1. EL
"GIRO COPERNICANO" EN FILOSOFÍA.
Kant
se propone, como Descartes, construir la filosofía desde sus cimientos,
ya que observa que, mientras las ciencias progresan efectivamente en el
conocimiento de la realidad, los filósofos llevan siglos dando vueltas a las
mismas cuestiones, sin conseguir siquiera ponerse de acuerdo entre ellos acerca
de los principios básicos de su supuesta ciencia.
Fundamentalmente,
Kant se ve influenciado por dos tendencias filosóficas contrapuestas: el racionalismo
y el empirismo, que plantean problemas a los que de alguna forma hay que
dar respuesta.
-El racionalismo ha
pretendido elaborar un sistema de conocimientos a priori, al margen de la experiencia,
cayendo por ello en el dogmatismo: las afirmaciones no suficientemente
contrastadas acerca de supuestas realidades de las que no tenemos ninguna
experiencia.
-El empirismo, con su insistencia (en
principio razonable) en el mandato de atenerse a la experiencia, ha caído en
el extremo contrario: un escepticismo que amenaza con destruir la base
misma no solo de la filosofía, sino también de las ciencias. El ejemplo más
claro es Hume, que al criticar nuestro conocimiento de la relación
causal ha puesto de manifiesto que ignoramos la conexión necesaria
entre dos objetos, la causa y el efecto, que sean distintos; y con ello
ha puesto en cuestión la existencia misma de la ciencia como sistema de
conocimientos necesarios y enteramente ciertos.
Kant
se propone evitar tanto el dogmatismo como el escepticismo, concibiendo su
filosofía como crítica de la razón, examen racional de la propia
facultad de conocer: una especie de juicio en que juez y acusado coinciden, son
ambos la razón misma. Al hacer esto, Kant es consciente de estar produciendo un
giro copernicano en
filosofía: ya no explica el conocimiento a partir de lo conocido (el objeto),
sino a partir del que conoce (el sujeto), que es quien pone las
condiciones que hacen posible que algo sea conocido (condiciones a priori
o trascendentales).