lunes, 9 de julio de 2018

Sobre orgullos e intolerancias


Día del Orgullo Gay: los organizadores no invitan al Presidente de la Comunidad ¡porque es del PP! Estos mismos organizadores, que presumen de tolerantes y reclaman tolerancia (entiendo que con razón, al menos lo último), atacan la homofobia como si fuera la única forma de odio existente en nuestra sociedad (¿no hay también PP-fobia, clero-fobia o, en Cataluña y el País Vasco, españolo-fobia, muchas veces fomentadas por algunos de los grupos que apoyan al colectivo -¡qué pena que personas complejas y diferentes entre sí se dejen reducir a “colectivo”!- LGTBI?).

Lo anterior deja clara una forma peculiar de entender la tolerancia: solo hay que ser tolerante con los que tienen las mismas ideas y costumbres que uno mismo. Ahora bien, si la tolerancia es tolerar a quien te tolera, debe de ser esta virtud la más extendida de todas: ¿quién es intolerante con quien piensa o hace lo mismo que uno? De acuerdo con la cita evangélica “si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis?”, simplemente pido sustituir el verbo “amar” por “tolerar” para entender lo que es la verdadera tolerancia: no es tolerante quien únicamente se tolera a sí mismo y a los que son como él, sí quien comprende el punto de vista ajeno y es capaz de discutir las razones del mismo con argumentos y no con consignas aprendidas.

Varias aclaraciones, tal vez innecesarias pero convenientes:
1) Estoy hablando de creencias y valores, no de conductas delictivas que por supuesto hay que perseguir y castigar.
2) Entiendo que atacar a una persona por ser homosexual o transexual o negar sus derechos como persona o ciudadano (exactamente igual que atacar a alguien por ser del PP o de Ciudadanos, cura, monja, judío, musulmán, chino, negro, catalán, español, feo, gordo o tener acné, halitosis y orejas de soplillo) es algo repugnante y merecedor de condena moral, social y legal; lo que no significa que a todo el mundo tenga que parecerle forzosamente bien ser homosexual, del PP, cura, judío, gordo, etc.: la tolerancia incluye el derecho a discrepar, no el derecho a atacar.
3) Desde mi humilde punto de vista, los organizadores de un acto tienen derecho a invitar o des-invitar a quien les dé la gana... siempre que dicho acto tenga un carácter privado y la organización del mismo no reclame ningún apoyo institucional ni subvenciones públicas (lo que, evidentemente, no es el caso).
4) Y qué pena que los otros grupos políticos (PSOE, Podemos y Ciudadanos) hayan dejado escapar la ocasión de mostrarse solidarios con el excluido PP cancelando de común acuerdo su propia asistencia al acto en vez de hacer de dicha asistencia un motivo propagandístico a la búsqueda desesperada de votos.

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