sábado, 14 de julio de 2018

"Y no vamos a estar cuarenta años hablando de los cuarenta años"


Sobre los huesos de Franco, la Historia hecha tebeo y los políticos que reviven guerras civiles para ganar votos.


          "Y tampoco vamos a estar cuarenta años hablando de los cuarenta años": esto lo decía José Sacristán, desde una emisora de radio, a los españoles que se sentían perdedores de la guerra y víctimas de la dictadura, en la película Solos en la madrugada, dirigida por José Luis Garci y estrenada en 1978.
José Sacristán, razonando que no hay que estar 40 años hablando de los 40 años
Lo que en el tiempo de la naciente democracia parecía la suma gilipollez (gastar cuarenta años de vida lamentando otros cuarenta años perdidos) se ha cumplido exactamente: estamos en 2018, cuarenta años después del estreno de la película y casi cuarenta y tres de la muerte de Franco, y el señor Sánchez (como antes Zapatero) sigue necesitando a Franco para justificar su discurso ideológico o para atraer el voto precisamente de los que no sufrieron en sus carnes el franquismo por haber nacido después de la muerte del dictador.
Por cierto, se habla de una cierta "comisión de la verdad", auspiciada por el gobierno, para declarar ilegal cualquier justificación del franquismo. ¿No suena esto al Ministerio de la Verdad y al Gran Hermano imaginados por Orwell antes que por la telebasura? ¿Desde cuándo los gobiernos deciden cuál es la verdad histórica o qué parte de esta se puede contar y cuál no (se entiende: en una democracia)? ¿Será justificar el franquismo recordar que a Calvo Sotelo lo asesinaron, poco antes del 18 de julio, agentes del gobierno del Frente Popular, que intentaron hacer lo mismo con Gil Robles y otros derechistas conocidos y si no lo consiguieron fue porque, al ser un secreto a voces el plan gubernamental de exterminio de la oposición, los amenazados cambiaron de domicilio para ponerse a salvo?
               ¿Seremos franquistas por decir que en Madrid y Barcelona ardieron iglesias como fallas, sin que las fuerzas de seguridad hicieran nada por impedirlo (como ya sucedió, exactamente igual, en 1931)? Los destrozos artísticos ocasionados por el Estado Islámico y los talibanes en Oriente Medio no son nada en comparación con los del Frente Popular en España, aunque nadie se quiere acordar de ello ni tampoco identificar a los responsables (cuando preguntas en una iglesia por qué no está la obra original, el cura, sacristán o guía turístico de turno te responde: "se quemó en la guerra", como si estuviéramos hablando de combustión espontánea). Es verdad que los comunistas y anarquistas igual quemaban tallas o retablos enteros góticos o barrocos que castraban curas o violaban monjas poco antes de darles el tiro de gracia (algunos eran tan graciosos, que celebraban con risotadas mandar a sus víctimas al paraíso)...
Propaganda netamente stalinista en el bando republicano
          ¿Nos dejarán al menos acordarnos de que en Paracuellos y en Cataluña murieron de un disparo en la nuca, en los primeros meses de la guerra, muchos casi niños solo por estudiar en un seminario y personas honradas que solo tenían el injustificable vicio de ir a misa algún domingo que otro (en un pueblo de Málaga fusilaron a un mendigo por pedir limosna "por el amor de Dios", parece broma pero es la triste realidad)?
Los que tanto alaban a Hemingway por su apoyo a la República (o sea, al stalinismo), ¿por qué no mencionan a su colega Dos Passos, que vino a España cargado de idealismo y se volvió a Estados Unidos asqueado de la mierda que tuvo que ver y soportar (entre otras cosas, la desaparición/ejecución de su mejor amigo por agentes de la URSS)? ¿O a Orwell, que escribió su mejor obra (que no es Homenaje a Cataluña, sino Rebelión en la granja) profundamente arrepentido de haber colaborado, a su pesar, con el peor totalitarismo del siglo XX, que él había conocido de primera mano precisamente en España, y para advertir a todos los demócratas e izquierdistas ingleses de que no se dejaran engañar por la propaganda stalinista?
Y eso, por no hablar de los propios dirigentes comunistas que, al principio bienintencionados, "perdieron la fe" en Moscú, como Enrique Castro Delgado o Jesús Hernández (¡leed sus libros, por favor, antes de que algún iluminado decida prohibirlos!).
Propaganda franquista, tan sutil como la de los republicanos
No justifico el franquismo, cualquier usurpación de la soberanía nacional (se haga por el ejército o por el partido comunista) me parece repugnante, aparte de los muchos crímenes y abusos de poder cometidos directamente por el régimen o los que le apoyaron (falangistas, requetés, etc.), algunas veces con cierta apariencia de legalidad y otras sin ninguna; pero me niego a decir "amén" a una historia oficial que solo favorece a los que perdieron la guerra que ellos también provocaron, para que, ochenta años después, sus equivalentes ideológicos maquillen hasta la caricatura, deformen y mutilen la historia real para convertirla en un mal tebeo de buenos-demócratas y malos-fascistas. Vamos, ni El guerrero del antifaz ni las Hazañas bélicas que "disfrutábamos" cuando éramos niños, y éramos felices por serlo, en los tristes años de agonía del régimen (triste el régimen, no su agonía).
Eso sí: cuando saquen los huesos de Franco del Valle de los Caídos (a mí me da igual lo que hagan con ellos, como si quieren quemarlos o arrojarlos al vertedero más cercano) se habrán solucionado los problemas de todos los españoles para siempre jamás. Y quien ose ponerlo en duda, será porque (como yo) es un franquista vergonzante.




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