domingo, 14 de febrero de 2021

KANT: EL USO TEÓRICO Y EL USO PRÁCTICO DE LA RAZÓN.

 

            1. EL "GIRO COPERNICANO" EN FILOSOFÍA.

 

            Kant se propone, como Descartes, construir la filosofía desde sus cimientos, ya que observa que, mientras las ciencias progresan efectivamente en el conocimiento de la realidad, los filósofos llevan siglos dando vueltas a las mismas cuestiones, sin conseguir siquiera ponerse de acuerdo entre ellos acerca de los principios básicos de su supuesta ciencia.

            Fundamentalmente, Kant se ve influenciado por dos tendencias filosóficas contrapuestas: el racionalismo y el empirismo, que plantean problemas a los que de alguna forma hay que dar respuesta.


                  -El racionalismo ha pretendido elaborar un sistema de conocimientos a priori, al margen de la expe­rien­cia, cayendo por ello en el dogmatismo: las afirma­ciones no suficien­temente contrasta­das acerca de supuestas reali­dades de las que no tenemos ninguna experien­cia.

                -El empirismo, con su insistencia (en principio razona­ble) en el mandato de atenerse a la experiencia, ha caído en el extremo contrario: un escepticismo que amenaza con destruir la base misma no solo de la filosofía, sino también de las ciencias. El ejemplo más claro es Hume, que al criticar nuestro conoci­miento de la relación causal ha puesto de mani­fiesto que ignoramos la conexión necesaria entre dos objetos, la causa y el efecto, que sean distin­tos; y con ello ha puesto en cuestión la existencia misma de la ciencia como sistema de conocimientos necesarios y enteramente ciertos[1].

            Kant se propone evitar tanto el dogmatismo como el escepticis­mo, concibiendo su filosofía como crítica de la razón, examen racional de la propia facultad de conocer: una especie de juicio en que juez y acusado coinciden, son ambos la razón misma. Al hacer esto, Kant es consciente de estar produciendo un giro copernicano[2] en filosofía: ya no explica el conocimiento a partir de lo conocido (el objeto), sino a partir del que conoce (el sujeto), que es quien pone las condiciones que hacen posible que algo sea conocido (condiciones a priori o trascendentales).

            Hay que hacer aquí una aclaración importante: Cuando Kant pone al sujeto en el centro del proceso de conocimiento, no piensa en un sujeto concreto, esta o aquella persona, sino en lo que podríamos llamar la estructura de la razón humana en general, que es a lo que Kant da el nombre de sujeto trascendental (Kant opone el sujeto trascendental al sujeto empírico o psicológico: un sujeto humano concreto).

 

 

            2. LAS CONDICIONES DEL CONOCIMIENTO CIENTÍFICO.

 

            A pesar del alcance de la reflexión kantiana, el problema que da origen a esta reflexión es extremadamente concreto: ¿Puede haber una ciencia que se ocupe de realidades suprasensibles (situadas más allá del alcance de la experiencia)?; o dicho de otra manera: ¿es posible la metafísica[3] como ciencia?

            Para contestar a esta pregunta, Kant tiene en cuenta dos hechos:

                        1) Hay conocimientos indiscutiblemente científicos: los que for­man par­te de las ma­te­má­ti­cas y las ciencias de la naturaleza.

                        2) Estas ciencias se ajustan a una serie de condiciones, con­di­cio­nes que (co­mo he­mos visto en el aparta­do anterior) pone la misma razón.

            Se trata, por tanto, de averiguar: a) cuáles son las condicio­nes a que se someten las ciencias efectivamente existentes; b) si la metafísica cumple esas condiciones, y podemos por tanto considerarla como ciencia.

            En primer lugar, hay que responder a la pregunta qué es ciencia; y la respuesta de Kant es: ciencia es un conocimiento universal y necesario. Kant piensa que ambas características son dos formas distintas de decir lo mismo:

                  -La ciencia no se propone simplemente describir hechos, sino proporcionar leyes: proposiciones universales que enuncian algo que siempre se cumple.

                   -Y estas leyes han de ser pensadas como necesarias, esto es, como enunciando algo que no solo se cumple de hecho, sino que tiene que cumplirse.

            Ahora bien, la necesidad es característica de los juicios a priori; un juicio a posteriori o dependiente de la experiencia solo nos dice que algo es, no que algo tiene que ser. Por lo tanto, si en el conocimiento científico hay necesidad, eso significa que, al menos en parte, este conocimiento científico es a priori.

            Pero hay algo más: Es evidente que el conocimiento científico es conocimiento en sentido propio, es decir, nos informa de algo. Esto quiere decir: los juicios que forman la ciencia son sintéti­cos, no analíticos. Esta frase requiere una explicación un poco más detallada:

                        -Un juicio o proposición puede definirse como la unión de un sujeto y un predicado.

-Puede ocurrir que, al realizar tal unión, con el predicado no añadamos nada a lo que ya está en el sujeto. Es el caso, por ejemplo, de  "los triángu­los son figuras geométricas": no hay nada en el predicado que no estuviera ya en el sujeto, el predicado se limita a analizar el sujeto, explici­tar algo que estaba implícito. A estos juicios Kant los llama analíticos (Hume los daba el nombre de relaciones de ideas).

                     -Pero también puede ocurrir que el predicado añada algo al significado del sujeto: por ejemplo, en "el calor dilata los cuerpos" (la idea de dilatación no está contenida en la idea de calor, sino que son dos ideas distintas); estos juicios nos proporcio­nan una información que no poseeríamos entendiendo simplemente el concepto que hace de sujeto. Kant los llama juicios sintéticos (en Hume, cuestiones de hecho).

                      -Hume igualaba "cuestiones de hecho" a "conocimientos a posteriori", y "relaciones de ideas" a "conocimien­tos a priori". Sin embargo, Kant niega tal equiva­lencia: hay juicios sintéticos (informativos) que son a priori (universales y necesarios). Es más: no solo hay juicios sintéticos a priori, sino que tales juicios son la condición que hace posible la existencia de la ciencia como conocimiento univer­sal y necesario.

            En este sentido, la pregunta de Kant ¿cómo es posible la ciencia? equivale a esta otra ¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? Y la respuesta de Kant es: la posibilidad de los juicios sintéticos a priori depende de condiciones trascenden­tales, es decir, puestas por el sujeto trascendental. Kant distingue dos aspectos en el conocimiento:

                        -Una materia, es decir, algo dado, recibido contingente­mente a través de los sentidos.

                        -Una forma, es decir, algo puesto, dependiente del sujeto trascendental; es esta forma la que hace posible la existencia de juicios sintéticos a priori y en consecuencia los caracteres de universalidad y necesidad que presenta el conocimiento científico.

            La forma del conocimiento es subjetiva (depende del sujeto, aunque no del sujeto psicológico, sino del trascendental), pero no podemos conocer nada que no se someta a esta forma subjetiva. Dicho de otro modo: no conocemos las cosas tal como son en sí mismas, sino tal como han sido 'filtradas' por la facultad de conocer. O también se puede decir de esta manera: lo que conocemos es un objeto, pero necesariamente un 'objeto subjetivizado'; la objetivi­dad solo es posible gracias a la subjetividad. Kant distingue el fenómeno (el objeto conocido) de la cosa en sí o noúmeno (el objeto tal como es independientemente de su relación con una razón que lo conoce) y enuncia tajantemente: no podemos conocer las cosas en sí.

 

 

            3. LAS DIVISIONES DE LA "CRÍTICA".

 

            Kant distingue tres niveles en la facultad de conocer:

                        a) Hay un primer nivel esencialmente pasivo o receptivo: recibe impresiones o sensaciones, tanto internas como externas; a este nivel lo llamamos sensibili­dad.

                     b) Un segundo nivel unifica lo recibido de la sensibili­dad, pensándolo por medio de conceptos que él mismo aporta y elaborando juicios: es, por tanto, un nivel activo o espontáneo; lo llamamos entendimien­to.

c) Finalmente, un tercer nivel enlaza los juicios procedentes del entendimiento mediante razonamien­tos, llevando aún más lejos la función unificadora iniciada ya en el entendimiento; este nivel recibe el nombre de razón[4].

            Kant divide la Crítica de la razón pura en dos grandes secciones: la Estética trascendental y la Lógica trascendental: la primera se ocupa de la parte receptiva de la facultad de conocer (la sensibilidad) y la segunda de la parte activa (entendimiento y razón). A su vez, la Lógica trascendental se divide en Analítica trascendental (entendimiento) y Dialéctica trascendental (razón). En cada uno de los tres niveles la "Crítica" trata de indagar cuáles son las condiciones que pone la razón para hacer posible el conocimiento, esto es, qué formas a priori se dan en cada nivel.

            Pero es que, además, las distintas ciencias están muy estrechamente relacionadas con estos tres niveles de la facultad de conocer: las matemáticas con la sensibilidad, la ciencia natural con el entendimiento y la metafísica con la razón. Por lo tanto, las cuestiones que se tratan en cada una de las divisiones de la "Crítica" son las siguientes:

            Estética trascendental - ¿Cuáles son las formas a priori de la sensibilidad?

                                                                        ¿Cómo es posible la ciencia matemáti­ca? (=¿cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en matemáticas?).

            Analítica trascendental - ¿Cuáles son las formas a priori del entendimiento?

                                                                         ¿Cómo es posible la ciencia natural pura[5]? (=¿cómo son posibles los juicios sintéticos a prio­ri en la ciencia natural?).

            Dialéctica trascendental - ¿Cuáles son las formas a priori de la razón?

                                                                          ¿Es posible la metafísica? (=¿son posibles los juicios sintéti­cos a priori en metafísica?).

            Nótese que en el caso de la matemática y la ciencia natural se pregunta ¿cómo es posible...? (se da por supuesto que es posible, y simplemente se pregunta cómo), mientras que en el de la metafísica se pregunta ¿es posible...? Esto es así porque es esta cuestión (la posibilidad de la metafísica) la que fundamentalmente preocupa a Kant. De hecho, su respuesta será negativa: no es posible la metafísica, y la Dialéctica trascendental será una crítica de esta pseudociencia.

 

 

            4. LA ESTÉTICA TRASCENDENTAL.

 

            La Estética trascendental se ocupa de las formas a priori de la sensibilidad, que son también las condiciones que hacen posible la existencia de una ciencia matemática.

 

            4.1. LAS FORMAS A PRIORI DE LA SENSIBILIDAD.

 

            En la sensibilidad distingue Kant:

            -Algo dado en la sensación: colores, sabores, olores, etc. (materia de la sensación).

                        -Algo puesto por el sujeto trascendental: las condiciones a priori sin las cuales no podría darse sensación alguna (forma de la sensación).

            Estas condiciones a priori son llamadas por Kant intuiciones puras, y son dos: el espacio y el tiempo.

                        a) Intuición significa representación o idea singular (se opone a "concepto", que es una representación o idea general): el espacio y el tiempo son intuicio­nes, no conceptos, porque solo hay un espacio y un tiempo, del cual son partes los distintos momentos y lugares[6].

                        b) Puras significan que no toman nada de la experiencia: el espacio y el tiempo no son contenidos de ninguna experiencia, sino condiciones de todas: no puede haber ninguna experien­cia si no se da en el espacio y en el tiempo (experiencia externa), o al menos en el tiempo (experiencia interna).

                        c) El espacio es definido como la forma a priori de la sensibilidad externa: todas las sensaciones exter­nas (colores, sonidos, olores...) se dan en el espacio.

                        d) El tiempo es definido como la forma a priori de toda sensibilidad, tanto externa como interna: las sensaciones externas se dan en el espacio, pero también en el tiempo, y las internas (dolores, placeres, deseos, dudas, recuerdos, etc.) se dan solo en el tiempo.

 

            4.2. LA POSIBILIDAD DEL CONOCIMIENTO MATEMÁTICO.

 

            Según Kant, las matemáticas se basan precisamente en las intuiciones puras de espacio y tiempo: la geometría en la intuición del espacio, la aritmética en la intuición del tiempo (el tiempo es sucesión, y precisamente a partir de esta idea de sucesión se construye la serie de los números: el 2 sucede al 1, el 3 sucede al 2, etc.).

            Las leyes matemáticas, al fundarse en intuiciones puras, son juicios sintéticos a priori, por tanto, universales y necesarios (ninguna experiencia puede negar su validez).

            Y, puesto que las intuiciones puras de espacio y tiempo son también condiciones de toda experiencia, en toda experiencia se cumplen necesariamente las leyes de la matemática.

 

 

            5. LA ANALÍTICA TRASCENDENTAL.

 

            La Analítica trascendental trata de estudiar las formas a priori que se dan en el nivel del entendimiento, y son precisamente estas formas a priori las que permiten la existencia de principios sintéticos a priori sobre los que se construirá la ciencia natural.

 

            5.1. LAS FORMAS A PRIORI DEL ENTENDIMIENTO.

 

            El entendimiento recoge aquello que la sensibilidad le proporciona y lo piensa, dando unidad y sentido a aquello que de otra manera no sería más que un caos informe.

            Exactamente igual que ocurría en la sensibilidad, en el entendimiento nos encontramos con algo dado (el material que procede de la sensibilidad) y con algo puesto por el propio entendimiento (los conceptos gracias a los cuales el entendimiento es capaz de organizar el material sensible).

            Lo puesto por el entendimiento, sus formas a priori, son por tanto conceptos puros: representaciones o ideas no singulares, sino generales (al contrario que las intuiciones de espacio y tiempo), y que (como las intuiciones de espacio y tiempo) no proceden de la experiencia, sino que la preceden y la hacen posible.

            Lo fundamental en el punto de vista kantiano es que el entendimiento se proporciona a sí mismo unos conceptos puros para organizar y unificar el material sensible; menos importante es la enumeración concreta de estos conceptos puros (que Kant llama también categorías, como los géneros supremos de Aristóteles).

 

                Kant obtiene la lista de los conceptos puros (doce) a partir de la clasificación lógica de los juicios, ya que razona: a) los conceptos puros nos sirven para pensar el material sensible; b) cuando pensamos algo, lo que hacemos es elaborar un juicio; c) los distintos tipos de juicios nos dirán, entonces, las distintas maneras de pensar el material sensible que hay, y por tanto los distintos conceptos puros utilizados.

                Los juicios se clasifican (según la lógica que Kant conoce) de la siguiente manera:

                A) Según la cantidad: -universales ("todos los hombres son mortales")

                                                 -particulares ("algunos hombres son mortales")

                                                 -singulares ("David Bustamante es un hombre")

                B) Según la cualidad: -afirmativos ("un hombre es un animal")

                                                 -negativos ("un hombre no es un vegetal")

                                                 -limitativos o indefinidos ("un hombre es un no-vegetal")

                C) Según la relación: -categóricos (enuncian algo sin condición alguna: "los hombres son mortales")

               -hipotéticos o condicionados ("los hombres son mortales, si son animales")

             -disyuntivos (enuncian varias posibilidades: "los seres vivos son vegetales o animales")

                D) Según la modalidad: -problemáticos (enuncian algo que puede ser: "quizá llueva mañana")

                                               -asertóricos (enuncian algo que es: "estamos en invierno")

               -apodícticos (enuncian algo que tiene que ser: "los ángulos de un triángulo deben sumar 180").

                Basándose en esta clasificación de los juicios, Kant ofrece su lista de conceptos puros o categorías:

                               -Categorías de la cantidad: totalidad, pluralidad, unidad.

                               -Categorías de la cualidad: realidad, negación, limitación.

                               -Categorías de la relación: substancia-accidente, causa-efecto, acción recíproca.

                               -Categorías de la modalidad: posibilidad, existencia, necesidad.

 

            5.2. LA POSIBILIDAD DE LA CIENCIA NATURAL.

 

            La ciencia natural (física: saber acerca de la physis) es posible como conocimiento universal y necesario gracias a que el entendimiento se da a sí mismo, en relación con los conceptos puros, una serie de juicios o principios sintéticos a priori.

            Especial importancia tiene el principio de causalidad ("todo lo que sucede tiene una causa"): si este principio procediera de la experiencia, no podría ser conocido como absolutamente necesario (la experiencia no proporciona necesidad, como muy bien señaló Hume) y podría presentar excepciones. Sin embargo, Kant señala que tal principio no se deriva de la experiencia, sino que es más bien una condición de ella: la propia experiencia dejaría de sernos comprensible si supusiéramos que puede haber sucesos sin causa; tal supuesto haría imposible la existencia de ciencia natural.

            De esta forma, dice Kant contra Hume, el conocimiento que poseemos de la relación causal es absolutamente necesario (a priori): no podemos pensar que tal relación no se dé en algún caso.

 

            5.3. EL USO EXTRAEMPÍRICO DE LAS CATEGORÍAS.

 

            El entendimiento posee, por tanto, conceptos propios, independientes de la sensibilidad (a priori). Sin embargo, dice Kant: aunque tales conceptos puros o categorías no tienen su origen en la sensibilidad, su finalidad es ser aplicados al material sensible[7]. Hacer un uso de las categorías que vaya más allá de la experiencia (por ejemplo, la aplicación del concepto "causa" para inferir de un efecto empírico una causa no experimentable) es incorrecto. Los conceptos puros pueden ser aplicados correctamente dentro del campo de los fenómenos (objetos de experiencia), nunca para sobrepasar este campo alcanzando el noúmeno (lo que no es experimentable).

            La metafísica (supuesta ciencia que trata de realidades supraempíricas) se basa, por tanto, en un uso incorrecto de las categorías del entendimiento. La pregunta que plantea Kant, y para cuya respuesta ha necesitado realizar la crítica de la razón, aparece ya contestada al final de la Analítica trascendental: no es legítimo un uso extraempírico de las categorías ni, por tanto, es posible la metafísica como ciencia. Pero todavía reservará la Dialéctica trascendental para asestar un último y definitivo golpe a la metafísica: la crítica de los razonamientos que esta propone.

 

 

            6. LA DIALÉCTICA TRASCENDENTAL.

 

            Si el entendimiento tomaba como material los datos sensibles y los pensaba elaborando juicios (utilizando para ello los conceptos puros que obtenía de sí mismo), la razón tomará ahora como material los juicios elaborados por el entendimiento y elaborará a partir de ellos razonamientos; como ocurría en los dos niveles anteriores, sensibilidad y entendimiento, la razón también dispondrá ahora de formas a priori (que Kant llama ideas trascen­dentales) y estas ideas trascendentales corresponden precisamente a los "objetos metafísicos" tradicionales: alma, mundo, Dios. El intento de hacer ciencia acerca de tales realidades es un vano intento (como ya se vio al final de la Analítica trascendental), pero también un intento inevitable: está arraigado en la naturaleza misma de la razón humana.

            De una forma parecida a como en la Analítica trascendental Kant ponía en relación los conceptos puros con los tipos de juicio, ahora va a poner en relación las tres ideas trascendentales con los tres tipos de razonamiento.

 

                Los razonamientos (silogismos) se pueden clasificar en tres grupos:

                                -Silogismo categórico: Todos los hombres son mortales, Pedrito Sánchez es hombre, luego Pedrito Sánchez es mortal.

                                      -Silogismo hipotético: Me tiro de los pelos si no entiendo a Kant, no entiendo a Kant, luego me tiro de los pe­los.

          -Silogismo disyuntivo: Estudio o copio o suspendo, no estudio ni copio, luego suspendo.

                Cada uno de los tres tipos de silogismo se basa en una relación fundamental:

                                -El silogismo categórico se basa en la relación sujeto-predicado; de ahí que se corresponda con la idea de un ser que es siempre sujeto y nunca accidente o propiedad de otro: idea del yo o alma.

   -El silogismo hipotético se basa en la relación causa ("si...")-efecto ("entonces..."); de ahí que se corresponda con la idea de una realidad en la que están contenidas todas las causas: idea de mundo.

                                -El silogismo disyuntivo se basa en la relación de exclusión mutua entre las partes de un todo ("o A, o B", siendo el todo A+B); de ahí que se corresponda con la idea de un ser que tiene toda la realidad que se puede tener: idea de Dios.

 

            De la misma forma que los conceptos puros del entendimiento tenían como función organizar o unificar el material de la sensibilidad, las ideas de la razón tienen también como función organizar o unificar el material del entendimiento: son fundamen­talmente funciones de unidad, no conceptos que se refieran a realidades realmente existentes.

                        -La idea del yo representa la unidad de toda la experien­cia interna.

            -La idea del mundo representa la unidad de toda la experiencia externa.

            -La idea de Dios representa la unidad de toda la experiencia (es el ser que contiene toda la reali­dad posi­ble).

            Los razonamientos que concluyen en la existencia de alguna de estas realidades son inválidos, fundados muchas veces en la aplicación de las categorías o conceptos puros más allá de su ámbito propio: el material sensible[8]. En cuanto noúmenos (objetos no experimentables), las ideas de alma inmortal, causa no causada (o lo que es lo mismo, libertad) y Dios pueden ser pensadas, pero su realidad no puede ser asegurada por la sola razón teórica; sin embargo, aparecerán como condiciones o postulados de la razón práctica.

 

 

7. FENÓMENO Y NOÚMENO, NATURALEZA Y LIBERTAD.

 

Intentemos hacer una síntesis de las principales conclusiones a las que llega Kant en la Críti­ca de la razón pura.

1. Kant concibe el conocimiento como el resultado de la colaboración de sensibilidad y en­tendimiento. El entendimiento elabora conceptos, pero estos quedan vacíos si la experiencia no nos ofrece ejemplos de ellos por medio de la intuición.

2. Las ideas de la razón tienen como finalidad proporcionar unidad a nuestros conocimien­tos, y en virtud de ellas pensamos la totalidad de objetos conocidos como si fueran un único objeto; así, el alma representa la totalidad de la experiencia interna, el mundo la totalidad de la experiencia externa y Dios la totalidad de lo real.

3. La Metafísica, o conocimiento de objetos más allá de la experiencia, no es posible por:

a) Los conceptos del entendimiento (substancia, causa, etc.) tienen su campo de aplicación en las intuiciones sensibles, no fuera de ellas.

b) Las ideas de alma, mundo y Dios son ideales de conocimiento a los que aspira la razón (“ideas” en el sentido platónico), no conceptos que representen objetos realmente conocidos.

4. El conocimiento se limita por tanto a los fenómenos u objetos de experiencia. El sistema de todos ellos, en cuanto sometido a leyes universales, recibe el nombre de naturaleza. En la natura­leza el principio de causalidad (conexión necesaria de los fenómenos) vale sin excepciones, y no que­­da sitio para la idea de libertad como causa no determinada por otras causas anteriores.

5. Sin embargo, Kant distingue el fenómeno (objeto conocido) de la cosa en sí o noúmeno. La razón teórica o especulativa no puede conocer, aunque sí pensar, el noúmeno. Sin embargo, la razón práctica presupone la libertad de la voluntad al descubrir el hecho de la obligación moral. La razón práctica encuentra así un acceso al noúmeno, mientras que la razón teórica debe limitarse a los fenómenos.

 

 

            B) EL USO PRÁCTICO DE LA RAZÓN: LA CRÍTICA DE LA RAZÓN PRÁCTICA.

 

 

            1. ÉTICAS MATERIALES Y ÉTICA FORMAL.

 

            A veces se explica la diferencia entre la ética de Kant (ética formal) y todas las demás éticas (éticas materiales) diciendo: una ética formal es una ética sin contenido, es decir, una ética que no manda ni prohíbe nada concreto; por el contrario, las éticas que presentan mandatos y prohibiciones concretas son éticas materiales. Hay que decir desde ahora que tal afirmación es una solemne estupidez y el hecho de que sea tan frecuente encontrarla, incluso en libros de texto, es un síntoma de lo grave que es en España la ignorancia en materia filosófica.

            Para entender la diferencia entre una ética material y una ética formal hay que explicar primero en qué consisten la materia y la forma de una norma moral[9]. Tomemos como ejemplo la norma "se deben cumplir las promesas":

                        -En ella hay algo mandado (cumplir las promesas) y hay un modo de mandarlo (como una obligación: algo que todo el mundo debe hacer).

                        -Lo que manda, prohíbe o permite una norma moral es su materia, contenido, fin u objeto (se pueden consi­derar estos cuatro términos como sinóni­mos).

                        -El modo de mandarlo, prohibirlo o permitirlo es lo que hace que sea una norma moral y no otra cosa: es su forma.

            Pues bien, dice Kant, la forma de las normas morales es precisa­mente su universalidad y necesidad, por lo que se las puede llamar correctamente leyes morales.

            -La universalidad de una ley moral consiste en que debe cumplirla todo aquel que esté en el caso que la ley señala, no admitiendo, por tanto, posibles excepcio­nes[10].

            -La necesidad de una ley moral consiste en su carácter incondicionado: la ley enuncia algo que debe cumplirse, independientemente de los móviles sensibles (intereses o inclinaciones) que puedan hacer que el sujeto tema o desee su cumplimiento.

            Una vez distinguidas materia y forma de una norma o ley moral, podemos distinguir las éticas materiales de las éticas formales: una ética material es aquella en que la forma de las leyes morales se deduce a partir de su materia, y ética formal aquella en que la materia se deduce de la forma.

            Un ejemplo claro de ética material sería la ética de Aristóte­les y de Santo Tomás: hay algo bueno en sí mismo (la felicidad), y a partir del conocimiento de ese bien deducimos una serie de normas. Kant procede en sentido inverso: una vez supuesta la idea de ley moral como universal y necesaria, podemos deducir su materia examinando qué fines son compatibles con esta universalidad y necesidad y cuáles no.

 

 

            2. LA CRÍTICA KANTIANA A LAS ÉTICAS MATERIALES.

 

            Kant parte de la idea de que las leyes morales son universales y necesarias. En este sentido, podríamos sintetizar su crítica a las éticas materiales en tres puntos:

                        -Toda ética material es a posteriori: parte de la existencia de un bien conocido mediante la expe­riencia (Kant dice que los diversos bienes que proponen las distintas éticas materiales pueden reducirse a uno solo: el placer). Ahora bien (hay que recordarlo una vez más), la experiencia no proporciona necesidad; por tanto, no puede haber ninguna norma moral a posteriori universal y necesaria (o lo que es lo mismo: ninguna ley moral puede ser a posteriori).

            -Las éticas materiales solo pueden proporcionar normas condicionadas: normas del tipo "haz A, si quieres B" (siendo B la felicidad o placer propios). Pero tales normas no son normas morales.

            -Las éticas materiales son éticas heterónomas: la fuente de las normas no es la razón del sujeto, sino algo externo a ella como la parte no racional de su naturaleza o un ser capaz de premiar y castigar. En estas éticas, la persona racional se ve sometida por algo extraño a sí misma.

 

 

            3. LA ÉTICA FORMAL DE KANT: EL IMPERATIVO CATEGÓRICO.

 

            Tales inconvenientes se pueden evitar proponiendo una ética en que lo mandado (materia) se deduzca de la forma del mandato. Como ya hemos dicho, este tipo de ética se llama ética formal.

            ¿Cuál es la forma del mandato moral? Su universalidad y necesidad. Podemos decir, por tanto, que la norma suprema de la moralidad es esta: obra de tal modo que puedas querer que lo que tú quieres, lo deba querer todo ser racional[11]. Como se ve, esta fórmula no hace más que recoger la exigencia de universalidad que debe tener toda ley moral (su forma), pero a partir de ella podemos deducir los contenidos morales concretos.

 

                Tomemos un ejemplo: me pregunto si moralmente tengo derecho a no cumplir una promesa (p.ej., una promesa de fidelidad matrimonial), ya que me encuentro en una situación en que sería para mí más ventajoso no cumplir esta promesa que cumplirla. Para responder a esta pregunta, simplemente tengo que preguntarme: cuando quiero faltar a mi promesa, ¿qué es lo que quiero realmente: que todo el mundo pueda faltar a sus promesas cuando le convenga, o más bien que la ley que manda cumplir las promesas valga para todos menos para mí? Está claro que lo segundo; por tanto, lo que yo quiero es inmoral (ya que la ley moral no admite excepciones, ni en mi favor ni en el de nadie).

 

            La norma suprema de la moralidad que Kant propone se conoce habitualmente como imperativo categórico (es decir, no condiciona­do: no tiene la forma "haz A, si quieres B", sino simplemente "haz A"). Puede expresarse de distintas maneras (Kant presenta cuatro), todas ellas equivalentes. La segunda más conocida (después de la de arriba) es la que dice así: obra de tal modo que trates a todos los seres racionales (incluido tú mismo) siempre como fines y nunca solo como medios. Con esta formulación, Kant hace una distinción tajante entre cosas (lo que es esencialmente "medio para otra cosa") y personas (lo que es esencialmente "fin en sí mismo")[12].

 

 

            4. LOS POSTULADOS DE LA RAZÓN PRÁCTICA.

 

            La realidad de las ideas trascendentales (mundo, alma, Dios), que no pudo ser afirmada por la razón teórica en la Dialéctica trascendental, es sin embargo recuperada por la razón práctica, aunque en una forma ligeramente modificada:

            -En relación con la idea de mundo, aparece la idea de libertad: posibilidad de que haya una causa que no esté determinada por una causa anterior.

   -En relación con la idea de alma, aparece la de inmorta­lidad.

-Finalmente, la idea de Dios permanece, aunque no tanto como el ser que contiene toda la realidad posible, sino como el ser que es a la vez sumamente bueno y sumamente feliz.

            El mismo hecho de la moralidad supone como postulado necesario la libertad: si yo debo hacer algo, es que puedo hacerlo; y por tanto que puedo actuar independientemente de los impulsos natura­les (si fueran estos impulsos los que me movieran a actuar siempre, yo no podría hacer otra cosa más que lo que hago, y por tanto no podría estar moralmente obligado a nada).

            Los otros dos postulados de la razón práctica se refiere a aquello a lo que tiende últimamente la razón práctica: el bien supremo. Este bien supremo se puede expresar: bondad moral+felici­dad, y su existencia supone la realidad de la inmortalidad personal y de Dios.

              -Bondad moral y felicidad son dos conceptos distintos, y sin embargo la conciencia moral (la propia razón práctica) me dice que deben ir unidos: esta exigen­cia racional es un juicio sintético a priori, que contiene necesidad. Sin embargo, esto que debe cumplirse, muchas veces no se cumple en este mundo; por tanto, se cumplirá en una existencia posterior a la muerte (hay que suponer la inmortalidad).

            -¿Y qué ser puede garantizar que esta unión entre bondad moral y felicidad ocurra efectivamente? Es evidente que solo un ser que sea él mismo enteramente bueno y enteramente feliz: Dios.



[1]Hume pretendía haber salvado la necesidad del conocimiento matemático, pero Kant advierte que, exactamente igual que en el juicio el calor dilata los cuerpos, también en los juicios matemáticos como la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos se da una conexión entre dos conceptos ("línea recta", "distancia más cortas") distintos entre sí, sin que ninguno de ellos forme parte del significado del otro. Por lo tanto, ya que esta conexión no es una mera relación de ideas, tampoco debería ser necesaria si Hume tuviera razón.

[2]"Giro copernicano" se considera la revolución que produjeron en las maneras de pensar Copérnico y sus seguidores al dejar de pensar la tierra como centro del universo. Por analogía, Kant llama también "giro copernicano" a su pretensión de dejar de considerar el objeto como centro y punto de partida del conocimiento y poner en su lugar al sujeto.

[3]La palabra metafísica toma dos significados fundamentales: por una parte, "metafísica" significa filosofía primera: el saber que no se basa en ningún otro saber y en el cual se basan todos los otros saberes (sentido aristotélico: en este sentido, lo que Kant llama "crítica de la razón" vendría a ocupar el lugar de la "ciencia del ser en cuanto ser" de Aristóteles); por otra parte, por "metafísica" se entiende también un (supuesto) saber acerca de realidades que están más allá de la experiencia: alma, mundo, Dios. Podríamos decir que Kant se pregunta si es posible la metafísica en el segundo sentido, y para contestar a tal pregunta hace metafísica en el primer sentido.

[4]La palabra razón tiene, por tanto, dos sentidos: en uno, más amplio, designa la facultad de conocer en general; en el otro, designa uno de los tres niveles de esta facultad de conocer.

    [5]Un conocimiento o representación es puro cuando nada de su contenido está tomado de la experiencia. Kant distingue puro de a priori: todo lo que es puro es a priori, aunque puede haber conocimientos a priori que no sean puros (p.ej., "dos manzanas y tres manzanas son cinco manzanas" es un conocimiento a priori -su validez no depende de la experiencia-, pero no puro -el concepto "manzana" está tomado de la experiencia-). Sin embargo, en el nivel de 2º de Bachillerato está distinción no parece fundamental, por lo que nosotros tomaremos los conceptos de puro y a priori (y asimismo sus contrarios, empírico y a posteriori) como equivalentes.

    [6]Un ejemplo para intentar aclarar la diferencia entre intuición y concepto: la idea de espacio es una intuición porque un lugar concreto es parte del espacio único; sin embargo, la idea de manzana es un concepto porque una manzana concreta no es una parte de la idea de manzana, sino más bien un ejemplo: la idea de manzana es una representación general o universal, la idea de espacio es una representación individual o singular.

[7]Los conceptos puros, que constituyen la forma del entendimiento, necesitan “llenarse” con una materia, ya que de otra forma son meros esquemas vacíos con los que no pensamos realmente nada. Esta materia que es organi­zada por los conceptos puros son las intuiciones sensibles o fenómenos, por lo cual puede decirse que el entendi­mien­to y la sensibilidad se necesitan mutuamente (“las intuiciones sin concepto son ciegas, los conceptos sin intuición son vacíos”).  

[8]Especial importancia tienen las llamadas “antinomias de la razón pura”, razonamientos contradictorios que toman como base la idea de “mundo”. Según Kant, puede demostrarse tanto que el mundo tiene un principio en el tiempo y un límite en el espacio como lo contrario (ya que se toma el espacio y el tiempo como objetos reales, cuando no son sino formas de la sensibilidad), o que en el mundo todo está determinado y, por el contrario, que existe una causalidad libre. En esta última antinomia las dos conclusiones son verdaderas: en el mundo de los fenó­me­nos todo está determinado, pero podemos pensar una voluntad nouménica no determinada, sino libre.

   [9]Se llama norma a todo juicio o proposición que manda, prohíbe o permite algo, p.ej., "se deben cumplir las promesas" (obligación), "no se debe matar al propio padre" (prohibición), "se pueden hacer preguntas en clase de filosofía" (autorización). No toda norma es una norma moral: Kant distingue las normas morales de todas las demás en que las últimas mandan, prohíben o permiten algo para conseguir otra cosa (son normas hipotéticas o condicionadas), mientras que las normas morales mandan, prohíben o permiten algo por sí mismo (son normas categóricas).

[10]Hay que distinguir excepción de restricción. Una ley moral, si es verdaderamente una ley moral, debe cumplirse siempre; en este sentido, no puede tener excepciones. Sin embargo, es posible que tomemos por ley moral algo que realmente no lo es, y necesitemos añadirle una restricción para que sea de verdad una ley moral. Por ejemplo, si se dice simplemente "no se debe matar" tal vez no estemos ante una verdadera ley moral; sin embargo, si añadimos "no se debe matar a no ser en defensa de la propia vida o la de otros" hemos restringido la norma anterior, pero gracias a esta restricción la hemos convertido en una ley moral válida.

[11]La formulación kantiana es esta: obra de tal modo que puedas querer que la máxima de tu voluntad se convierta en ley universal. Su significado es el mismo que el de la fórmula de arriba.

[12]Esta distinción lleva a Kant, entre otras cosas, a rechazar el derecho del Estado a sacrificar personas concretas para conseguir determinados fines (políticos, económicos, etc.): los ejércitos permanentes son, según Kant, una institución inmoral.

 

 

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