La pregunta ¿por qué hay religión? (es decir, cuál
es su fundamento) aparece
condicionada en su planteamiento y posibles respuestas por una cuestión previa:
la de si la religión es un hecho necesario en la vida humana y, por tanto, debe
haber existido siempre y nunca podrá desaparecer, o más bien es el resultado de
unas condiciones que, aunque se han dado generalmente a lo largo de la
Historia, pueden muy bien no darse. Hay que tener en cuenta, por tanto, dos
grupos de teorías sobre la religión: las que consideran esta como perteneciente
a la esencia de la humanidad y las que la interpretan como un hecho puramente
contingente.
1. PRIMER GRUPO DE TEORIAS: LA RELIGION ES ESENCIAL A LA HUMANIDAD.
Según esta interpretación, la religión es una estructura
esencial del ser humano, que no puede dejar de darse. Por tanto, hay religión
desde el momento en que hay humanidad. En palabras de Bergson:
"La
religión, por ser coextensiva a nuestra especie, debe participar de su
estructura".
Si esto es así, resulta absurdo preguntarse por el origen histórico de la religión, ya que esto supone que, antes de aparecer la religión, el hombre vivió en un estado no religioso. La religión no aparece en un momento de la historia: siempre ha habido religión y siempre habrá religión.[1]
Puede darse un "eclipse", un ocultamiento temporal del hecho religioso, pero la religión (en tanto que disposición natural del hombre) perdura, bien de forma invisible, bien bajo formas aparentemente no religiosas que cumplen la función de sucedáneos de la religión: idolatrías diversas, ocultismos, ideologías de exaltación de la naturaleza o del Estado, etc.
Puede darse un "eclipse", un ocultamiento temporal del hecho religioso, pero la religión (en tanto que disposición natural del hombre) perdura, bien de forma invisible, bien bajo formas aparentemente no religiosas que cumplen la función de sucedáneos de la religión: idolatrías diversas, ocultismos, ideologías de exaltación de la naturaleza o del Estado, etc.
En cuanto que se da por supuesto que la religión
pertenece a la naturaleza humana, estas teorías permiten distinguir entre una religión
natural y unas religiones positivas o (pretendidamente)
sobrenaturales. Tal distinción es meramente teórica, pues nadie pretende que la
religión natural tenga o haya tenido una existencia histórica (algo así como la
idea de "contrato social": los que defienden en la actualidad una
teoría política contractualista no pretenden que alguna vez haya tenido lugar
un contrato así, simplemente sostienen que, para que un orden político sea
legítimo, debe fundarse en un pacto social al menos implícito).
En
todo caso, la idea de una "religión natural" cumple al menos dos
funciones:
a) Por una parte, señala los elementos que, al deducirse de la
naturaleza humana, deben darse en toda religión.
b) Ofrece un
modelo ideal que sirve como referencia crítica frente a las religiones
positivas (por ejemplo, en Kant).
1.1. Kant: La "religión natural" como moralidad.
Para el filósofo Kant, la "religión natural" no
es otra cosa que moralidad:
"La
verdadera y única religión no encierra otra cosa que leyes, esto es, aquellos
principios prácticos de cuya necesidad incondicionada podemos llegar a darnos
cuenta y a los cuales, por tanto, reconocemos como revelados mediante la razón
pura."[2]
O como dice en otro lugar más claramente:
"Empiezo
por admitir la siguiente proposición como un principio que no necesita ser
demostrado: fuera de una buena conducta, todo lo que los hombres creen poder
practicar para hacerse agradables a Dios es pura ilusión religiosa y falso
culto."[3]
Hay varios aspectos que deben ser destacados en la idea
kantiana de la religión:
1) En cuanto a su contenido, ética y religión son
idénticas: un conjunto de normas o principios por los que los hombres deben
orientar su conducta. Lo que diferencia a estos principios de otros no morales
es su carácter incondicionado: son válidos en sí mismos, no bajo la
condición de querer alguna otra cosa; por tanto, uno los sigue porque se
impone a sí mismo el deber de actuar así y no porque piense que así le va a ir
mejor en la vida.
2) Los principios de la religión pueden ser conocidos
por la sola razón, sin necesidad de una revelación exterior.
3) Si esto es así, toda la "revelación"
consiste en lo que los hombres ya pueden conocer; se trata de una revelación
inmanente a la razón, que podemos describir así: la razón conoce unas
obligaciones que ella se impone a sí misma. La idea de una "revelación
exterior" es contraria a la dignidad humana (de hecho, el destino de toda
Escritura revelada es desaparecer como tal Escritura revelada, aunque persista
como documento objeto de erudición).
4) La diferencia entre ética y religión no consiste, por
tanto, en el contenido (las obligaciones morales), sino en el punto de vista bajo
el cual estas obligaciones morales son tomadas:
"La
religión es el conocimiento de todos nuestros deberes como mandamientos
divinos."[4]
La ética sería exclusivamente el conocimiento de nuestros
deberes, sin el corolario "como mandamientos divinos". A la moralidad
no pertenece, pues, la creencia en la existencia de Dios, aunque lleva a ella
como postulado (es una condición de posibilidad del bien supremo, cuya
realización debe procurar)[5]. Basta
admitirlo como hipótesis, ya que difícilmente uno puede empeñarse en algo cuya
realización sabe imposible.
5) Desde esta definición puede entenderse también la
diferencia entre religión natural y religión positiva.
"Aquella
religión en la que debo saber de antemano que algo es un mandamiento divino
para que lo reconozca como deber mío es la religión positiva (o que
necesita de una revelación); por el contrario, aquella en la que he de saber
primero que algo es un deber para reconocerlo como mandamiento divino, es la
religión natural."[6]
Dicho esto, podemos preguntar a Kant: ¿La religión es
algo necesario para la humanidad? Y la respuesta sería: Si la religión positiva
es una forma imperfecta de religión, su destino es desaparecer para ser
sustituida por la religión natural. Sin embargo, se puede decir que las
religiones positivas (muy especialmente el cristianismo) han sido
necesarias como medios para que la humanidad alcance su verdadera
conciencia moral, que coincide con (o lleva a) la religión natural.
La filosofía de Kant aparece, por tanto, como intermedia
entre las dos posturas que estamos reseñando: Por una parte, en cuanto
religión natural, la religión es esencial a la humanidad; por otra, en
cuanto religión positiva, la religión no es esencial y puede desaparecer
(de hecho, si se cumple el principio de progreso racional de la humanidad
-en el cual Kant creía-, desaparecerá).
1.1.1. Valoración crítica.
Una breve reseña de los dos aspectos más criticables de
la teoría kantiana de la religión:
a) Carácter irreductible de la experiencia religiosa. La religión
es "otra cosa" que la moral, brota de una disposición del espíritu
que, en su origen, es enteramente diferente de la ética y que, solo en un
momento posterior, se enlaza con esta (Otto, Scheler).
b) El misterio (lo "no racional", o "más que racional")
es esencial a la religión: Una religión sin misterio no es religión,
sino teoría de la religión.
1.2. La "religión natural" en Otto y Scheler.
1.2.1. Como puede verse aquí, Rudolf Otto pone el
origen de la religión en una predisposición a priori del ser humano, el
sentimiento de lo numinoso, por el cual este reacciona ante la presencia del
misterio. Se trata de un elemento originario de la conciencia humana, que
no puede derivarse de ningún otro.
Todo lo que las diversas teorías evolucionistas de la
religión explican como orígenes o causas de la religión (magia, culto a los
muertos, animismo, culto a objetos naturales, fábulas, sentimiento de lo puro e
impuro, etc.) solo puede entenderse como diversas manifestaciones de lo numinoso,
que por tanto debe haber sido captado previamente.
![]() |
Max Scheler... |
"Que
el hombre, cualquiera que sea el grado de evolución religiosa en que se
encuentra, se dirige desde el primer momento a un ámbito de ser y de valor
esencialmente distinto del mundo de la experiencia, ámbito que no se descubre
en ese mundo de la experiencia ni se adquiere por idealización a partir del
mismo y que, además, solo es accesible por el acto religioso, tal es la primera
y más cierta verdad de la fenomenología de la religión. Es el principio de la originalidad
y de la indeducibilidad de la experiencia religiosa."
Son actos intencionales (apuntan a un objeto),
pero se distinguen de cualquier otra forma de intencionalidad:
"Todo
acto intencional de la conciencia trasciende de sí mismo, puesto que apunta a
un objeto que no son sus propias vivencias constitutivas, sino que está más
allá de ellas[7].
Pero para que un acto sea religioso es preciso que no solo se trascienda a sí
mismo, sino que trascienda también a todos los objetos, al mundo todo. Es
preciso que trascienda a lo que trasciende."
![]() |
...y su obra sobre religión: "De lo eterno en el hombre" |
Una vez distinguido el acto religioso de todos los demás
actos de la conciencia humana, es absurdo preguntarse si tal acto se da:
"Puesto
que el acto religioso es una dote esencial necesaria del espíritu humano, no
se puede plantear en absoluto la cuestión de si tal acto es realizado o no por
un ser humano. Solo puede plantearse la cuestión de si tal ser humano encuentra
o no el objeto adecuado a él..., o de si apunta a un objeto y lo afirma
como santo y divino, como bien axiológico absoluto, que contradice su esencia,
pues pertenece a la esfera de los bienes finitos y contingentes... Existe esta
ley de esencias: todo espíritu finito cree o en Dios o en un ídolo."[8]
1.3. La "religión natural" en Zubiri.
A diferencia de los autores anteriores (Otto y Scheler),
la base de la religión -que Zubiri llama religación- no es tanto una
disposición del espíritu como una situación de hecho en la que todo
hombre se encuentra.
El hombre posee una realidad que es suya (se posee
a sí mismo, al poseer autoconciencia y capacidad de autodeterminación), es
decir, no es relativo a otros seres; sin embargo, la realidad del hombre es solo
relativamente absoluta (se sabe ligado o "religado" a la
realidad total, que es la que le hace ser).
Para que se dé religación son necesarios,
por tanto, dos factores:
a)
La realidad religada ha de poseerse a sí misma, debe estar "suelta"
respecto de las otras realidades.
b)
La realidad religada ha de ser y saberse fundamentada.
El hombre no puede no estar religado: se puede decir que esta
es la "religión natural" que el hombre no puede dejar de tener. Si
profundizamos en esta religación, llegamos a la conclusión de que la única
realidad que puede ser religante para el hombre (ser relativamente absoluto) ha
de ser una realidad absolutamente absoluta, es decir, Dios; pero esta
conclusión va más allá del puro hecho de la religación.
1.4. La "religión natural" en la sociobiología y teorías afines.
Se trata de teorías que hacen depender la religión de
factores presentes en la carga genética de la humanidad: Igual que en los
animales existe, por ejemplo, el instinto de amamantar a las crías, en los
hombres estas conductas altruistas, necesarias para la supervivencia de la
especie, toman la forma de "instinto religioso" (ejemplo más claro: sociobiología
de Wilson)[9].
2. SEGUNDO GRUPO DE TEORIAS: LA RELIGION COMO EFECTO DE CIRCUNSTANCIAS CONTINGENTES.
Según estas teorías, la religión es efecto de unas
circunstancias (psicológicas, sociales, etc.) que, aunque muy extendidas, no
son esenciales a la humanidad. Por tanto, se puede suponer que alguna vez no
hubo religión y/o que alguna vez desaparecerá.
2.1. La religión como producto de circunstancias sociales.
El más claro ejemplo de esta posición es Marx:
-La religión no tiene una consistencia propia, es
simplemente un "producto social".
-Pero, además, la sociedad que produce la religión es
una sociedad alienada[10].
-Esta alienación radical, la separación del hombre de su
propia esencia, provoca la creación imaginativa de un mundo falso, el mundo de
las representaciones religiosas.
"Este
Estado, esta sociedad, produce la religión, que es como una conciencia al revés
del mundo, porque ellos mismos [el Estado y la sociedad] constituyen un mundo
al revés... (La religión) es la realización fantástica de la esencia humana,
porque la esencia humana no posee verdadera realidad. Así pues, la lucha contra
la religión es mediatamente la lucha contra este mundo del que la religión es
el aroma espiritual"[11].
-La religión cumple, por tanto, una doble función:
a)
Proporciona un consuelo, aunque imaginario, a la miserable existencia del
hombre.
b)
Aunque no es la causa de la miseria, la justifica y prolonga, ya que al
desplazar la felicidad humana al mundo futuro hace que el hombre no luche por
transformar sus condiciones reales de vida.
-Cambiadas estas condiciones (en una sociedad comunista),
la religión sería innecesaria y desaparecería.
2.1.1. Valoración crítica:
a) ¿Por qué, entonces, las acciones positivas contra la religión en el
marxismo ortodoxo? Si la religión es efecto, supuesto que queramos suprimirla,
lo que debemos hacer es suprimir la causa (la alienación del hombre en su
trabajo y en la sociedad en que vive) y esperar a que la religión desaparezca
por sí sola. Las persecuciones religiosas, sin embargo, parecen testimoniar la
falta de confianza de sus autores en una extinción automática de la religión en
la sociedad comunista. ¿O es que Lenin, Stalin, Mao, etc. no entendieron a
Marx?[12]
b) Cabe argumentar, desde el punto de vista del marxismo: “La persecución
será necesaria mientras no se haya llegado a la sociedad comunista, puesto que
la religión es un factor que retrasará esa llegada.” El comunismo se distingue
del triunfo de la revolución o la toma del poder por el proletariado o el
partido comunista: estas son condiciones necesarias, pero no suficientes. La
tesis marxista sobre la dependencia de la religión respecto a las condiciones
sociales se convierte entonces en indemostrable, ya que se parte de un supuesto
(la existencia de una sociedad comunista) imposible o inverificable. Si se dice
que en las sociedades comunistas la religión no se ha extinguido, o que ni
siquiera lleva camino de extinguirse, siempre puede replicarse "eso no
es el comunismo".
2.2. La religión como producto de condiciones psicológicas.
![]() |
Freud: "El porvenir de una ilusión" |
Otro ejemplo es el Freud de El porvenir de una ilusión,
que explica la religión como reacción psicológica contra la idea de indefensión
ante una naturaleza impersonal. La "humanización" de las fuerzas
naturales se hace siguiendo el modelo señalado por los recuerdos infantiles, y
es de hecho una paternalización: los dioses no solo son espíritus
antropomórficos, sino que toman forma paterna.
Podemos observar este proceso en dos fases:
Fase
primera: Humanización de la naturaleza.- "A las fuerzas
impersonales, al Destino, es imposible aproximarse; permanecen eternamente
incógnitas. Pero si en los elementos rugen las mismas pasiones que en el alma
del hombre, si la muerte misma no es algo espontáneo, sino el crimen de una
voluntad perversa, respiraremos aliviados... Nuestra indefensión no es ya tan
absoluta, pues podemos emplear contra estos poderosos superhombres que nos
acechan fueran los mismos medios de que nos servimos dentro de nuestro círculo
social; podemos intentar conjurarlos, apaciguarlos y sobornarlos, despojándolos
así de una parte de su poderío."
Fase
segunda: Paternalización de los espíritus.- "Esta situación...
tiene un precedente infantil, y en realidad no es más que la continuación del
mismo. De niños, todos hemos pasado por un período de indefensión con respecto
a nuestros padres -a nuestro padre, sobre todo-, que nos inspiraba un
profundo temor, aunque al mismo tiempo estábamos seguros de su protección
contra los peligros que entonces conocíamos... Obrando de un modo análogo, el
hombre no transforma sencillamente las fuerzas de la naturaleza en seres
humanos, a los que puede tratar de igual a igual, sino que las reviste de un
carácter paternal y las convierte en dioses, conforme a un prototipo
infantil."[13]
Hay que aclarar que solo impropiamente se puede hablar de
dos fases, ya que humanización y paternalización son consecuencia del mismo
acto psicológico.
En general, las concepciones evolucionistas de la
religión suelen explicar esta como resultado de la inmadurez del
espíritu humano. Ejemplo de estas ideas son las teorías de Comte y Frazer (ver reseña de las mismas en esta entrada).
2.3. Teologías del "Dios escondido": La religión como producto del libre decreto divino.
Otro grupo de teorías proceden de la teología más que de
la filosofía, concretamente de corrientes próximas al protestantismo más
radical. Hacen depender el hecho de la religión de la iniciativa divina, sin
apoyo alguno en la naturaleza humana. En consecuencia, dado que Dios actúa
libremente, no es posible previsión alguna sobre el futuro de la religión:
Incluso entra dentro de lo posible que Dios decida renunciar a revelarse, hacer
(o permitir) que la revelación pasada caiga en el olvido y guardar silencio
para siempre, desapareciendo por tanto la religión de la tierra.
Otras entradas sobre Filosofía de la Religión:
I.- Apuntes mínimos sobre Historia de la Ciencia de la Religión.
II.- La esencia de la Religión.
III.- Necesidad o Contingencia de la Religión.
IV.- Proyección y/o Revelación.
V.- Las formas a priori de la experiencia religiosa.
VI.- Ética y divinidad.
VII.- El problema de la existencia de Dios.
VIII.- El simbolismo en la Religión.
Apéndice: Apuntes mínimos sobre Historia de las Religiones.
[1]Otra cuestión es la forma
concreta que adopta la religión, en la que sí es posible descubrir
transformaciones y evoluciones.
[2]I. Kant: La religión
dentro de los límites de la sola razón.
[3]Ibid.
[4]Esta definición de "religión"
aparece en términos idénticos en la Crítica de la razón práctica y en La
religión dentro de los límites de la sola razón.
[5]Ver cap. VII, 8.
[6]Ibid.
[7]Breve
explicación de la intencionalidad: Intencionalidad es, según Brentano, la
característica esencial de todo acto psíquico: la de trascenderse a sí mismo
apuntando a un objeto diferente del propio acto. Así, si yo recuerdo, imagino,
deseo, odio, etc., todos estos actos van siempre dirigidos a un objeto
(recuerdo a una persona, imagino un centauro, deseo comer una
manzana, odio corregir exámenes, etc.).
[8]El principio vale también
para los agnósticos e indiferentes: “El llamado agnosticismo religioso no es un
hecho psicológico, es un autoengaño. El agnóstico piensa que no cree. Pero si
investigase más precisamente el estado de su conciencia, constataría que se
engaña... El agnóstico no es de facto un no creyente sino un creyente en
la nada, es un nihilista metafísico.” Comentando estas páginas de Scheler,
Martín Velasco afirma que tales conclusiones se siguen igualmente de los
principios tradicionales de la filosofía cristiana: “Si el hombre, si ‘todo
cognoscente, en todo lo que conoce conoce a Dios’, si en todo lo que quiere
quiere el sumo bien que es Dios mismo, como afirma una y otra vez Santo Tomás,
la ignorancia absoluta de Dios, el desentendimiento absoluto en relación con
él, solo será posible en quien no tome plenamente conciencia de sí mismo: la
indiferencia absoluta solo será posible como ignorancia o desorientación del
propio ser” (J. Martín Velasco: El malestar religioso de nuestra cultura,
San Pablo, 1993).
[9]E. Wilson: Sociobiología:
La nueva síntesis, Barcelona, Omega, 1975, y Sobre la naturaleza humana,
México, F.C.E., 1978; también R. Dawkins: El gen egoísta, Barcelona,
Labor, 1979. De estos textos fundamentales se nutren gran cantidad de obras
divulgativas: un ejemplo, entre muchos otros, es Darwinismo y asuntos
humanos (R. Alexander, 1979; traducción en Biblioteca Científica Salvat,
1987). Partiendo de la idea darwiniana de “selección natural”, se entiende esta
como la tendencia de los genes a perpetuarse vía reproducción. Se explica así
que en las diferentes especies los individuos protejan a sus descendientes y en
general a los parientes próximos, incluso a riesgo de perder la propia vida.
Los sistemas éticos se entienden desde esta base biológica, y en la interpretación
de los fenómenos religiosos no encontramos nada que no hubiera sido ya
propuesto por Durkheim (ver aquí): “los ‘poderes espirituales’ representan, en
realidad, los intereses del grupo como un todo” (R. Alexander: o.c., p.
254).
No entro en la discusión
hermenéutica: ¿qué es lo que, según estas teorías, está genéticamente
determinado, el comportamiento (aparentemente) altruista o el refuerzo
religioso de dicho comportamiento, o una cosa implica la otra? Igualmente puede
plantearse la cuestión (filosófica) de si el código genético humano pertenece a
la esencia de la humanidad o si es un mero hecho contingente. La respuesta a
esta cuestión dependerá de la definición de esencia humana: si pensamos
en una esencia de tipo metafísico, que su actualización empírica sea esta u
otra será una mera cuestión de hecho; si, por el contrario, definimos esencia
humana como el conjunto de elementos comunes que la experiencia puede
descubrir en todos los hombres, decir que la carga genética de la especie forma
parte de esta esencia es una vulgar tautología.
[10]"Alienado" o
"enajenado" es "lo que ha perdido lo que le pertenece".
Según Marx, la esencia del hombre es el trabajo. Un hombre alienado es el que
ha perdido su propio trabajo y los frutos de este. Y una sociedad alienada aquella
en que un grupo social minoritario desposee a la mayoría del producto de su
trabajo.
[11]K. Marx: Introducción a
la Filosofía hegeliana del Derecho.
[12]“Si el marxismo hubiera
sido capaz de establecer una sociedad atea sin recurrir a la persecución
violenta, tal vez la historia hubiera avalado de manera irrefutable el sentido
profundo de la tesis marxista; pero desgraciadamente los dirigentes marxistas
no han dado crédito a las tesis de Marx sobre la religión.” (A. Vergote: Psicología
religiosa, p. 145).
[13]S. Freud: El porvenir de una ilusión,
Alianza, pp. 154-55. Esta explicación, que el propio Freud considera más
general que la contenida en Tótem y tabú (ver aquí), combina aspectos de
teorías anteriores como las de los epicúreos, Feuerbach y Max Müller con la
relevancia psicológica que el psicoanálisis otorga a la figura del padre. En Nuevas
lecciones introductorias al psicoanálisis, lección XXXV, Freud muestra
claramente la influencia de Tylor y Frazer, al distinguir una etapa prerreligiosa
(que reúne los caracteres del animismo y la magia) y una propiamente religiosa,
que comenzaría con el totemismo, y que consiste básicamente en la formación de
la idea de seres divinos como proyección del recuerdo infantil del padre. Una
sugerente aplicación de la teoría freudiana (Dios es el padre) a un ejemplo
concreto se halla en el breve escrito titulado Una experiencia religiosa (en
Freud, S.: Obras completas, Biblioteca Nueva, v. VIII). Es conveniente
añadir que Freud considera toda proyección idealizante, también la que se
refiere al ser divino, como producto del narcisismo: El “ídolo” es el mismo yo,
pero no tal como es, sino tal como le gustaría ser. También bajo este aspecto,
se advierte claramente la coincidencia de fondo entre las teorías de la
religión de Feuerbach y Freud.
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