciones “claras y distintas” se corresponden con la
realidad, ya que lo contrario iría contra la perfección de un ser que no ha
podido crear una mente condenada necesariamente al engaño.
“Descubro una idea
(la de infinito) que debe tener un origen externo a la mente y descubro que tal
origen solo puede ser el mismo ser infinito, el cual garantiza que la mente no
se equivoca cuando afirma que lo que encuentra en su fondo se corresponde con
la realidad.”
¿Es posible acudir a
Dios para asegurarnos de que nuestros conocimientos son fiables? En caso de que
lo hagamos, una de dos: o sabemos que Dios existe y que
no nos engaña, o no. Si lo sabemos, ¿cómo estamos seguros de que este
conocimiento es fiable? Y si no lo sabemos, ¿es legítimo fiarnos de lo que
creemos conocer gracias a lo que claramente ignoramos?
(3) Berkeley, aunque cree en Dios, no piensa
que Dios tenga que garantizar nada, sencillamente porque no cree que haya “otra
realidad” representada por lo que percibimos: real es lo que se percibe y quien
lo percibe, nada más.
“Afirmo que esta
cerveza es sin duda real puesto que yo la veo y la saboreo, y no entiendo
ningún otro tipo de realidad que este ser vista y saboreada; como ves, no echo
mano de Dios para nada.”
Berkeley: solo la mente divina puede asegurar la realidad permanente de lo percibido. |
Sin embargo, Berkeley sí echa mano de Dios después: es la mente que percibe todas las cosas, y hace que las percepciones de todas las otras mentes se correspondan entre sí (ver arriba, 1.6). Es la única alternativa que le queda para justificar la permanencia de las cosas sensibles, una vez que ha rechazado razonablemente las otras tres opciones allí reseñadas.
(4) Lo que Berkeley sostiene es que la
afirmación las ideas representan cosas es sencillamente absurda. Y ello por tres
razones:
a) Solo puede saber que dos cosas son
semejantes quien conozca ambas y pueda compararlas. Pero solo puede conocerse
lo que es idea; por tanto, nunca podrá compararse una idea con una no-idea y
asegurar que ambas se parecen.
Supongamos que
alguien, viendo un retrato, dijera: “Se parece muchísimo al modelo”. ¿Qué se
necesita para poder decir tal cosa?
Ahora supongamos que
vemos el retrato de un personaje histórico muerto hace ya muchos años. ¿Se
podría afirmar su parecido con el modelo? Y en caso de que así sea, ¿en qué nos
basaríamos?
¿Cómo saber si este retrato se parece a su modelo? |
Si, a partir de este
último ejemplo, hacemos una analogía entre, por un lado, el retrato y la idea
y, por otro, el modelo y la cosa (no-idea), ¿podríamos deducir que existe una
forma indirecta de comprobar la semejanza entre ideas y cosas? ¿Cuál sería esta?
b) Algo
percibido o perceptible (idea) solo puede parecerse a otra cosa percibida o
perceptible (también idea), nunca a algo imposible de percibir (no-idea). Por
ejemplo, ¿cómo puede entenderse que este libro (percibido: idea) se parezca a
algo invisible, intangible, imperceptible (no-idea)?
c) Si, como hemos visto, las ideas o
percepciones varían aunque supuestamente representen el mismo objeto, ¿cómo
saber cuál de ellas lo representa mejor, cuál es la “percepción correcta” entre
todas las posibles? Por ejemplo, la misma mesa puede ser vista desde diferentes
perspectivas, a distintas horas del día (con lo cual los colores serán
diferentes), más cerca o más lejos, etc.: de todas estas ideas tan diferentes
entre sí, ¿se puede decir que una sola de ellas representa a “la mesa”, y todas
las demás son engañosas? Y en caso afirmativo, ¿cómo elegimos la correcta?
¿Puede
percibirse “la mesa en sí”, tal como objetivamente es, o siempre incluimos en
la percepción de la mesa la forma como es percibida por un sujeto? Razona la
respuesta y examina qué consecuencias pueden extraerse del hecho.
5. Un sustrato desconocido bajo cualidades
conocidas.
(1) Rechazada por absurda la tesis
representacionista, todavía queda un último asidero para quienes (como
Descartes) creen en la existencia de un mundo material exterior a la mente.
“Está bien, concedamos por un momento que todas las cualidades (primarias y secundarias) existen solo en la mente, pero podría ocurrir que la cosa misma, el soporte de todas esas cualidades, sí sea real.”
“Al ser mentales, el único soporte o sujeto
real de ellas es la propia mente.”
Reflexiona sobre esta cuestión: ¿Procede la idea de “substancia” de la experiencia, o es más bien una condición de la misma experiencia?
“Está bien, concedamos por un momento que todas las cualidades (primarias y secundarias) existen solo en la mente, pero podría ocurrir que la cosa misma, el soporte de todas esas cualidades, sí sea real.”
La distinción entre “cosa misma” y “cualidades de la cosa” se inspira
claramente en Aristóteles. Para este autor, la substancia es el sujeto,
lo que existe en sí, mientras que el accidente es lo que existe en otro
o se dice de otro. Por ejemplo, si decimos “la cerveza está fría” distinguimos
entre la frialdad como algo que atribuimos a la cerveza (no existe en sí, sino
en otro) y la cerveza como el sujeto de dicha atribución.
En el diálogo, Descartes admite que la frialdad exista solo en la
mente, pero el soporte de dicha frialdad, la cerveza, existe fuera de la mente.
La distinción substancia-accidente se
traduce lingüísticamente en la estructura gramatical sujeto-predicado. ¿Es
posible usar el lenguaje prescindiendo de dicha estructura?
Cuando descubrimos la necesidad de un
pensamiento (es imposible pensar lo contrario), decimos de él que es a
priori: no se basa en la experiencia, porque ninguna experiencia puede
desmentirlo. ¿Crees que la distinción substancia-accidente es una estructura a
priori? Razona la respuesta.
(2) Pero este asidero se revela enseguida como un clavo ardiendo, al
menos por dos razones:
a) Se debe reconocer que el soporte de las cualidades conocidas es algo
desconocido, algo que no sabemos lo que es; podemos hacer una lista de lo
que no es: no posee ninguna de las cualidades conocidas por nosotros
(tamaño, figura, posición espacial, movimiento, duración, color, sabor, olor,
etc.), ya que todas estas cualidades son mentales y estamos hablando de algo no
mental. ¿Qué nos queda entonces? Una “x” de la que no podemos decir nada. Y,
tratándose de algo que no podemos describir de ninguna forma, ¿hay alguna
diferencia entre decir que existe y decir que no existe?
Imagina que alguien te pregunta si crees
en la existencia de los darosos. Preguntas qué es un daroso
y te contesta que es una palabra que no tiene significado. ¿Se podría decir que
los “darosos” existen? ¿Y que no existen?
b) Además, resulta paradójico admitir que el soporte de unas cualidades
mentales sea algo no mental. Parece más lógica la posición de Berkeley:
(3) La discrepancia entre Descartes y Berkeley no se limita al carácter
mental o no mental de las cosas, versa también sobre el significado de la
palabra “cosa”. ¿Qué es una cosa: una colección de cualidades, o una unidad de
la cual se dicen todas estas cualidades? Descartes admite la idea de
“substancia” como una representación clara y distinta, presente en la razón
desde siempre y no venida desde fuera por los sentidos, y que en consecuencia es
tan real como todas las otras ideas claras y distintas. Berkeley, por el
contrario, no encuentra en las cosas más ideas que las proporcionadas por la
experiencia:
“¿Qué es esa cerveza misma, aparte del
conjunto de cualidades que acabas de enumerar y otras similares?”
Según el dogma católico, en la Eucaristía cambia la sustancia permaneciendo los accidentes del pan y el vino. |
Reflexiona sobre esta cuestión: ¿Procede la idea de “substancia” de la experiencia, o es más bien una condición de la misma experiencia?
El dogma católico de la
transubstanciación ilustra muy bien las discrepancias en torno a la idea de
“substancia”. Según este dogma, definido en los concilios IV de Letrán y de
Trento y no admitido por los protestantes, lo que ocurre en la Eucaristía
cuando el sacerdote pronuncia las palabras “Esto es mi cuerpo” y “Esta es mi
sangre” es que el pan y el vino dejan de ser pan y vino y se transforman en el
cuerpo y la sangre de Jesucristo, aunque conservando los accidentes o
cualidades propios del pan y el vino. Según lo anterior, ¿qué opinión tendrían
Descartes y Berkeley sobre la transubstanciación? ¿Existe alguna relación con
el hecho de que el primero fuera católico y el segundo protestante?
6.
Realidad y fantasía.
(1) Berkeley va desgranando sus argumentos y deshaciendo los de la
parte contraria de una forma enteramente lógica. Sin embargo, puede hacérsele
una objeción: Si todo existe en la mente, ¿cómo distinguir entre realidad y
fantasía? O dicho con otras palabras: Si todo aquello con lo que tratamos son
nuestras propias ideas, ¿por qué decir que unas ideas son “más reales” que
otras?
¿Es lo mismo decir “todo existe en la
mente” que “todo existe en mi mente”? ¿Cuál es, en realidad, la posición de
Berkeley?
(2) Berkeley responde a esta objeción: Desde luego, la forma de saber
si una idea es o no real no es compararla con una no-idea (comparación que, como
ya hemos visto [4.4], resulta imposible), sino compararla con otras ideas.
Recuerda la cuestión del apartado 4.4,
acerca de cómo saber si el retrato de un personaje histórico muerto hace ya
muchos años corresponde al modelo. Compara la respuesta a esta cuestión con la
opinión de Berkeley sobre el criterio de realidad de las ideas.
(3) ¿Cómo se realiza esta comparación entre ideas? Todos somos capaces
de distinguir entre “percepción” e “imaginación”, porque tenemos experiencia de
ambas. No necesitamos más.
“Si esa misma idea hubiera aparecido con más fuerza y vivacidad, si no
te hubiera resultado tan fácil eliminarla con la sola decisión de hacerlo y,
sobre todo, si hubiera estado acompañada por un conjunto de sensaciones
coherentes con ella, nadie pensaría que le faltara algo para llegar a ser real.
Pero en todo lo que he dicho no hay indicio de ‘existencia extramental’
alguna.”
Tenemos,
entonces, tres indicios de realidad en las ideas mismas:
a)
Fuerza, vivacidad y precisión: las ideas imaginadas suelen ser menos vivas y
precisas que las ideas percibidas o reales (pero no siempre).
¿Sabes qué son las imágenes hipnagógicas? ¿Basta
este primer criterio para rechazar la realidad de tales imágenes?
b)
Independencia de la voluntad: las ideas imaginadas aparecen y desaparecen a
voluntad (pero no siempre).
Pon ejemplos de ideas fantásticas que no aparecen y desaparecen a voluntad.
Pon ejemplos de ideas fantásticas que no aparecen y desaparecen a voluntad.
c) El
criterio más importante: la continuidad y coherencia con el resto de la
experiencia. Las ideas reales son confirmadas por la totalidad de la
experiencia de una persona y también por otras personas; una idea fantástica
puede ser momentáneamente creída o tenida por real, pero acabará chocando con
el resto de percepciones de la persona y rechazada por otros sujetos
percipientes.
¿Conoces la obra “Rinoceronte”, de E. Ionesco? Su argumento es el siguiente: Un
día aparece un rinoceronte corriendo por la ciudad. Al principio se cuestiona
la realidad de tal hecho, pero sucesivas experiencias (más rinocerontes)
confirman lo anterior hasta que todo el mundo acaba considerándolo “normal”.
Relaciona esta historia con el tercer indicio de realidad señalado por
Berkeley.
Imagina
otros ejemplos que ilustren los criterios que, según Berkeley, sirven para
distinguir la realidad de la fantasía.
(4)
Cuando sufrimos una alucinación, uno de los indicios de realidad anteriormente
enumerados –generalmente el tercero- falla. Ahora bien, supongamos que todos
sufrimos la misma alucinación durante toda la vida. En ese caso, “real” sería
el objeto de esa alucinación, que sin embargo comprendemos que no existe fuera
de las mentes de las personas. Eso es exactamente lo que dice Berkeley de toda
realidad[6].
“Esto que tú llamas ‘jarra de cerveza’ es
una construcción: la mente ha aportado una forma para sentirla y pensarla, pero
lo que ‘llena’ esa forma no es puesto por la mente.”
Supongamos que el oxígeno, que todos consumimos
necesariamente, fuera una sustancia alucinógena que produce en todos el mismo
tipo de alucinaciones. ¿Habría alguna forma de descubrirlo?
¿Te has planteado alguna vez la posibilidad de que
todo lo que percibes –incluidos familiares, amigos y profesores- sea en
realidad parte de un sueño o alucinación que está teniendo lugar en tu mente?
¿Cómo puedes probar que no es así?
7. La
construcción del objeto.
(1) Desde el principio de su intervención, Kant expone claramente su
punto de vista: no conocemos las cosas en sí, sino solo los objetos en cuya
construcción ha intervenido el propio sujeto.
Se distingue por tanto, dentro del objeto, “lo recibido” por el sujeto
(materia) y “lo puesto” por él (forma). En cuanto a la materia, dice Kant que es
“el único indicio que posee la mente de una existencia extramental”. Su
argumento: puesto que la mente la recibe, no puede originarse dentro de ella.
¿Te parece convincente este
argumento? ¿Qué replicaría Berkeley? Según este autor, mi mente no crea sus
propias percepciones, pero para explicar este hecho no es preciso acudir a
“existencia extramental” alguna. ¿Qué otra/s alternativa/s existe/n?
(2) A continuación, aclara qué es esa forma subjetiva sin la cual no
podría haber objetividad alguna: las condiciones necesarias para sentir
y
pensar todo aquello que se nos da en la experiencia.
A las condiciones para sentir (formas a priori de la sensibilidad), Kant
las llama “intuiciones puras”, y son dos: el espacio y el tiempo[7]
(el número sería un derivado de la intuición de tiempo o
sucesión).
“¿Puedes sentir esta jarra de cerveza si no hay espacio y tiempo? De ninguna manera.”
“¿Puedes sentir esta jarra de cerveza si no hay espacio y tiempo? De ninguna manera.”
¿Podemos sentir algún objeto físico sin
referirlo a los esquemas arriba-abajo, delante-detrás,
derecha-izquierda?¿Significa eso que tales esquemas son previos a la sensación?
Distingue entre percepciones que se dan
en el espacio y el tiempo y percepciones que se dan solo en el tiempo.
A las condiciones para pensar (formas a priori del
entendimiento), Kant las llama “conceptos puros” o “categorías”, y están
implícitas en los distintos modos de juzgar o pensar acerca de los objetos. El
ejemplo más claro es la idea de “substancia”, por la cual unificamos las
distintas sensaciones en un único objeto.
“Al hacer el juicio ‘esto es una jarra de cerveza’, tú refieres unas sensaciones a una realidad distinta de la mente, concebida como ‘cosa’ o ‘substancia’. Es un pensamiento totalmente inevitable.”
“Al hacer el juicio ‘esto es una jarra de cerveza’, tú refieres unas sensaciones a una realidad distinta de la mente, concebida como ‘cosa’ o ‘substancia’. Es un pensamiento totalmente inevitable.”
¿Crees que, igual que el concepto de
“substancia”, el de “causa” es un pensamiento a priori, o procede más bien de
la experiencia? Razona la respuesta[8].
(3) Si examinamos lo que Kant considera “forma” de la experiencia, nos
daremos cuenta de que viene a coincidir aproximadamente con lo que hasta ahora
hemos llamado “cualidades primarias”: espacio, tiempo, número, substancia,
causalidad, etc. Por el contrario, la “materia de la sensación” equivale
también aproximadamente a las “cualidades secundarias”: como ellas, no pueden
darse solas, sino en esa especie de esquema a priori puesto por el sujeto.
¿Podemos pensar en un color que no ocupe
un espacio? ¿Podemos pensar un espacio sin color alguno? ¿Cuál de las dos ideas
es, entonces, más básica o fundamental?
(4) Sinteticemos esquemáticamente los puntos de vista de los cuatro
autores mencionados en torno a las ideas o cualidades primarias:
NATURALEZA DE LAS CUALIDADES
PRIMARIAS
DESCARTES
|
LOCKE
|
BERKELEY
|
KANT
|
|
¿SENSACIONES O IDEAS DE
RAZÓN?
|
IDEAS DE RAZÓN
|
SENSACIONES
|
SENSACIONES
|
IDEAS DE RAZÓN
|
¿OBJETIVAS O SUBJETIVAS?
|
OBJETIVAS
|
OBJETIVAS
|
SUBJETIVAS
|
SUBJETIVAS
|
He aquí algunas cuestiones para repasar
lo que hemos visto hasta el momento:
¿Cuál es la razón principal de Descartes
para sostener que las cualidades primarias son ideas de razón? ¿Y la de Kant?
¿Son compatibles entre sí?
¿Por qué tanto Locke como Berkeley
sostiene que las ideas primarias son sensaciones?
¿Cuáles son las razones de Berkeley para
afirmar la subjetividad de las cualidades primarias? ¿Y las de Kant?
8. ¿Qué
es la materia?
(1) “No podemos conocer nada fuera de la mente”: esa es la conclusión a
la que llegan los tres filósofos, aunque mantienen su discrepancia en cuanto a
que eso signifique o no que no haya nada fuera de la mente. Para Descartes, lo
único inmediatamente cierto es el “yo pienso”: en el mejor de los casos,
encontraremos, entre las cosas que pienso, algunas ideas que –porque Dios así
lo ha querido- representan lo que hay fuera de mí. Berkeley encuentra absurda
esta idea de “representación” y no acepta otra forma de existencia que la
mental. Kant, por su parte, descubre en el objeto las huellas de su
construcción por el sujeto, aunque siempre a partir de algo recibido.
(2) ¿Qué es, entonces, la materia? ¿Un simple contenido de la mente, o
algo independiente de ella? Berkeley sintetiza el punto de vista materialista:
“Estoy acostumbrado a
tratar con personas empeñadas en mantener contra viento y marea, y de forma
totalmente impermeable a los razonamientos, el prejuicio de la existencia de
una ‘materia’ independiente de la mente de la cual procede todo lo que existe y
a la cual se reduce, en último término, la misma mente.”
Muchos llamarían a esto materialismo científico, pero ¿se trata
realmente de un punto de vista científico? La ciencia trata con fenómenos, es
decir, objetos tal como aparecen a un sujeto que los percibe (ideas, en
definitiva). El concepto físico de materia no es más que eso: el concepto
(o sea, la idea) de materia. Confundir una idea con una realidad en sí es un
craso error, impropio de científicos.
El materialismo identifica "mente" y "cerebro", pero el cerebro es solo un objeto más de los que percibe la mente. |
¿Qué es lo primero que conocemos, la
mente o la materia? Razona la respuesta.
Algunas personas afirman que la mente es
algo material, una función del cerebro. ¿Qué razones hay para sostener tal
cosa? ¿Son válidas esas razones?¿Qué se da en ellas por supuesto?¿Se trata de
un punto de vista científico, o metafísico?
Intenta exponer sintéticamente las
críticas de Descartes, Berkeley y Kant al materialismo.
“Nosotros no
conocemos las cosas en sí, sino en relación con nuestra capacidad de conocer:
no podemos salir de ella y captar la realidad incontaminada, limpia de esquemas
impuestos... Por más que busquemos la ‘objetividad pura’, solo encontramos unas
formas o esquemas enteramente subjetivos (el espacio, el tiempo, el concepto de
‘naturaleza’ o ‘materia’, etc.) sin los cuales no es posible objetividad
alguna.”
Una reflexión sobre el
conocimiento que, modestamente, reconoce sus límites. Saber que no sabemos,
como decía Sócrates, es la mejor forma de comenzar la indagación de cualquier
problema.
[1]A lo que se siente o aparece en una
sensación lo llamaremos desde ahora “dato sensible” o “cualidad sensible”.
[2]“La idea de la solidez la recibimos
por nuestro tacto; y surge de la resistencia que advertimos en un cuerpo a que
cualquier otro cuerpo ocupe el lugar que posee, hasta que cede” (Ensayo
sobre el entendimiento humano, libro II, cap. IV, § 1). Y un poco más abajo
(§ 2): “Por esta idea, perteneciente a lo corpóreo, es como concebimos que un
cuerpo llena el espacio”. Se puede advertir la semejanza entre la idea de solidez
en Locke y la de extensión en Descartes. En este último no se trata de
un dato sensible, sino de una idea de razón, “clara y distinta”. Se puede
discutir si en Locke la razón definitiva para aceptar la realidad de las
cualidades primarias (que “la mente las considera como inseparables de cada
partícula de materia”, o.c., libro II, cap. VIII, § 9) no equivale en el fondo
a admitir, como sostiene Descartes, que el fundamento de las ideas primarias se
halla en la razón, no en los sentidos.
[3]Conocerme a mí mismo es conocerme como finito y, de alguna
forma, conocer lo infinito, ya que la intuición primera y básica (“yo
pienso”) va siempre acompañada de la conciencia de la infinitud.: “Veo
manifiestamente que hay más realidad en la substancia infinita que en la finita
y, por ende, que, en cierto modo, tengo antes en mí la noción de lo infinito
que la de lo finito: antes la de Dios que la de mí mismo. Pues ¿cómo podría yo
saber que dudo y que deseo, es decir, que algo me falta y que no soy perfecto,
si no hubiese en mí la idea de un ser más perfecto, por comparación con el cual
advierto la imperfección de mi naturaleza?” (Meditaciones metafísicas,
III).
[4]Argumento clásico del racionalismo, que ya aparece en Platón:
las ideas fundamentales no se dan en la experiencia, ya que sin ellas no
podríamos entender la experiencia. También en Kant: el espacio y el tiempo son
formas a priori de la sensibilidad, "ideas" (mejor dicho: intuiciones) sin las que no podría haber sensación
alguna.
[5]Hay que distinguir, como hace Husserl,
el eidos o esencia universal de un determinado color o matiz (ej.:
“rojo”) y el caso o ejemplo individual que se da en la experiencia (ej.: este
rojo que estoy percibiendo en este instante). Con la expresión “un color que
nadie ha visto”, nos referimos al segundo de estos dos significados: este
color no aparece hasta que es percibido, aunque otros ejemplos del mismo eidos
hayan sido ya experimentados.
[6]Habría que precisar un poco más:
“real” sería el objeto de una alucinación si fuera compartida por todas las
mentes, incluyendo la mente divina. Aunque para Dios no se trataría
tanto de sufrir la alucinación cuanto de producirla. Se ve cómo, en tal caso,
los límites entre “percepción” y “alucinación” quedan completamente
difuminados.
[7]“Intuición” significa, al contrario
que “concepto”, idea o representación individual. Así, el espacio y el tiempo
son intuiciones y no conceptos porque corresponden a objetos únicos: solo puede
haber un espacio y un tiempo.
Se llama “pura” a una idea o representación cuyo
contenido no ha sido tomado de la experiencia. Todas las formas a priori
(intuiciones o conceptos) son puras porque no proceden de la experiencia, sino
que hacen posible esta.
[8]Se trata de elegir entre dos posibles
ideas de “causa”: enlace habitual (Hume) o conexión necesaria (Kant). Si en el
concepto “causa” incluimos necesidad, está claro que debe ser a priori.
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