Como todos sabemos, la implantación de la nueva prueba de acceso a la Universidad ha estado rodeada de polémica: mucho amagar y no dar, para al final dejarlo todo casi como estaba pero peor (entre otras cosas, convirtiendo en minoritaria o impracticable la opción de Filosofía, que hasta el año pasado podía ser elegida en vez de Historia). Sirva esta entrada como ayuda y ánimo para los heroicos alumnos que mantienen en pie el estandarte de la Filosofía en un sistema educativo enfocado exclusivamente a la productividad económica (ahora rebautizada como "emprendimiento") y que entiende la capacidad racional que va un poquito más allá del cálculo y manejo tecnológico como una carga innecesaria para los fines de la educación.
A continuación dos respuestas posibles para la primera pregunta del examen EVAU (los textos son los utilizados en el examen PAU de junio de 2010 y siguen vigentes al menos durante el presente curso). Podéis encontrar más textos comentados aquí.
OPCIÓN A
“Cuando
se nos presenta un objeto o suceso cualquiera, por mucha sagacidad y
agudeza que tengamos, nos es imposible descubrir o incluso conjeturar
sin la ayuda de la experiencia, el suceso que pueda resultar de él o
llevar nuestra previsión más allá del objeto que está inmediatamente
presente a nuestra memoria y sentidos. Incluso después de un caso o
experimento en que hayamos observado que determinado acontecimiento
sigue a otro, no tenemos derecho a enunciar una regla general o
anticipar lo que ocurrirá en casos semejantes, pues se considera
acertadamente imperdonable temeridad juzgar todo el curso de la
naturaleza a raíz de un solo caso, por muy preciso y seguro que sea.
Pero cuando determinada clase de acontecimientos ha estado siempre, en
todos los casos, unida a otra, no tenemos ya escrúpulos en predecir el
uno con la aparición del otro y en utilizar el único razonamiento que
puede darnos seguridad sobre una cuestión de hecho o existencia.
Entonces llamamos a uno de los objetos causa y al otro efecto.”
Hume: Investigación sobre el conocimiento humano.
En este texto, su autor reflexiona sobre el problema del conocimiento.
1. Exponer las ideas fundamentales del texto propuesto y la relación que existe entre ellas.
El
texto expone cómo aparece en la mente la idea de causa. ¿Cuándo nos
decidimos nombrar a dos hechos diferentes con los términos causa y efecto?
Como dice el fragmento, el uso de estos términos presupone la capacidad
de “predecir” un hecho con la aparición del otro. Por tanto, la
pregunta anterior puede reformularse de esta otra manera: ¿cuándo sentimos que poseemos dicha capacidad?
Hume procede por partes, explicando primero cuándo no
existe tal capacidad predictiva. En primer lugar (primera frase del
texto), si solo contamos con el conocimiento de un hecho aislado, por
más que empleemos toda nuestra capacidad de análisis: nunca sabremos qué
otro hecho diferente va unido al que conocemos. Supongamos que acabamos
de llegar al mundo, o que contemplamos por primera vez un hecho
totalmente nuevo para nosotros: ¿nos atreveríamos a predecir lo que va a
suceder a continuación? La respuesta negativa parece evidente.
Pero
tampoco encontraremos esta capacidad aunque vayamos un poco más lejos
(segunda frase del texto): ni siquiera contemplando la aparición del
primer hecho y a continuación la aparición del segundo una sola vez nos sentiremos capaces de llamar a uno causa y al otro efecto. ¿Por qué no? Porque es una “imperdonable temeridad” extrapolar lo comprobado en un único caso a todos los casos. Así pues, ni el análisis racional ni tampoco una única experiencia nos lleva a la idea de causa.
Llegamos,
entonces, a esta idea cuando disponemos de un número grande de
experiencias, más exactamente cuando en todas nuestras experiencias
anteriores la unión de
los dos hechos se ha dado “siempre, en todos los casos”; es entonces
cuando “no tenemos escrúpulos” en usar el razonamiento causal e inferir
un hecho ante la presencia del otro, y solo entonces llamamos a uno
“causa” y al otro “efecto”.
En síntesis, podemos mostrar claramente la línea argumentativa del texto:
La idea de causa procede…
...no del análisis racional de un hecho cualquiera (1ª frase),
...tampoco de una experiencia única en que dos hechos aparecen unidos (2ª frase),
...sino de la repetición de experiencias similares en que un hecho aparece siempre acompañado de otro (3ª y última frase).
OPCIÓN B
“Ya
que vemos que cualquier ciudad es una cierta comunidad, también es
evidente que toda comunidad está constituida con vistas a algún bien
[…]. Así que todas las comunidades pretenden como fin algún bien; pero
sobre todo pretende el bien superior la que es superior y contiene a las
demás. Ésta es la que llamamos ciudad y comunidad cívica.
Cuantos
opinan que es lo mismo regir una ciudad, un reino, una familia y un
patrimonio con siervos no dicen bien. Creen, pues, que cada una de estas
realidades se diferencia de las demás por su mayor o menor dimensión,
pero no por su propia especie. Como si uno, por gobernar a unos pocos,
fuera amo de una casa; si a más, administrador de un dominio; si a más
aún, rey o magistrado; en la idea de que en nada difiera una casa grande
y una ciudad pequeña, ni un rey y un gobernante político, sino que
cuando uno ejerce el mando a título personal resulta un rey, y cuando lo
hace según las normas de un arte peculiar, siendo en parte gobernante y
en parte gobernado, es un político. Pero esto no es verdad.”
Aristóteles: Política.
En este texto, su autor reflexiona sobre el problema de la sociedad.
1. Exponer las ideas fundamentales del texto propuesto y la relación que existe entre ellas.
El texto aparece dividido en dos párrafos, cada uno de los cuales defiende una tesis:
a) 1er párrafo: la ciudad es la comunidad constituida con vistas a alcanzar el bien superior.
b)
2º párrafo: hay una diferencia esencial, y no solo accidental o
cuantitativa, entre el gobierno de la polis y el gobierno de otras
comunidades.
Examinemos con un poco más de detalle cómo se justifican ambas tesis:
En
el primer párrafo, se parte de dos afirmaciones, que son como premisas
de un razonamiento: “la ciudad es una comunidad” y “todas las
comunidades pretenden como fin algún bien”. Es decir: siempre que unos
individuos se asocian, lo hacen para conseguir algo, también cuando
constituyen una ciudad. A continuación se va un poco más allá: la ciudad
es la comunidad superior, porque “contiene a las demás” (por ejemplo,
las familias o comunidades domésticas forman parte de la ciudad o
comunidad cívica); en consecuencia, el bien de la ciudad es también un
bien superior a los otros bienes.
El
segundo párrafo señala más precisamente la diferencia entre la ciudad y
otras comunidades, rechazando la opinión de que tal diferencia es
únicamente cuantitativa: “cada una de estas realidades se diferencia de
las demás por su mayor o menor dimensión”, es la opinión que Aristóteles
rechaza afirmando a cambio que “se diferencia… por su propia especie”.
Si los adversarios tuvieran razón, sería lo mismo (en el fondo) gobernar
una casa, un dominio, una ciudad o un reino; pero esto no es así, como
tampoco lo es que el rey sea quien gobierna según su capricho personal y
el político quien lo hace según unas normas establecidas.
Nota al margen:
hay que hacer notar que Aristóteles defiende aquí una idea de la
política como gobierno de la ciudad o polis; en consecuencia, lo que
hace un rey como Filipo o un emperador como Alejandro no es, estrictamente hablando,
política.
Sinteticemos esquemáticamente el contenido del texto:
A) La ciudad es una comunidad.
Toda comunidad busca un bien.
Por tanto, la ciudad busca un bien.
B) La ciudad contiene a las otras comunidades.
Por tanto, la ciudad es la comunidad superior.
Por tanto, el bien buscado por la ciudad es el bien superior.
C) Existe una diferencia en especie, y no solo en cantidad, entre la ciudad y las otras comunidades.
Por tanto, no es lo mismo gobernar una casa, un dominio, una ciudad o un reino.
D)
Tampoco la diferencia entre rey y político consiste en que el rey es
totalmente gobernante (su voluntad es ley) y el político en parte
gobernante y en parte gobernado (sigue una técnica ya establecida).
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