Hubo
un tiempo en que el cine desconocía la técnica del Croma ("fondo verde sustituible por lo que se quiera") y demás efectos digitales, y eso no le volvió incapaz de crear secuencias tan espectaculares y hermosas como la aquí comentada. Pertenece a una película taiwanesa originalmente titulada Xia nu; título que, si intentáramos una traducción más o menos literal, podríamos interpretar como un contrasentido: xia es "caballero" (podríamos añadir "andante" o "errante"), nu es "dama", "señora". Y es que en Occidente no existe una tradición de relatos sobre esos "caballeros andantes femeninos" que tanto abundan en la literatura y cinematografía chinas (lo más parecido serían las superheroinas tipo Wonder-Woman, pero aquí ya estaríamos hablando de caricaturas, como todos los superhéroes lo son de los caballeros andantes antes mencionados). Ya se sabe que, en nuestra cultura, han funcionado durante siglos los estereotipos, traducibles en ecuaciones, "épico = masculino" y "sentimental = femenino", pero al parecer en China las cosas no han sido exactamente así. Bien por los chinos, al menos en este aspecto.
Y un recuerdo para el recientemente fallecido Liu Xiaobo, Premio Nobel de la Paz (que no le dejaron recoger): como vemos en la película, a lo largo de la historia china siempre ha habido héroes luchando contra gobiernos tiránicos y corruptos, que ayer aparecían envueltos en la majestad divina del emperador y hoy en el gran partido comunista, intérprete infalible, como todo el mundo sabe, de la voluntad e intereses de las masas obreras y campesinas.
Volvamos a la película, que quizá veamos ahora, tras la anterior digresión, un poco más actual, más cercana a nuestros días. Pertenece al género conocido como wuxia o wuxiapian y refleja las intrigas políticas de una época de la historia china en que los ministros o consejeros del emperador (generalmente eunucos, castrados para evitar los previsibles conflictos entre intereses familiares y política imperial) manejan, a espaldas de este, "cámaras" o "agencias" independientes y casi siempre enfrentadas entre sí.
La hija de un militar destacado, experta en las artes marciales, es perseguida por los agentes de una de estas cámaras. Uno de ellos llega al lugar donde reside el que podría considerarse narrador de la película, pues todo lo que ocurre lo vemos a través de sus ojos.
Se trata de un joven estudiante que se gana la vida como pintor aficionado al tiempo que cuida de su anciana madre (¿o más bien se deja cuidar por ella?), quien se ofrece a ayudar a la mujer y que mantendrá con ella una relación amorosa de una sola noche: la dejará embarazada. Este joven, que jamás participa en los combates y siente horror ante los cadáveres, prepara estrategias para derrotar a los agentes del gobierno. La mujer contará finalmente con la ayuda de unos monjes budistas. Este es, a muy grandes rasgos, el argumento.
En el mundo no-chino la película fue comercializada como A touch of zen: lo de "comercializada" es un decir, ya que, a efectos prácticos, se puede decir que o no fue estrenada o lo hizo sin que nadie se enterara; y eso que podría haberse aprovechado el relativo éxito de las producciones asiáticas de artes marciales, casi siempre de calidad más que discutible, que en los primeros años 70 llegaban a Europa en aluvión. A touch of zen optó a la Palma de Oro de Cannes y se hizo con alguno de los premios menores, pero los distribuidores españoles y europeos prefirieron estrenar los más rentables bodrios de Bruce Lee y compañía.
La referencia al budismo del título internacional podría aludir a los monjes que protegen a la heroina y al hecho de que esta, en el caso de seguir viva al final (asunto interpretable), ingresaría como monja en un monasterio, tras haber puesto fin a la efímera relación amorosa con el protagonista masculino y dejar a este al cuidado del hijo consecuencia de esta relación.
La secuencia de acción que nos ocupa está situada hacia la mitad del metraje, es decir, cuando ya ha transcurrido cerca de hora y media y hasta el momento solo hemos asistido a un único combate o escaramuza. Al principio los dos grupos de combatientes son presentados en planos y contraplanos sucesivos, al tiempo que captamos el escenario de la lucha en toda su belleza (bambú, niebla, luz filtrándose entre las ramas). El "grupo de los justos" valora la situación y decide enfrentarse a los adversarios uno a uno, pero la estrategia falla y el duelo final, una espectacular lucha a espada, se resuelve con una victoria apurada: los dos espadachines quedan exhaustos y a punto de caer desmayados.
Los héroes de King Hu no son superhombres, sino hombres de carne y hueso. Sus acrobacias, realizables ante la cámara por los propios actores o sus dobles (eso sí, con alguna pequeña ayudita del montaje y algún dispositivo puramente mecánico, sin trucos de ordenador) son resultado de muchos años de disciplina y entrenamiento.
No
tienen nada que ver con otros héroes, compañeros de género, como el
espadachín manco que primero aniquila a un ejército, a continuación se enfrenta al malvado
experto en artes marciales y, tras matar a este último y sin tiempo de respirar un poco, se retira tan
fresco a rendir un homenaje ante la lápida del amigo caído, en Furia del tigre amarillo, otra de las más conocidas cumbres del wuxia.
Hu es fiel a la enseñanza de Hitchcock en Cortina rasgada: matar a un hombre es difícil y agotador; enseñanza que, por cierto, los hermanos Coen aplicaron escrupulosamente en Sangre fácil, que curiosamente ha sido objeto de remake a cargo del más conocido imitador/homenajeador de A touch of zen, Zhang Yimou.
A touch of zen, o Xia nu, fue pronto olvidada y, lo que es peor, su director King Hu nunca volvió a dar muestras de su mucho talento: sus escasas realizaciones posteriores quedaron muy por debajo del nivel aquí alcanzado. Los críticos de cine occidentales únicamente volvieron a acordarse de ella a principios del nuevo milenio, unos treinta años después de su estreno, cuando fue reivindicada y homenajeada por los directores chinos entonces en auge, Ang Lee (Tigre y dragón) y el ya citado Zhang Yimou (La casa de las dagas voladoras).
Me gustaría extenderme más sobre esta película, su director y el género wuxia, pero ya lo he hecho en otra entrada de este mismo blog y a ella remito al lector interesado.
Puede apreciarse, en las imágenes que acompañan a este texto, el valor pictórico de cada fotograma de A touch of zen. Para apreciar igualmente su sentido del movimiento y el montaje conviene asistir, de forma contemplativa, a la reproducción del fragmento insertado a continuación.
...enfrentados a cuatro hombres justos... |
Y un recuerdo para el recientemente fallecido Liu Xiaobo, Premio Nobel de la Paz (que no le dejaron recoger): como vemos en la película, a lo largo de la historia china siempre ha habido héroes luchando contra gobiernos tiránicos y corruptos, que ayer aparecían envueltos en la majestad divina del emperador y hoy en el gran partido comunista, intérprete infalible, como todo el mundo sabe, de la voluntad e intereses de las masas obreras y campesinas.
Volvamos a la película, que quizá veamos ahora, tras la anterior digresión, un poco más actual, más cercana a nuestros días. Pertenece al género conocido como wuxia o wuxiapian y refleja las intrigas políticas de una época de la historia china en que los ministros o consejeros del emperador (generalmente eunucos, castrados para evitar los previsibles conflictos entre intereses familiares y política imperial) manejan, a espaldas de este, "cámaras" o "agencias" independientes y casi siempre enfrentadas entre sí.
...de los cuales dos únicamente observan el duelo, sin participar en él. |
Efecto dramático de la luz y la niebla, en el inicio del duelo. |
Inicio de la acrobacia... |
En el mundo no-chino la película fue comercializada como A touch of zen: lo de "comercializada" es un decir, ya que, a efectos prácticos, se puede decir que o no fue estrenada o lo hizo sin que nadie se enterara; y eso que podría haberse aprovechado el relativo éxito de las producciones asiáticas de artes marciales, casi siempre de calidad más que discutible, que en los primeros años 70 llegaban a Europa en aluvión. A touch of zen optó a la Palma de Oro de Cannes y se hizo con alguno de los premios menores, pero los distribuidores españoles y europeos prefirieron estrenar los más rentables bodrios de Bruce Lee y compañía.
La referencia al budismo del título internacional podría aludir a los monjes que protegen a la heroina y al hecho de que esta, en el caso de seguir viva al final (asunto interpretable), ingresaría como monja en un monasterio, tras haber puesto fin a la efímera relación amorosa con el protagonista masculino y dejar a este al cuidado del hijo consecuencia de esta relación.
...que continúa... |
La secuencia de acción que nos ocupa está situada hacia la mitad del metraje, es decir, cuando ya ha transcurrido cerca de hora y media y hasta el momento solo hemos asistido a un único combate o escaramuza. Al principio los dos grupos de combatientes son presentados en planos y contraplanos sucesivos, al tiempo que captamos el escenario de la lucha en toda su belleza (bambú, niebla, luz filtrándose entre las ramas). El "grupo de los justos" valora la situación y decide enfrentarse a los adversarios uno a uno, pero la estrategia falla y el duelo final, una espectacular lucha a espada, se resuelve con una victoria apurada: los dos espadachines quedan exhaustos y a punto de caer desmayados.
Los héroes de King Hu no son superhombres, sino hombres de carne y hueso. Sus acrobacias, realizables ante la cámara por los propios actores o sus dobles (eso sí, con alguna pequeña ayudita del montaje y algún dispositivo puramente mecánico, sin trucos de ordenador) son resultado de muchos años de disciplina y entrenamiento.
...y termina en estocada sorpresiva (al fondo del encuadre). |
La otra mitad del duelo... |
...y la espada ensangrentada, como marca de género. |
A touch of zen, o Xia nu, fue pronto olvidada y, lo que es peor, su director King Hu nunca volvió a dar muestras de su mucho talento: sus escasas realizaciones posteriores quedaron muy por debajo del nivel aquí alcanzado. Los críticos de cine occidentales únicamente volvieron a acordarse de ella a principios del nuevo milenio, unos treinta años después de su estreno, cuando fue reivindicada y homenajeada por los directores chinos entonces en auge, Ang Lee (Tigre y dragón) y el ya citado Zhang Yimou (La casa de las dagas voladoras).
Me gustaría extenderme más sobre esta película, su director y el género wuxia, pero ya lo he hecho en otra entrada de este mismo blog y a ella remito al lector interesado.
Los espadachines victoriosos, exhaustos ante los cadáveres de sus rivales. |
Puede apreciarse, en las imágenes que acompañan a este texto, el valor pictórico de cada fotograma de A touch of zen. Para apreciar igualmente su sentido del movimiento y el montaje conviene asistir, de forma contemplativa, a la reproducción del fragmento insertado a continuación.
Lecciones de Cine para preadolescentes (El padrino).
Lo que las palabras no dicen (Centauros del desierto)
Mentiras piadosas para entendimientos infantiles (La vida es bella).
¡Toma montaje de atracciones! (El nacimiento de una nación, El acorazado Potemkin).
El travelling como filosofía de la vida (Frenesí)
Calderero, sastre, soldado... (El topo)
Si Dios no existiera... (Los comulgantes).
En la puerta de Rashomon vivía un demonio... (Rashomon).
Decir y mostrar, o cómo se construyen los relatos (Fort Apache)
Lo que las palabras no dicen (Centauros del desierto)
Mentiras piadosas para entendimientos infantiles (La vida es bella).
¡Toma montaje de atracciones! (El nacimiento de una nación, El acorazado Potemkin).
El travelling como filosofía de la vida (Frenesí)
Calderero, sastre, soldado... (El topo)
Si Dios no existiera... (Los comulgantes).
En la puerta de Rashomon vivía un demonio... (Rashomon).
Decir y mostrar, o cómo se construyen los relatos (Fort Apache)
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