EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LAS GRANDES RELIGIONES
La presente entrada debe entenderse simplemente
como un material de consulta, abreviado e incompleto, que permita una rápida
visión de conjunto de los procesos históricos fundamentales que han configurado
la pluralidad religiosa del mundo actual. Los puntos que aquí no se tratan
(religiones de la Antigüedad, religiones sincréticas, etc.) pueden consultarse
en muchos y excelentes manuales entre los que merece la pena destacar los de
Mircea Eliade (Historia de las ideas y creencias religiosas) y E. O.
James (Historia de las Religiones e Introducción a la Historia
Comparada de las Religiones).
A) RELIGIONES PRIMITIVAS.
Como hemos visto en otra entrada, la ciencia de la religión del siglo XIX y principios del XX se
desarrolló en buena medida como un intento de descubrir la “fase primera” o
“forma elemental” de la religión. Tal intento de reconstrucción del pasado se
apoyaba por un lado en los restos arqueológicos, pero sobre todo en la analogía
con las costumbres y creencias religiosas de los llamados “pueblos primitivos”.
Se presuponía, en general, la validez de una ley de la evolución de los pueblos
según la cual cada grupo humano debía pasar por las mismas fases y en el mismo
orden que todos los demás.
Aunque estas premisas
metodológicas han sido rechazadas posteriormente, las fuentes de obtención de datos
siguen siendo la observación de los “pueblos primitivos” (la que se ha
conservado en documentos, ya que las culturas primitivas como tales han
desaparecido ya o están a punto de desaparecer) y la interpretación de
yacimientos arqueológicos. Respecto a la primera, se ha constatado que las
consideradas “formas simples” o “elementales” de religiosidad (culto a los
antepasados, totemismo, fetichismo, etc.) no aparecen nunca aisladas, sino
mezcladas con otros aspectos de la religión que los autores del siglo XIX
consideraban propias de las religiones superiores: dioses supremos, leyes
morales, etc. Existe una división básica en lo que se refiere a la
caracterización del Ser Supremo, presente (aunque no en primer plano) en todas
las religiones primitivas: Padre del cielo en los pueblos de
cazadores-recolectores y pastores, Madre Tierra en algunas culturas agrícolas.
Se puede constatar, como dato universal, la presencia de rituales de muerte y
resurrección.
Respecto a los restos
arqueológicos, es evidente que testimonian la existencia de creencias
religiosas en la Prehistoria, e incluso nos autorizan a conjeturar la
naturaleza de tales creencias; por ejemplo:
Enterramiento en posición fetal y con objetos personales |
-Los enterramientos
muestran claramente la creencia en una supervivencia tras la muerte (muertos
enterrados junto a objetos personales, comida, animales de compañía, etc.). El
mismo hecho del enterramiento y la posición fetal en que, a veces, es colocado
el difunto sugieren también la concepción de la muerte como “nuevo nacimiento”.
Es asimismo significativo que, entre los hombres de Neandertal, los cadáveres
se encuentran siempre enterrados de lado y con la cabeza orientada al Este
(¿indicio de culto solar?).
"Brujo" en la gruta de Trois Frères |
-A partir de la adopción
de técnicas agrícolas en el Neolítico, se generaliza el culto de las “diosas madres”,
relacionadas con la Tierra y los ciclos naturales (luna, estaciones,
mareas...), que se relacionan con los aspectos más significativos de la
fisiología de la mujer: menstruación, embarazo...
B) LA RELIGIOSIDAD ORIENTAL: HINDUISMO, JAINISMO, BUDISMO.
1. ETAPAS DE LA RELIGION DE LA INDIA.
1.1. El vedismo primitivo (aprox. 1000-800 a.C.).
1.1.1. Los Vedas.
La religión de la India llama a sus textos sagrados Vedas;
esta palabra significa "saber, conocimiento". Los más antiguos, que
corresponden a esta primera etapa, son cuatro colecciones de himnos a los
dioses: el Rigveda, el Samaveda, el Yajurveda y el Atharvaveda.
El más importante, extenso y (al menos en lo que se refiere a su forma actual)
antiguo es el Rigveda. El Atharvaveda constituye, en cierto modo,
una colección aparte (tardó en ser admitido como texto canónico): contiene
rituales y fórmulas mágicas, en las que se pide a los dioses todo tipo de
favores; aunque ha sido con toda seguridad reelaborado por los brahmanes, se
puede pensar que refleja un estadio muy primitivo de la religión popular.
1.1.2. Figuras divinas.
Rudra, precedente de Shiva, dios terrible a quien se pide que se quede lejos |
1.1.3. Catenoteísmo.
Sin embargo, examinando los himnos nos encontramos con un
fenómeno curioso y, a primera vista, desconcertante: cada uno de los dioses es
invocado a veces utilizando atributos de otros dioses distintos; cada uno de
ellos recibe, en los himnos que se le dedican, los honores de supremo. No hay
una separación neta entre los dioses, sino que unos se transforman en otros y,
al final, todos parecen reducirse a uno solo. A este hecho Max Müller lo llamó catenoteísmo.
Como expresión más clara de este fenómeno, se pueden
citar algunos fragmentos del Rigveda:
"Tú, oh Agni, eres Varuna cuando naces, te haces
Mitra cuando se inflama tu llama; en ti están todos los dioses, oh hijo de la
fuerza, tú eres Indra para el mortal que te sirve."
"Se le llama Indra, Mitra, Varuna, Agni y también
pájaro del cielo. A lo que es uno lo llaman de muchas maneras los sacerdotes;
lo llaman Agni, Yama, Matarisvan."
1.2. El brahmanismo (aprox. 800-400 a.C.).
1.2.1. Textos sagrados.
Los textos sagrados que surgen en esta segunda etapa de
la religión de la India son:
-Brahmanas, descripciones minuciosas de rituales
religiosos (se da tantísima importancia al ritual porque se piensa que un
sacrificio ofrecido siguiendo estrictamente las normas prescritas no puede
dejar de alcanzar su objetivo: los dioses pasan a segundo plano, "el sol
no saldría si el sacerdote no ofreciese temprano el sacrificio del
fuego"); son los textos más difundidos y, por sí solos, producen un tipo
de religión excesivamente formal y clerical, que no satisface ni al pueblo (que
prefiere devociones personales a dioses personales) ni a las élites
intelectuales.
-Aranyakas, es decir, "libros del
bosque", los que los brahmanes estudiaban a solas; tienen un cierto
carácter secreto y en ellos se profundiza en el verdadero significado de los
rituales descritos en los Brahmanas (idea de "sacrificio
interior", opuesta al mero formalismo).
Manuscrito de Upanishad |
1.2.2. La religión durante el período brahmánico.
Durante el brahmanismo, surgen una serie de novedades o
desarrollos que no existían en el período védico:
1.2.2.1. Se crea un rígido sistema de castas, que
comprende brahmanes (sacerdotes), guerreros y trabajadores.
Fuera del sistema quedan los sudras. Todavía está permitido el
matrimonio entre un varón de una casta superior y una mujer de una casta
inferior, pero no a la inversa.
1.2.2.2. Independientemente de la casta a que se
pertenezca, existe un itinerario vital común a todos los individuos, que
comprende las siguientes etapas: 1º) Instrucción junto a un brahmán; 2º)
Vida familiar; 3º) Retiro en el bosque (anacoreta); 4º) Monje
mendigo.
1.2.2.3. Se acentúa la tendencia existente ya en el
período anterior a reducir todos los dioses a una fuerza primordial (Brahmán).
Del Brahmán se dice: a) Es el origen de todo; b) Si tratamos de
describir positivamente lo que es, podemos señalar tres características: Ser,
Espíritu y Felicidad; c) No obstante, lo habitual es describirlo
negativamente como lo totalmente otro.
1.2.2.4. Existe en cada hombre un principio de unidad, el
atmán; cuando el hombre profundiza en su verdadero ser, descubre que el
atmán es único, común a todos, y que en último término se identifica con el
principio único de toda la realidad: el Brahmán. Este descubrimiento, que se
realiza tras un proceso en el cual el hombre pasa de lo superficial a lo
profundo (yoga), se expresa en frases como "yo soy el Brahmán"
o "el Brahmán es todo".
1.2.2.5. Se enuncia por vez primera la ley del karma,
que permanecerá como elemento común de todas las religiones surgidas en esta
época. Según esta ley, las acciones dejan un poso en el alma, que le fuerza a
tomar un cuerpo y mantenerse en el ciclo eterno de las reencarnaciones (samsara).
La salvación consiste en liberarse del samsara, para lo cual se debe renunciar
a las acciones que dejan karma; una vez liberado de la rueda de la vida, dejo
de ser yo mismo y me hago uno con el Brahmán.
1.2.3. El jainismo como reforma del brahmanismo.
Durante el siglo VI a.C. y en el norte de la India (es
decir, aproximadamente en la misma época y lugares en que se desarrolla la vida
de Siddharta Gautama) aparece el jainismo (de "jaina":
vencedor), movimiento de reforma religiosa que presenta sorprendentes parecidos
con la doctrina budista.
1.2.3.1. Vardhamana o Mahavira ("el
gran héroe") es, para los jainistas, tan solo el último de una serie de
veintiún "anunciadores de la salvación" (tirthankaras), pero
de los veinte restantes no existe apenas constancia de su existencia histórica.
Su vida se desarrolla de la siguiente manera: Abandona a los veintiocho años su
familia y posesiones para llevar una vida de rigurosa ascesis; doce años
después alcanza la iluminación y, en los treinta años siguientes, se dedica a
predicar su doctrina como jefe de una comunidad de monjes desnudos.
1.2.3.2. El silencio sobre Dios.
Como el budismo, el jainismo se presenta como religión no
revelada, en el sentido de no depender para nada de los dioses; ni siquiera se
plantea su existencia. Se centra en el esfuerzo humano por alcanzar la
liberación, es decir, el verdadero conocimiento de su ser, que le sirve para
escapar del samsara.
Aparte del agnosticismo teológico, el centro de la
doctrina jainista es la idea de "alma" o "vida" (jiva).
Cada alma es en sí misma autotransparente y omnisciente, ya que refleja en sí
todo el Universo; sin embargo, la unión con la materia oscurece su conocimiento
y produce karma, apego a la existencia. Según la materia a la que estén
unidas, las almas pueden poseer un solo sentido (vegetales), dos, tres, cuatro
o cinco; pero, en sí mismas, todas las almas son iguales y deben ser
respetadas. De ahí el mandamiento fundamental del jainismo: no hacer daño a
ningún ser viviente (ahimsa). Para cumplirlo, el jainismo llega a
considerar meritorio el ayuno hasta la muerte; no obstante, únicamente
prescribe como obligatorio el vegetarianismo y el respeto absoluto a toda vida
animal.
1.3. El hinduismo.
En su forma clásica (aproximadamente a partir del 400
a.C.), la religión de la India alcanza las características definitivas que la
hacen reconocible hasta la actualidad. Muy brevemente:
Trimurti o Trinidad hindú |
1.3.2. Shiva es, en su origen, un sobrenombre del
dios védico Rudra, dios de contrastes al que se le pedía que se
mantuviera lejos y a la vez que curara las enfermedades. Esta dualidad se
conserva en Shiva: preside la creación y la destrucción, el bien y el mal; se
le representa en actitud danzante y, como dios de la fecundidad, su símbolo es
el falo. Tiene tres esposas: Kali, Durga y Parvati.
1.3.3. Visnú aparece como dios benevolente con el
hombre, objeto de la devoción popular (bakhti). Según la leyenda,
rescató el mundo del poder de los asuras (antidioses o diablos). Se le
da culto también en sus encarnaciones (avataras), las más conocidas de
las cuales son Krishna y Rama.
1.3.4. La literatura religiosa de la época consiste, por
una parte, en colecciones de aforismos (sutras) sobre distintos aspectos
de la vida humana y, por otra, en dos grandes poemas épicos (Ramayana y Mahabharata).
Ambos giran en torno al culto de Visnú, encarnado en los héroes Rama y Krishna;
el Mahabharata incluye un poema, el Bhagavad-Gita: Antes
de entrar en batalla contra sus parientes y amigos, el héroe Arjuna,
ateniéndose al pensamiento tradicional -ley del karma- teme a las
consecuencias futuras de sus actos; Krishna le impulsa a cumplir con su deber,
mostrándole que la obediencia a Dios es también un camino de salvación. En esta
idea se basará la devoción popular o bakhti.
2. EL BUDISMO.
2.1. Vida de Siddharta Gautama (560-480 a.C.).
2.1.1. El nacimiento e infancia del futuro Buda nos han
llegado rodeados de leyendas. Los datos ciertos parecen ser: nació en Kapilavastu,
en el actual Nepal, de familia noble; los primeros años de su vida estuvo
rodeado de lujo y bienestar; a los dieciséis años se casó con su prima Yasodhara,
de la cual tuvo un hijo.
2.1.2. La gran crisis se produjo a
los veintinueve años, cuando, según la tradición, tuvo una serie de encuentros
que le hicieron conocer la realidad del sufrimiento (un anciano, un enfermo, un
muerto, un monje mendigo). Ello le lleva a poner en cuestión su existencia
anterior y a iniciar un camino de búsqueda espiritual. Busca la respuesta a la
pregunta: ¿Por qué hay dolor y cómo podemos liberarnos de él?
2.1.3. En principio pregunta a los que la sociedad
considera más sabios, los sacerdotes, pero no saben contestarle. Se retira
entonces durante seis años al bosque, para buscar él mismo la verdad
practicando la ascesis más rigurosa; pero descubre que ese método, en vez de
proporcionarle el conocimiento que busca, arruina su cuerpo y embota su mente.
Imagen (fijada por la tradición) de Siddharta Gautama |
2.1.5. En Benarés, Buda expone por primera vez a un grupo
de discípulos el resultado de su iluminación, las "cuatro nobles
verdades":
a) La verdad de que existe el sufrimiento.
b) La verdad de que el sufrimiento tiene una
causa.
c) La verdad de que el sufrimiento puede
cesar.
d) La verdad de que hay un camino que lleva
al fin del sufrimiento.
2.1.6. Durante el resto de su vida, Buda no hizo otra
cosa que consolidar una comunidad de discípulos. Admitió todo tipo de
seguidores, sin tener el cuenta el sistema de castas. Desde el principio, los
creyentes budistas se dividieron en monjes y laicos. Los monjes encarnan el
ideal budista: su código ético es más riguroso que el de los laicos; éstos
deben sostener la vida monacal. Buda se negó a nombrar un sucesor y a establecer
una jerarquía. Murió a los ochenta años.
2.2. Las cuatro nobles verdades.
2.2.1. La existencia del sufrimiento.
Sermón de Benarés |
-A veces, el placer de un ser está causado por el dolor
de otro.
-Otras veces, algo agradable va seguido de dolor.
-El temor acompaña a muchas experiencias
agradables, convirtiéndolas en dolorosas.
-En el mejor de los casos, el placer es algo transitorio,
y esta transitoriedad es también dolorosa.
2.2.2. La causa del sufrimiento.
La causa del dolor es el deseo, que Buda clasifica
en tres niveles:
-El deseo de satisfacción sensual, que
necesariamente (tanto si se alcanza como si no) produce frustración.
-El deseo de existir, por el que nos aferramos a
una existencia que es en sí misma sufrimiento.
-El deseo de no existir, resultado de la
desesperación; pero este deseo engendra también dolor porque, aunque nos
quitemos la vida, mientras no eliminemos el deseo volveremos a ella una y otra
vez.
En resumen, los hombres sufren porque se agarran a las
realidades transitorias como si fueran realidades permanentes. El hombre quiere
perpetuarse, y al no conseguirlo sufre; quiere dejar de sufrir, y eso no hace
más que añadir sufrimiento; de este sufrimiento no puede liberarse mediante el
suicidio, ya que, mientras no haya una auténtica liberación, el deseo volverá a
encadenarle a la rueda del sufrimiento (o de la vida).
2.2.3. El fin del sufrimiento.
El cese del sufrimiento es la supresión del deseo.
Al estado en que se suprime todo deseo y, por lo tanto,
todo dolor se le llama Nirvana. El Nirvana puede describirse:
a) Positivamente, como plenitud y felicidad.
b) Negativamente, como supresión del deseo.
2.2.4. El camino hacia el fin del sufrimiento.
El camino que lleva hacia el Nirvana se divide en ocho
ramas. Pero, como escribe Saddhatissa, "esto no significa que esté
compuesto de etapas consecutivas. Los ocho factores son interdependientes y es
necesario que sean perfeccionados simultáneamente, no siendo posible la
realización de un factor sin el desarrollo, al menos parcial, de los
otros."[1]
Los distintos autores suelen dividir el Óctuple Camino en
tres tramos:
2.2.4.1. El conocimiento.
a) Recta comprensión de las cosas: Se deben
cuestionar los propios prejuicios o convicciones, basándonos en el principio de
que "no todo es como parece ser"; p. ej., es un error confundir la
seguridad material con la paz de la mente, que es lo que realmente proporciona
la felicidad.
b) Recta motivación: Deben suprimirse los motivos
impuros de los pensamientos (miedo, crueldad, malevolencia, intereses egoístas,
etc.) y sustituirlos por otros motivos más rectos (generosidad, compasión,
sabiduría, etc.).
2.2.4.2. La conducta.
a) Recto modo de
expresión: Evitar la mentira, las conversaciones groseras y frívolas,
escuchar a los demás, etc.
b) Recta acción: No se trata solo de cumplir los
preceptos éticos, sino realizar tan solo aquellas acciones que no dejan karma,
es decir, las que no impiden que el hombre se libere. Alcanzar la recta acción
exige normalmente más de una vida.
c) Recto medio de vida: No todos los trabajos son
igualmente lícitos; p.ej, algunos consisten en hacer daño a seres vivientes o
aprovecharse del daño que otros hacen (carnicero, matarife, fabricante o
comerciante de armas, verdugo, fabricante o comerciante de licores o drogas,
etc.).
2.2.4.3. La meditación.
a) Recto esfuerzo: Un esfuerzo de la mente solo es
válido si se encamina a uno de estos cuatro objetos:
-Eliminar un estado mental impuro que existe.
-Evitar que se produzca un estado impuro que no existe.
-Conservar un estado puro que existe.
-Fomentar un estado puro que no existe.
b) Recta atención: Es el factor fundamental del
óctuple sendero, sin el cual ninguno de los otros es posible. Significa crecer
en la conciencia de sí mismo hasta el punto de que no haga, diga o piense nada
de lo que no sea plenamente consciente; incluye posturas corporales,
sentimientos, palabras, comprensión de acontecimientos, de las enseñanzas de
Buda, etc.
c) Recta concentración: Contrapunto, en el retiro,
de la atención en la vida cotidiana; consiste en una serie de métodos para
eliminar la inquietud de la mente y hacer posible una conciencia clara de las
cosas.
2.3. El código ético budista.
Aunque la mayor parte de las enseñanzas de Buda tienen un
carácter ético, sin embargo el código como tal se concreta en ocho preceptos,
cinco negativos y tres positivos:
2.3.1. Prohibiciones.
2.3.1.1. Hacer daño a seres vivientes.
Esta prohibición va más allá de "no matar",
pues habla de cualquier daño o sensación dolorosa e incluye también a los
animales.
2.3.1.2. Tomar lo que no se me ha dado.
Prohíbe tanto el robo propiamente
dicho como cualquier actitud codiciosa e insolidaria (apropiarme de algo antes
que otro me lo quite).
2.3.1.3. Usar mal los propios sentidos.
Prohíbe el desorden en la conducta
sexual, alimenticia, etc.
2.3.1.4. Decir palabras inconvenientes.
Prohíbe la mentira, la calumnia, la
difamación, las conversaciones frívolas, los insultos, divulgar secretos, etc.
2.3.1.5. Tomar drogas o bebidas que ofusquen la mente.
No es un precepto secundario, sino
central en el budismo, ya que este busca sobre todo la claridad de la mente.
2.3.2. Mandatos positivos.
El aspecto positivo de la moral budista está resumido en
tres principios.
2.3.2.1. Dejar de hacer el mal.
Resume el contenido de las cinco
prohibiciones.
2.3.2.2. Aprender a hacer el bien.
El budista debe esforzarse por
alcanzar dos virtudes:
a) Dana: voluntad general de dar a los otros,
tanto cosas materiales como trabajo, tiempo, ayuda espiritual, etc.
b) Metta: estado mental en que la felicidad y los
problemas de los otros son tan importantes para mí como los míos propios.
2.3.2.3. Purificar la propia mente.
Lograr la total claridad y paz.
2.3.3. Normas específicas de los monjes.
Los mandatos y prohibiciones anteriores valen para todos.
Sin embargo, los monjes están obligados a guardar además otros cinco
mandamientos:
a) No comer a horas prohibidas.
b) No entregarse a placeres mundanos.
c) No usar perfumes.
d) No dormir en camas anchas y hermosas.
e) No aceptar ningún dinero.
2.4. Creencias budistas acerca de Dios y del alma.
2.4.1. El silencio sobre Dios en el budismo primitivo.
El budismo ha sido calificado como religión atea;
es discutible la exactitud de esta caracterización, pero el hecho es que Buda
no habla nunca sobre un Ser Supremo, ni la idea de "iluminación"
alude a divinidad alguna (más bien se trata de un autoconocimiento), ni, por
supuesto, se considera a sí mismo otra cosa que un simple hombre. Además,
rechazó los rituales brahmánicos y propuso un camino de perfección en el que
el hombre es el único agente activo. Los budistas son claros al referirse a su
propia doctrina: no es resultado de ninguna revelación ni contiene dogma
alguno; sus conclusiones se obtienen de la experiencia y están al alcance de
cualquier persona.
2.4.2. Budismo hinayana y budismo mahayana.
Los seguidores de Buda se han dividido entre los que han
permanecido fieles al budismo originario (budismo hinayana o theravada:
"pequeño vehículo") y los que han intentado abrir la religión para
que sea vehículo de salvación para todos, no solo para una élite selecta
(budismo mahayana: "gran vehículo").
Las principales diferencias entre
ambas corrientes son:
a) El budismo hinayana, al poner el Nirvana como
perfección suprema, sostiene que el propio Buda lo ha alcanzado ya y, por lo
tanto, ha dejado de existir; de él solo nos queda su recuerdo y su
enseñanza. El budismo mahayana, por el contrario, concibe una forma de
perfección superior incluso al Nirvana: la de volver a la existencia para
servir de guía.
b) El budismo hinayana, de hecho, restringe la salvación
a los monjes; el budismo mahayana ve a Buda como modelo para todos los hombres,
no solo para los monjes.
c) El budismo mahayana ha tomado muchos elementos de la
religiosidad popular, entre ellos la creencia en dioses y los rituales
religiosos; entre las figuras divinas han incluido al propio Buda. El budismo
hinayana permanece agnóstico.
2.4.3. El Nirvana como lo Absoluto.
Muchos autores han señalado que, a pesar de su silencio
sobre Dios, hay un lugar en el budismo originario para la Realidad Absoluta. A esta
se le da el nombre de Nirvana y, al referirse a él, encontramos que le
son asignados los atributos propios de la divinidad en otras religiones: suma
perfección, felicidad, ausencia de deseos y necesidades, autosuficiencia
plena... Sus descripciones son casi siempre negativas, pero ello, más que caracterizarlo
como "pura nada", más bien resalta la distancia ontológica entre el
Nirvana y la realidad conocida (de forma parecida a como el Brahmán es "lo
totalmente otro").
2.4.4. La no unidad personal.
Para el budismo, el hombre no es una
unidad (llámese "yo", "alma" o como se quiera), sino un
agregado o corriente de elementos materiales y mentales. Y, del mismo modo que
los elementos materiales no se destruyen con la descomposición del cuerpo, sino
que pasan a otros cuerpos, los elementos mentales tampoco desaparecen, sino que
persisten en su afán de vivir hasta que se funden en el Nirvana.
De ahí que, en el budismo, la idea de reencarnación
no se refiere tanto a un alma que, después de dejar un cuerpo, toma otro
distinto cuanto a los distintos elementos que, forzados por su karma,
buscan volver a la existencia.
C) LA TRADICIÓN JUDEOCRISTIANA.
1. Etapas de la religión de Israel: Símbolos y formas cultuales.
1.1. El judaísmo premonárquico.
1.1.1. La pascua.
La mención más antigua de Israel data de 1220 a.C.: El
faraón Menefta celebra su victoria sobre diez pueblos, entre ellos Israel. Se
puede dar por supuesto que ya en esta fecha el pueblo judío estaba asentado en
Canaán.
Se puede considerar el éxodo desde Egipto hasta Canaán
como el primer episodio (posteriormente magnificado) de la historia de Israel.
En los textos bíblicos, la fiesta de la pascua aparece ligada a la liberación
de la esclavitud de Egipto. La celebración de la pascua (que se prolonga unos
siete u ocho días) contiene dos ritos principales:
a) La obligación de comer pan ácimo,
sin levadura (símbolo del nuevo comienzo: la masa no contiene nada que provenga
de la cosecha anterior).
b) La cena pascual, o comida de un cordero -sacrificado
ritualmente- en familia.
Ambos rituales parecen indicar que la pascua resulta de
la fusión de dos fiestas anteriores (una de agricultores y otra de ganaderos);
en todo caso, al adquirir un contenido histórico muy concreto (la salida de
Egipto) se convierte en uno de los pilares de la religión de Israel.
1.1.2. La revelación del Sinaí.
Junto al recuerdo de una intervención liberadora de Dios,
aparece la idea de un pacto o alianza entre Dios y el pueblo, consistente en la
entrega de una Ley o Torah. Más tarde, se dedicó a la entrega de la Ley una
fiesta especial: la de Shuavot ("semanas") o Pentecostés.
1.1.3. Las tradiciones patriarcales.
La misma idea de alianza se desarrolla retrospectivamente:
Dios ya había hecho un pacto con los antepasados de Israel, Abraham, Isaac y
Jacob; pacto por el que se promete la tierra de Canaán a sus descendientes. De
esta manera, los israelitas sintieron la tierra que ocupaban como propia.
1.1.4. El arca de la alianza (arón haberit).
Según Ex 25 y Dt 10, consistía en un cofre hecho con
madera de acacia en el cual se guardaban las tablas de la Ley (custodiadas por
dos querubines: probablemente leones alados). Simbolizaba la presencia de Dios
en medio de Israel. En un primer momento, fue guardada en una tienda especial,
la tienda del encuentro; posteriormente, fue depositada en el Templo
construido por Salomón. Desapareció cuando este Templo fue destruido por
Nabucodonosor.
1.1.5. Sacrificio y sacerdocio.
La forma principal de culto entre los antiguos hebreos
era el sacrificio: el ofrecimiento de una víctima (generalmente un
animal, a veces también los frutos primeros de las cosechas) a Yahvé. Los cinco
primeros libros del Levítico enumeran los tipos de sacrificio, aunque este
texto es tardío, pertenece a la tradición sacerdotal (siglo VI a.C.) y hay que
pensar que refleja una época muy posterior de la liturgia judía.
En todo caso, hay que destacar como forma especial de
sacrificio, ya en esta primera época, el holocausto o destrucción total
de la víctima (en otros casos, al menos una parte de ella podía ser comida por
el sacerdote o el oferente). Alrededor del acto de sacrificio fue creándose una
liturgia y una clase sacerdotal, en los distintos lugares en que
los sacrificios podían llevarse a cabo.
1.1.6. El sábado.
La palabra hebrea sabbath significa literalmente descanso.
Es seguro que la institución del descanso sabático procede de los primeros
tiempos de la religión israelita, ya que es mencionada en los documentos más
antiguos (yahvista: Ex 34,21, y elohista: Ex 23,12). Otro asunto
distinto es el de su justificación teológica, mucho más tardía, y además
diferente en las distintas tradiciones: para el sacerdotal, la semana
humana debe reproducir la acción de Dios, que hizo el mundo en seis días y el
séptimo descansó (Gen 1, Ex 20), mientras que el deuteronomista lo
relaciona con la necesidad del descanso para hombres y animales, y también
"para el extranjero que habita en medio de ti" (Dt 5).
2.1. El judaísmo del Primer Templo.
2.1.1. El santuario único.
Cuando los israelitas ocuparon
Canaán, tomaron los templos de los cananeos para dar culto a Yahvé; así son
nombrados en la Biblia santuarios como Silo, Betel, Dan, etc. Con la elección
de Jerusalén como capital por David, y la construcción en esta ciudad de un
santuario por Salomón, el templo de Jerusalén se convirtió en el centro de la religión
de Israel; en él se deposita el arca de la alianza y reside el sumo sacerdote.
La división del reino tras Salomón hace inevitable
la persistencia de una pluralidad de santuarios, a pesar de la tendencia a la
centralización; sin embargo, tras la desaparición del reino del Norte (siglo
VIII), se redacta el libro del Deuteronomio e, inspirándose en las ideas de este,
se lleva a cabo la reforma religiosa de Josías: un solo Dios, un solo
culto, un solo templo.
2.1.2. Sacerdotes y levitas.
Aunque para el relato bíblico la distinción entre
sacerdotes y levitas se remonta hasta el éxodo (los levitas son los
descendientes de Leví, los sacerdotes los de Aarón), los historiadores se
inclinan más a relacionar esta dualidad dentro de las funciones sacerdotales
con la unificación del culto en Jerusalén: los sacerdotes de otros santuarios
pasarían a Jerusalén como "sacerdotes de segunda clase" o auxiliares
de los sacerdotes de Jerusalén. Todavía en la actualidad puede identificarse
la ascendencia levítica o sacerdotal en los apellidos de muchos judíos (Levy,
Leví, Levene, Levin, etc.; Cohen, Coen, Kuhn, etc.). A la cabeza del grupo
sacerdotal se colocaba el sumo sacerdote: Según la Biblia, Aarón fue el
primer sumo sacerdote.
2.1.3. La crítica profética.
Los profetas constituyen un movimiento de reforma
religiosa que reacciona contra la contaminación (adherencias de otros
cultos) y formalización (tendencia al ritualismo) de la religión de
Israel. Por lo general, los profetas no son sacerdotes (hay excepciones, como
Ezequiel), pero dicen hablar en el nombre de Yahvé. A veces se vale de palabras
y otras veces de acciones simbólicas; en muy contadas ocasiones (los
casos de Elías y Eliseo son los más representativos) la tradición muestra al
profeta como un obrador de milagros.
El movimiento profético se extiende
desde los inicios de la monarquía (Samuel, Natán) hasta después del exilio.
El profeta Isaías, según Miguel Ángel |
Con los profetas la religión de Israel alcanza una
profundidad y pureza que anteriormente no había conocido:
a) Se señala la vinculación entre
religión y ética: De nada sirve dar culto a Dios si uno se olvida de sus
obligaciones con los hombres.
b) Se insiste en la trascendencia de Dios,
denunciando el uso de imágenes (Dios no puede parecerse a ninguna obra hecha
por manos humanas).
c) Por primera vez, la religión judía se hace
expresamente monoteísta: no solo se predica la adoración exclusiva a Yahvé,
sino que se dice claramente que no existe ningún otro dios.
d) Se señala la finalidad de la elección divina de
Israel: Dios ha elegido a Israel para que sea luz de las naciones, es
decir, para que por su medio todos los hombres conozcan al único Dios
verdadero.
1.3. El judaísmo del Segundo Templo.
Maqueta del Templo de Jerusalén |
1.3.1. El "pueblo santo".
La experiencia de la derrota, el exilio y el contacto con
gentiles han hecho dudar a muchos judíos sobre su propia identidad como pueblo.
Es necesario reforzar el sentimiento de pertenencia al pueblo elegido. Para
ello se insiste en los elementos distintivos: la circuncisión y las normas
de pureza, que limitan el trato entre israelitas y gentiles (los textos que
hacen retroceder estas normas hasta el tiempo del éxodo e incluso de Abraham
son todos sacerdotales); a la vez, se prohíben los matrimonios mixtos.
1.3.2. La Torah.
Es también en esta época cuando se termina la tarea de
recopilación de las distintas tradiciones; la proclamación, ahora, de la Torah,
ya definitivamente concluida, se presenta como una renovación de la alianza del
Sinaí.
1.3.3. El pueblo humillado.
Desde la división del reino, el año 922, Israel ha estado
siempre sometido a la influencia de pueblos extranjeros: primero los asirios
(que acabaron con el reino del Norte), después los babilonios (que destruyeron
el Templo), después los persas, los ptolomeos, los romanos... En círculos
proféticos y sacerdotales empieza a desarrollarse la idea de que esta situación
de humillación es una prueba de fidelidad a la que Dios somete a su
pueblo: si en este tiempo de prueba Israel permanece fiel, Dios restaurará su
grandeza.
1.3.4. La esperanza mesiánica y la resurrección de los muertos.
La creencia en una restauración de Israel toma la forma
de esperanza mesiánica: Hay un personaje, el mesías ("ungido"
como lo fue David, es decir, señalado por Dios), descendiente de David, que
salvará al pueblo, trayendo la justicia, la paz y la grandeza de Israel; en la
mayor parte de las ocasiones, las ideas mesiánicas se encarnan en figuras
guerreras, como los macabeos o Judas el galileo.
Unido a la esperanza mesiánica aparece el género apocalíptico,
especulaciones acerca del reinado de Dios inaugurado por el mesías; dentro de
este género aparece el libro de Daniel, en el cual aparece la denominación
mesiánica de hijo del hombre.
De Ezequiel y Jeremías, profetas del tiempo
del exilio, proceden dos de las ideas que adquirirían mayor desarrollo en el
final de este período:
a) Dios firmará con Israel un nuevo pacto, esta
vez no en tablas de piedra, sino en los corazones de los israelitas (Jer 32).
b) El pueblo de Israel es comparado a una muchedumbre de
esqueletos que se levantan de la tumba y vuelven a revivir (Ez 37); a partir de
esta imagen -en principio una simple alegoría- empieza a desarrollarse la
creencia en que Dios dará de nuevo vida a los muertos, hoy en día aceptada por
todos los judíos.
1.3.5. El pueblo disperso: La sinagoga.
La pérdida de la unidad territorial de Israel exige la
creación de lugares de encuentro de los judíos que viven lejos de la tierra de
sus padres: aparecen las sinagogas; nunca han sustituido al Templo único, pero
de hecho se han convertido en los lugares donde los judíos cumplen
ordinariamente sus deberes cultuales.
1.3.6. Corrientes y sectas.
Es propio de este período el desarrollo de especulaciones
e interpretaciones acerca de la Torah y la tradición. Los judíos se agrupan en
partidos:
-Los fariseos ponen el centro de la religión en el
cumplimiento escrupuloso de la Ley, tanto escrita como oral; creen, además, en
la resurrección de los muertos.
-Los saduceos es el partido de la clase
sacerdotal: no aceptan más Ley que la escrita y no aceptan nada que no aparezca
en la Escritura con entera claridad (p. ej., la resurrección de los muertos).
-Los esenios son judíos que, sometiéndose a una
estricta regla de vida en comunidad en el desierto, esperan la llegada del
mesías y la nueva alianza.
-Hay otra corriente o movimiento al que generalmente se
le da poca importancia, pero no puede ser ignorado al estudiar los orígenes del
cristianismo: el movimiento bautista[2].
Sus notas principales eran: a) Predicación de la llegada inminente del reinado
de Dios; b) Llamada a la conversión; c) Uso de un ritual simbólico para
expresar esta conversión, el bautismo o inmersión en agua. Nos consta la
existencia de al menos tres figuras históricas pertenecientes a este
movimiento: Juan Bautista, Bannos y Jesús de Nazaret (mencionados los tres por
Flavio Josefo).
1.3.7. Israel y la gentilidad: Prosélitos y "temerosos de Dios".
Por otro lado, la presencia de comunidades judías en
ciudades alejadas de Palestina provoca necesariamente nuevas relaciones entre
Israel y la gentilidad. En un momento determinado, muchas personas de cultura
griega aparecen intelectualmente interesadas por el judaísmo; en este ambiente
de intercambio de ideas aparece la Biblia de los Setenta y los escritos de
Filón de Alejandría. Entre los gentiles que se acercan a Israel, hay que
algunos que llegan a dar el paso de integrarse en el judaísmo (en el caso de
los varones, se circuncidan): son los prosélitos; otros permanecen
próximos, pero no llegan a hacerse judíos: son los temerosos de Dios.
Muchos judíos constatan que es la circuncisión, junto a algunas otras
costumbres judías, lo que hace que los temerosos de Dios no terminen de dar el
paso definitivo, y empiezan a considerar la necesidad de un mayor aperturismo.
1.4. El judaísmo rabínico.
A partir del año 70 d.C., el Templo deja de ser la
referencia religiosa fundamental para los judíos; la rebelión de Judea es
aplastada y el territorio es llamado por los romanos Palestina (la
tierra de los filisteos). La diáspora aumenta, y los judíos deberán
salvaguardar la unidad de la fe mediante símbolos reconocibles en todos los
lugares y, por tanto, no ligados a la materialidad de un territorio.
1.4.1. La Escritura: Torah, profetas, escritos.
Aunque hay diversas teorías acerca del momento de
formación del canon de la Biblia hebrea, los documentos de los primeros siglos
de la era cristiana (textos de Qumram y del Nuevo Testamento) nos muestran que
en esta época no existía todavía una lista definitiva de los libros que forman
la Escritura. En cualquier caso, la idea de una división tripartita de la
Escritura es anterior (prólogo del Sirácida: s. II a.C.) y mantendrá su
vigencia hasta la actualidad. La Escritura comprende:
a) La Torah.- Los cinco libros llamados
"de Moisés"; base de las creencias religiosas, la tradición histórica
y el derecho de Israel.
b) Los profetas.- Incluye tanto los libros
proféticos propiamente dichos como los de contenido histórico en que se hace
referencia a profetas no escritores.
c) Los escritos.- Se incluyen aquí los textos
(poéticos, sapienciales, narrativos, etc.) que no tienen cabida en los dos
apartados anteriores.
1.4.2. Los escritos rabínicos.
Junto a esta Escritura o Palabra de Dios, cuyo núcleo es
la Torah, los sabios religiosos desarrollaron la llamada Torah oral,
serie de interpretaciones acerca de las condiciones de validez y aplicación de
la Torah escrita. Las colecciones rabínicas más importantes son:
a) La Misná, recopilada hacia el siglo II
d.C.
b) El Talmud, colección todavía abierta (las
interpretaciones posteriores se añaden a las anteriores en forma de anillos o
círculos concéntricos), que toma como base la Misná.
Aparte de estas colecciones legales, los rabinos también
desarrollaron la Cábala, interpretaciones alegóricas, simbólicas y
místicas de la Sagrada Escritura que tratan de captar un sentido más profundo
que el que aparece en una lectura normal.
1.4.3. El rabino como guía espiritual.
En esta época, una vez desaparecido el Templo, los
rituales sacrificiales pasan a un segundo plano y, por tanto, también la clase
sacerdotal especializada en ejecutarlos pierde su importancia. Ya no se
considera a los sacerdotes y levitas como los representantes religiosos del
pueblo; este lugar pasa a ser ocupado por el maestro religioso o rabino,
que dirige a la comunidad judía en los distintos lugares en que esta se encuentre.
1.5. El judaísmo actual.
1.5.1. Las experiencias históricas.
El judaísmo actual está marcado por dos experiencias
históricas decisivas.
1.5.1.1. El holocausto.
Visto por los judíos como la culminación de una campaña
milenaria contra Israel, marca el punto máximo de la prueba de fidelidad del
pueblo elegido. En adelante, la relación de los judíos con Dios pierde toda
ingenuidad: Dios ha sido quien los ha probado hasta el límite de sus fuerzas, y
ellos han resistido.
1.5.1.2. El Estado de Israel.
Significa para los judíos el inicio de un retorno a la
tierra de sus padres, retorno al que tienen derecho y que se ve dificultado por
la hostilidad de los árabes.
1.5.2. Las fiestas nacionales de Israel.
El judaísmo es a la vez un pueblo y una religión; aunque
estas dos dimensiones no son totalmente separables, la dualidad se manifiesta
en la existencia de un judaísmo laico y un judaísmo religioso,
cada uno de ellos con su fiesta propia.
Celebración del Yom Kippur, ante el Muro de las Lamentaciones |
Fiesta de raíces bíblicas (Lev 16), fue instituida
probablemente después del exilio, ya que los documentos más antiguos no la mencionan.
A partir de la era cristiana, y hasta la actualidad, se ha convertido en la
fiesta religiosa principal del judaísmo, llegando a desplazar incluso a la
pascua. En ella se celebra la expiación de los pecados del pueblo (incluye el
ritual del "chivo expiatorio": un carnero es cargado simbólicamente
con los pecados del pueblo, y después es alejado hasta un lugar desierto, o
arrojado por un precipicio).
1.5.2.2. La fiesta laica: el día de la Shoah.
Dado que en el Yom Kippur se destaca sobre todo la
relación del pueblo con Dios, el judaísmo laico ha instituido otra fiesta en
que se destaca la relación del pueblo con su propia historia; esta historia se
condensa en la Shoah ("catástrofe"), el exterminio masivo de
judíos en la Europa ocupada por los nazis.
1.5.3. Ortodoxia y reformismo.
Dentro del judaísmo religioso, encontramos, además, una
pluralidad de tendencias, cuyos extremos estarían ocupados por:
a) Una interpretación abierta y liberal de las normas
religiosas (muchas de ellas tienen una validez temporal y condicionada) y una tendencia
a integrarse en la cultura e instituciones de los gentiles (judaísmo
reformista).
b) Una interpretación fundamentalista y literal de las
normas religiosas (hasta el punto de no reconocer otra ley que la Torah, ni
siquiera la del Estado de Israel) y una tendencia a la autosegregación
social (judaísmo ortodoxo).
2. Los orígenes del cristianismo.
Tras más de dos siglos de discusiones y estudios sobre el
tema, actualmente existe un acuerdo general entre los investigadores en lo
que se refiere a los siguientes puntos:
a) La existencia histórica de Jesús de Nazaret,
que no puede ser reducido a una figura mítica[3].
b) La presencia, dentro de los evangelios canónicos
(principalmente de los tres sinópticos), de datos históricos mezclados
con interpretaciones de la primera comunidad cristiana; lo cual hace
necesaria una tarea de separación, siguiendo normas metodológicas precisas y
rigurosas.
c) La casi total irrelevancia como documentos
históricos de los evangelios apócrifos, en su mayor parte dependientes de los
canónicos.
d) La certeza de que las ideas del cristianismo primitivo
muestran un grado mucho mayor de parentesco con algunas corrientes del
judaísmo del Segundo Templo (escritos apocalípticos, movimientos bautistas,
ascetismo individual y comunitario, etc.) que con la cultura helenista de la
época.
2.1. El Jesús histórico.
Acerca de Jesús, se puede sintetizar de esta manera su
perfil como figura histórica (al margen de las creencias religiosas sobre su
persona):
Bautismo de Cristo (Perugino) |
b) Este reino de Dios no es nunca descrito directamente,
sino por medio de símbolos; entre ellos destacan las parábolas,
narraciones breves que conectan con la experiencia cotidiana de los que le
escuchan (pescadores, campesinos, etc.).
c) Entre todas las imágenes que simbolizan el reino de
Dios destaca la figura (procedente de Is 25) de un banquete, al que todo
el mundo está invitado: en primer lugar, los judíos, el pueblo elegido, pero,
si éstos rechazan la invitación, el banquete se celebrará de todos modos con
pordioseros y extranjeros.
d) Jesús se rodea de unos discípulos a los que
exige que dejen casa, familia, profesión, etc., para dedicarse exclusivamente
al anuncio del reino.
e) La proximidad del reino de Dios
relativiza el valor de todo lo demás, incluidos el Templo y la Torah; esto hace
que Jesús se enfrente con los representantes oficiales de la religión judía,
llegando incluso a protagonizar una protesta en el interior del Templo.
f) Por otra parte, la predicación de un reino de Dios es
entendida políticamente por los romanos, que ven en Jesús el posible
cabecilla de una futura sublevación.
g) Finalmente, la víspera de la pascua[4] (7 de
abril) del año 30 d.C. Jesús es condenado a morir y ejecutado en la cruz. Unos
días o, en todo caso, poco tiempo después, sus discípulos dijeron haberle visto
resucitado.
2.2. La secta de los nazarenos.
Poco después de la muerte de Jesús, volvemos a encontrar
a sus discípulos reunidos en Jerusalén. El libro de los Hechos de los
apóstoles nos cuenta que todavía no se habían separado de la religión
judía, sino que seguían participando en el culto del Templo. El mensaje que
esta primera comunidad cristiana dirige exclusivamente a los que todavía eran
sus correligionarios es:
a) Jesús es el mesías (en griego, cristo) esperado
por Israel.
b) La prueba de su mesianidad está en que Dios lo ha resucitado
de entre los muertos.
Sin embargo, muy pronto aparece una división en la
comunidad cristiana, paralela a la que existía ya dentro del judaísmo: El
idioma de la tradición y del libro sagrado, el hebreo, era ya entendido por muy
pocos (ello hacía necesaria la existencia de tárgumes, trasposiciones no
siempre literales del texto hebreo a la lengua hablada por el pueblo); los
judíos de Palestina se dividían entre los que hablaban arameo y los que
hablaban griego; según la lengua, existían distintas sinagogas, y las
costumbres eran también diferentes. Pues bien, mientras los cristianos de
lengua aramea (entre ellos, los apóstoles) fueron aceptados por las autoridades
judías, los cristianos de lengua griega tuvieron problemas con ellas y
terminaron marchándose de Jerusalén.
La diferencia entre las dos corrientes se hace mayor
cuando en Antioquía (lugar donde se refugian los cristianos de lengua
griega huidos de Jerusalén) muchos gentiles son admitidos en la Iglesia sin ser
obligados a aceptar los ritos judíos, particularmente el de la circuncisión.
Los cristianos de Jerusalén reaccionan formando un grupo especialmente
intransigente en torno a Santiago, hermano o pariente de Jesús.
2.3. La ruptura con el judaísmo.
La situación acaba decantándose con la predicación de
Pablo, misionero sorprendentemente activo que funda comunidades cristianas en
lugares cada vez más alejados de Palestina; estos nuevos cristianos proceden
del paganismo, en muchos casos no han oído siquiera hablar de la Torah y parece
absurdo obligarles a cumplir unas normas (sobre la circuncisión, los alimentos
permitidos o prohibidos, etc.) que para ellos no tienen ningún sentido.
El contraste entre las dos formas de entender la relación
entre el cristiano y la Ley judía era tan acusado que llegó a temerse
seriamente que diera lugar a dos iglesias diferentes. Por ello, en Jerusalén
(hacia el año 49) se acordó un compromiso entre las dos partes: A cambio de
permitir la entrada de no circuncidados en la Iglesia, se prohibía a éstos que
comieran carnes sin sangrar (la Torah prohíbe el consumo de sangre) o
sacrificadas a los dioses paganos. Se trataba de un acuerdo provisional que con
el tiempo se fue olvidando, ya que la corriente que defendía el abandono de los
ritos de la Ley judía acabó imponiéndose definitivamente y ya no era necesario
ningún compromiso con la otra parte.
De esta manera, el cristianismo acabó separándose de la
religión de Israel.
2.4. Iglesia cristiana y Estado romano.
Mientras los cristianos eran un grupo o corriente dentro
del judaísmo, gozaron de los privilegios que este tenía: p. ej., a los judíos
se les permitía no dar culto al emperador, obligación a la que estaban
sometidos todos los demás ciudadanos del Imperio. Un texto de Suetonio, en el
que se cuenta que Claudio expulsa a los judíos de Roma porque estaba
alborotados por un tal Cresto, nos hace comprender que los propios
emperadores no distinguían todavía claramente entre judíos y cristianos.
2.4.1. Persecución alegal.
Antorchas humanas en la persecución de Nerón (H. Siemiradski, 1877) |
En adelante, la situación de los
cristianos en el Imperio se define por la inseguridad. Por lo general, no eran
molestados, pero bastaba un motivo cualquiera para que se desatara una
persecución. La consigna oficial durante los dos primeros siglos era: Dejar en
paz a los cristianos, pero, si alguien los denuncia, obligarlos a dar culto a
los dioses paganos; si se niegan, someterlos a tortura, y, si persisten en su
negativa, condenarlos a muerte (carta de Trajano a Plinio el Joven, gobernador
de Bitinia). Esta doctrina, contradictoria en sí misma (consideraba al
cristianismo como un delito, pero mandaba que las autoridades no llevaran la
iniciativa en su persecución) dio lugar a fluctuaciones: Desde emperadores
tolerantes e incluso próximos al cristianismo (Alejandro Severo, Felipe el
Árabe...) hasta otros, como Marco Aurelio, que ordenan persecuciones, o
Septimio Severo, que prohíbe bajo pena de muerte las conversiones al
cristianismo.
2.4.2. Persecución sistemática.
La situación empeora a partir del
siglo III (persecución de Decio): Si hasta entonces los emperadores se habían
"lavado las manos", a partir de ahora empiezan a ver en la nueva
religión un peligro para el Estado. Las persecuciones dejan de ser el resultado
de tumultos populares para organizarse desde el centro mismo del poder: no se
actúa a ciegas, sino sistemáticamente, golpeando allí donde el daño puede ser
mayor (destrucción de los templos y objetos sagrados, persecución centrada en
el clero y en los cristianos con cargos públicos). De todas las persecuciones,
la más brutal fue la última, ordenada por el emperador Diocleciano a principios
del siglo IV.
El comportamiento de los cristianos durante las
persecuciones -no siempre ejemplar- dio lugar a diversos grupos (sacrificati
-los que sacrificaron a los dioses paganos-, thurificati -los que se limitaron
a quemar unos granos de incienso-, libelatici -los que obtuvieron un
documento oficial certificando que habían sacrificado, aunque no lo habían
hecho-, confesores -los que fueron perseguidos y torturados, pero no
llegaron a morir-, mártires -los que murieron-) y a problemas de
disciplina eclesiástica, que dieron lugar a tendencias rigoristas y tolerantes
dentro de la propia Iglesia. Finalmente, se impuso una solución intermedia:
Todos los cristianos podían volver a la Iglesia, pero no sin antes pasar por
penitencias durísimas.
2.4.3. El Estado cristiano.
Concilio de Nicea (325), convocado por Constantino |
3. Las confesiones cristianas.
Por razones de extensión, no se puede dar un cuadro
detallado de las distintas confesiones cristianas, pero sí señalar sus rasgos
definitorios; como creencias generalizadas (no universales) entre los
cristianos figura la divinidad de Cristo y la doctrina de la Trinidad.
Todas ellas practican rituales (llámense o no sacramentos) relacionados con el
bautismo y la última cena.
3.1. La Iglesia católico-romana.
Se apoya en el principio de sucesión apostólica
(la Iglesia se apoya en el poder de enseñar y gobernar que Cristo transmitió a
los apóstoles y a sus sucesores, los obispos). Entre los obispos, hay uno que
se considera el primero y con jurisdicción sobre todos los demás: el obispo
de Roma o papa, sucesor de Pedro (el primero de los apóstoles).
3.2. La Iglesia ortodoxa.
Reconoce, como la católica, el
principio de sucesión apostólica, pero, como mucho, acepta la jurisdicción del
obispo de Roma sobre la Iglesia de Occidente, de ningún modo sobre la de
Oriente. Desde su separación definitiva de Roma, en 1054, no ha hecho ningún
progreso dogmático, ya que no se considera capacitada para ello (es solo una
parte, no la totalidad de la Iglesia).
3.3. Las iglesias protestantes.
El nombre procede de la protesta de los
partidarios de Lutero en la dieta de Spira de 1521. Incluye a las iglesias que
se separaron de Roma en el siglo XVI y las que posteriormente han ido surgiendo
de estas.
3.3.1. Iglesia evangélica (luterana).
Rechaza las mediaciones (doctrina eclesiástica)
interpuestas entre el creyente y la Palabra de Dios, expresada en la Biblia;
niega que el papa y los obispos tengan una autoridad especial. Insiste en la justificación
por la sola fe, no por las obras (dicho de otra manera: solo Dios puede
salvar al hombre).
3.3.2. Iglesia reformada (calvinista).
Separada de Lutero por la mayor radicalidad de sus tesis,
incluye las llamadas iglesias presbiterianas (ya que de los tres tipos
de dirigentes, ministros, presbíteros y diáconos, se da importancia a los
segundos; sirve además para distinguirse de las iglesias episcopalianas,
en las que el obispo juega un papel fundamental). Tienden a buscar la máxima
simplicidad y austeridad en el culto.
3.3.3. Iglesia anglicana.
Admite el principio de sucesión apostólica. Cada iglesia
se centra en el obispo; y el centro de comunión de todas las iglesias es el
obispo de Canterbury. No reconocen en el obispo de Roma otro papel que el de
"primus inter pares". Una corriente del anglicanismo (los anglocatólicos)
ha estado tradicionalmente muy próxima al catolicismo.
3.3.4. Escisiones en el protestantismo.
3.3.4.1. Baptistas y menonitas.
Se separaron de Lutero ya en vida de este; su dirigente,
Thomas Münzer, oponía a la "iglesia para todos" de Lutero la
comunidad de los verdaderos creyentes. Por ello, solo reconocen la validez del bautismo
de adultos. Un grupo de baptistas holandeses, en torno a Menno Simons,
ha dado origen a las comunidades menonitas, con tendencia a la autosegregación
(p. ej., los amish).
3.3.4.2. El cuaquerismo.
La palabra "cuáquero" procede del inglés quaker
(tembloroso). Esta denominación se aplicaba al principio despectivamente a los
miembros de la Sociedad de amigos, fundada por el zapatero George Fox a
mediados del siglo XVII. La base de esta religión es la existencia de una iluminación
interior, que está por encima de cualquier otra revelación (incluida la
Biblia). Los sacramentos son solo símbolos, sin ningún valor en sí mismos. Son
cristianos en el sentido de que admiten a Jesucristo como maestro y guía, pero
no que sea el único o infalible. Los cuáqueros rechazan los métodos
proselitistas y se esfuerzan en llevar una vida éticamente ejemplar.
3.3.4.3. Metodismo y Ejército de Salvación.
John Wesley intentó en el siglo XVIII una reforma de la
Iglesia anglicana, que la hiciera más auténtica y menos formalista; como
consecuencia, fue expulsado de ella. Una vez fuera, intentó captar para su
movimiento a las clases bajas oponiendo el entusiasmo de sus seguidores
con la rutina de la Iglesia oficial.
Del metodismo surgió posteriormente el Ejército de Salvación,
ahora organizado como una Iglesia diferente (en que el clero recibe nombres de
grados militares), volcada sobre todo en la asistencia social.
3.3.4.4. Las iglesias congregacionistas.
Llamadas también "iglesias independientes",
rechazaron la organización episcopal de la Iglesia anglicana, destacando en su
lugar la importancia de la congregación o pueblo cristiano.
Posteriormente, se han asociado en muchos lugares a las iglesias presbiterianas
de raíz calvinista.
3.3.5. Las sectas.[5]
3.3.5.1. Mormones.
Los orígenes de esta secta (llamada por su fundador,
Joseph Smith, Iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días)
están envueltos en leyendas de difícil credibilidad. Según Smith, un ángel le
enseñó un libro escrito en placas de oro, que él copió exactamente en el Libro
del mormón, y luego estas placas volvieron al cielo. Expulsados de muchos
lugares, peregrinaron hasta fundar una ciudad en el oeste de Estados Unidos, la
Ciudad del Lago Salado, que organizaron teocráticamente; desde allí envían
misioneros a todas las partes del mundo.
3.3.5.2. Adventistas.
Fundados en el siglo XIX por William Miller, ponen
el acento en la inminencia de la segunda venida de Jesús (fijada en un
principio para 1842, luego aplazada en varias ocasiones). El núcleo principal
lo constituye la Iglesia Adventista del Séptimo Día, que defiende la
inmortalidad condicionada (solo para los justos) y la celebración del
"séptimo día", el sábado.
3.3.5.3. Testigos de Jehová.
Claramente influido por el adventismo, su fundador, Charles
Russell, calculó la fecha de la segunda venida de Jesús para 1914. Sus
seguidores interpretaron tal fecha como "el inicio de los días
finales". Aparte de esto, niegan la base común de la mayoría de las
creencias cristianas: la Trinidad y divinidad de Jesucristo; admiten, como los
adventistas, la inmortalidad condicionada; hacen una lectura literal de la
Biblia (que les lleva a rechazar el evolucionismo y las transfusiones de
sangre). Son bastante conocidos debidos a sus tácticas proselitistas.
4. La crítica bíblica y sus resultados.
La investigación científica de la Biblia, llevada a cabo
a partir del siglo XVII, ha aportado algunos resultados que ningún estudioso de
la religión puede ignorar. Aquí aparecen reseñados solamente algunos de ellos.
4.1. La prehistoria de la Torah.
La autoría mosaica de la Torah debe rechazarse. En
realidad, se han descubierto cuatro tradiciones independientes en su origen,
aunque tres de ellas se mezclan entre sí.
a) Deuteronomio (parte central).- Es la tradición más
fácilmente reconocible, ya que se mantiene separada del resto. Propugna la
existencia de un santuario único en Jerusalén (es, con toda seguridad, el
"Libro de la Ley" encontrado en el Templo hacia el 622 a.C.).
Por tanto, las otras dos tradiciones que mencionan y
justifican la existencia de otros santuarios distintos son anteriores al
Deuteronomio.
b) Yahvista.- Es el documento más antiguo.
Usa, en Génesis, el término "Yahvé" para referirse a Dios, y además
habla de Dios en términos muy antropomórficos (modela al hombre de
barro, pasea por el jardín, impermeabiliza el arca de Noé...).
c) Elohista.- Poco posterior al yahvista, se
distingue de este en: 1º) Comienza con Abraham; 2º) Hasta que el nombre de
Yahvé es revelado a Moisés, utiliza el de Elohim ("Dios"); 3º)
Trata de corregir y suavizar los comportamientos inmorales de los personajes
(p. ej., mentira de Abraham, expulsión de Agar).
Hay otra cuarta tradición posterior
al Deuteronomio, obra de un grupo de sacerdotes exilados a Babilonia y que
posteriormente regresaron a Jerusalén:
d) Sacerdotal.- Se insiste en la liturgia (libro
del Levítico, con la descripción minuciosa de los rituales); al narrar la
creación, utiliza un esquema semanal que incluye el descanso sabático.
4.2. Los manuscritos del Mar Muerto.
Hallados casualmente por un pastor beduino en 1947, los rollos
del Mar Muerto son una serie de documentos (todos ellos anteriores al 70
d.C.) que incluye textos bíblicos, reglas de la comunidad de los esenios, etc.
De su análisis se puede inferir:
a) La transmisión del texto bíblico
(del que, antes de este hallazgo, solo poseíamos versiones escritas a partir
del siglo X) se ha llevado a cabo con extraordinaria fidelidad: no hay apenas
diferencia entre los manuscritos del siglo I y los del siglo X.
b) La secta de los esenios, de la que proceden los
documentos, no parece estar relacionada directamente con el cristianismo
primitivo; sin embargo, aparecen algunas ideas comunes, tales como la nueva
alianza, la refundación de Israel, el Espíritu Santo como fuerza divina y la
creencia en un mesías que, con su muerte, salvaría al pueblo de sus pecados.
c) Se especula con la posibilidad de que un fragmento
mínimo de manuscrito pertenezca al evangelio de Marcos, que entonces debería
ser datado antes de la fecha habitualmente admitida (alrededor del 70).
4.3. Las fuentes de los evangelios sinópticos.
Hipótesis de "las dos fuentes" (Mc y Q) |
a) Una gran parte de la materia (330 versículos) es común
a los tres evangelios (triple tradición).
b) Otra parte menor (200 versículos) es común a los
evangelios de Mateo y Lucas (doble tradición).
La coincidencia no se refiere solo al contenido, sino
también al orden y al lenguaje.
La explicación lógica de este hecho, hoy generalmente
admitida (con más o menos matices), es la siguiente:
a) De los tres evangelios, Marcos es el más antiguo.
b) Los otros dos evangelios, Mateo y Lucas, utilizan a
Marcos como fuente (explicación de la triple tradición).
c) Debió haber, además, una segunda fuente que no ha
llegado hasta nosotros, la fuente llamada Q, independiente de Marcos y
utilizada por Mateo y Lucas (explicación de la doble tradición)[6].
4.4. Valor histórico de las cartas de Pablo.
Las cartas auténticas de Pablo[7] son los
textos completos más antiguos sobre el cristianismo primitivo: datan de los
años 50, es decir, tan solo veinte años después de la muerte de Jesús.
Estas cartas nos aportan datos acerca de, entre otras,
las siguientes cuestiones:
a) Las corrientes del cristianismo primitivo.
b) La organización de las primeras iglesias.
c) Las creencias escatológicas de los primeros
cristianos, que esperaban la parusía inminente (I Tes 4,15: Pablo espera
contarse entre los que sigan con vida cuando vuelva el Señor).
Pero además, en I Co, Pablo incluye dos textos que dice
haber recibido (son, por tanto, anteriores) y que recogen las tradiciones más
antiguas sobre la última cena y sobre las apariciones de Jesús resucitado; se
puede decir, por tanto, que ya en los años 40 el ritual eucarístico y la
creencia en la resurrección de Jesús eran prácticamente idénticos a lo que han
sido en los dos mil años posteriores de la historia cristiana.
4.5. Los evangelios apócrifos.
Una breve mención para señalar que la idea de una
doctrina verdadera, pero oculta, sobre Jesús, contenida en los evangelios
apócrifos, debe ser rechazada por cuanto todos los textos apócrifos conocidos
son: a) Posteriores en el tiempo; b) Dependientes, en muchos casos, de los
textos canónicos; c) Fuertemente ideológicos (caso de los hallados en la
biblioteca gnóstica de Nag-Hammadi, los evangelios de Tomás y Felipe). No
pueden ser tomados seriamente como fuente de datos históricos.
D) EL ISLAM.
1. Vida de Mahoma.
1.1. Situación religiosa de la Arabia preislámica.
La inmensa mayoría de los árabes contemporáneos de Mahoma
eran politeístas. En el santuario de la Kaaba, en La Meca, se guardaban ídolos
e imágenes religiosas, que veneraban todos los que pasaban por allí. Entre los
dioses destaca uno al que simplemente se le llama "Dios" (en árabe Alá),
al que se reconocía como creador del cielo y de la tierra; sin embargo, el solo
culto de Alá parecía dejar fríos a los árabes, que necesitaban asociar
a este culto el de otras divinidades más cercanas; de ahí que el Corán llamen a
estos árabes politeístas asociadores (musrikun).
Es también característica de la religión de los árabes la
creencia en genios (yinns), series intermedios entre los dioses y los
hombres, benignos o malignos, y que después el islam ha tendido a identificar
con los ángeles de la tradición judeocristiana; los cuentos de Las mil y
una noches están llenos de alusiones a estos yinns.
Además, una parte de la población de Arabia era monoteísta.
Entre los grupos monoteístas se pueden destacar:
a) Los adoradores de Al-Rahman ("Dios
misericordioso"), si no estrictamente monoteístas, sí al menos
monolátricos; en el islam Al-Rahman pasa a ser uno de los nombres de Alá.
b) Los judíos, cuya presencia en Yatrib (Medina) y
en Yemen tenía ya varios siglos de antigüedad.
c) Los cristianos. Los biógrafos de Mahoma citan a
dos que ejercieron una gran influencia en este: Bahira, un monje
nestoriano, y Waraqa, primo de su mujer Jadicha. Es, además, un hecho
que el Corán menciona a comunidades de cristianos que vivían en el desierto,
probablemente heterodoxos[8].
d) El Corán cita también a los sabeos, secta que
no ha podido identificarse con precisión, pero podría tratarse de mandeos,
judíos seguidores de Juan Bautista, ya que los nombres que éstos utilizaban
para Jesús (Isa) y Juan (Yahya) son los mismos que aparecen en el
Corán.
1.2. Infancia y matrimonio.
Mahoma nació hacia el año 570 d.C. Poco antes o poco
después de nacer, según las fuentes, su padre Abdullah, que estaba de
viaje, murió; su madre, Amina, encargó a una beduina (Halima) que
cuidara de Mahoma. A los siete años, Mahoma quedó huérfano también de madre y
pasó al cuidado de su tío Abu Talib, comerciante que a veces se llevaba
a Mahoma en sus viajes; fue en uno de éstos cuando Mahoma, todavía niño,
conoció al monje Bahira, en un monasterio a orillas del Jordán. Sobre
este encuentro (que, al parecer, duró varios días) las tradiciones cristiana y
musulmana difieren:
-Según los musulmanes, Bahira quedó admirado de las dotes
de Mahoma y encareció a su tío Abu Talib que cuidara mucho de él, pues los
judíos intentarían matarle.
-Según un texto cristiano, el Apocalipsis de Bahira,
este intervino decisivamente en la escritura del Corán.
A los veinte años entró al servicio, como camellero, de
una viuda rica, Jadicha; cinco años después se casó con ella. Esto le
permitió despreocuparse de su propio mantenimiento y dedicar muchas horas a la
meditación.
1.3. Las revelaciones divinas.
Mahoma acostumbraba retirarse durante días enteros en una
cueva situada en el monte Hira, a unos seis kilómetros de La Meca; en
uno de estos retiros, durante el mes de Ramadán, Mahoma vio al ángel Gabriel
(Yibrail) que, con un libro en la mano, le ordenó leer (según la tradición
islámica, Mahoma era analfabeto). Mahoma se asustó mucho de esta visión y
confió sus temores a Jadicha, quien le llevó a visitar a su primo cristiano Waraqa;
este tranquilizó a Mahoma, haciéndole ver que el mensaje venía de Dios, aunque
(según algunas tradiciones) también predijo que le expulsarían de La Meca.
De las sucesivas visiones y revelaciones que Mahoma
experimentaría destacamos uno: la del viaje nocturno a Jerusalén (que los
musulmanes llaman isra) y de Jerusalén al cielo (miarach); los hadices
narran que Mahoma recorrió los siete cielos, conversando con los personajes que
allí estaban (primer cielo: Adán; segundo cielo: Jesús y Juan Bautista; tercer
cielo: José; cuarto cielo: Idris -profeta no identificado, que podría ser
Henoc, Elías, Esdras o el apóstol Andrés-; quinto cielo: Aarón; sexto cielo:
Moisés; séptimo cielo: Abraham). Según la tradición islámica, este viaje tuvo
lugar el año 620. El simbolismo de los "siete cielos" pasó al
Occidente cristiano, donde aparece, por ejemplo, en la Divina Comedia de
Dante[9].
1.4. Los primeros discípulos.
Desde que Mahoma recibió la primera revelación hasta tres
años después, la única persona a la que enseñó su religión fue su mujer
Jadicha. Después de esta, los primeros discípulos fueron su primo Alí,
hijo de Abu Talib, los futuros califas Abu Bakr y Otmán, su hija Fátima,
y, en general, personas pertenecientes a un reducido círculo de amigos y
familiares. En un momento dado, Mahoma convoca a todos los que, como él, eran
descendientes de Qurays (llamados por eso quraychitas); a esta
tribu pertenecían tanto la familia del propio Mahoma (hachemitas) como
los omeyas que, dirigidos por Abu Sufian, fueron al principio los
mayores enemigos del islam. La reunión fracasa. Es entonces cuando Mahoma
decide hacer público su mensaje, y se inicia la persecución contra él y sus
discípulos.
1.5. La persecución.
Las familias más poderosas de La Meca temen que la
predicación de un Dios único termine con la prosperidad de la ciudad, basada
en buena medida en las peregrinaciones a la Kaaba, santuario de todos los
dioses. Por ello intenta destruir a la comunidad islámica. Esta hace frente a
la amenaza dividiéndose (un grupo huye a Abisinia, donde serán protegidos por
el rey cristiano; otro permanece oculto en La Meca).
Los mayores enemigos de Mahoma son Abu Sufian,
jefe de los omeyas, y Abu Lahab, cuñado del anterior y tío de Mahoma. La
vida de Mahoma no corre peligro mientras está bajo la tutela de Abu Talib,
pero, a la muerte de este (619) Abu Lahab le retira la protección familiar.
Intenta refugiarse en otro poblado, Taif, pero es apedreado y arrojado de allí;
ha de volver, escondido, a La Meca, donde varias veces intentan matarle. Este
año 619 es llamado por los musulmanes año de la tristeza.
Al año siguiente muere Jadicha.
Pocos motivos le quedan a Mahoma para permanecer en La Meca.
1.6. La Hégira.
La Hégira (622 d.C.) |
Cuando llega a Medina, es recibido triunfalmente; los jefes
de las principales familias quieren que se hospede con ellos. Mahoma decide
construir su casa allí donde la camella que lo transporta se detenga. Esa casa
será la primera mezquita del islam.
Los musulmanes consideran que la llegada de Mahoma a
Medina, el año 622 d.C., inicia una nueva era de la historia, y cuenta los años
a partir de este acontecimiento.
1.7. La primera mezquita. La nueva qibla.
Una vez llegado a Medina, Mahoma se convierte en el jefe
de la ciudad. No todos los medinenses aceptaron esta jefatura: los judíos
despreciaban al autoproclamado "profeta de Dios" y, entre los árabes,
había quienes no se comprometían hasta ver qué curso tomaban los
acontecimientos (el Corán los llama munafiqun, hipócritas).
En un principio, los musulmanes oraban en dirección a
Jerusalén, como los judíos; sin embargo, tras el rechazo de éstos, Mahoma
realizó un expresivo gesto de ruptura: ordenó que, en adelante, los musulmanes
oraran en dirección a la Kaaba (Corán 2,142-152); mostró la superioridad de esta
sobre el Templo de Jerusalén remontando su construcción al mismo Abraham, padre
común de árabes y judíos.
1.8. Batallas y tratados.
Según la ley del desierto, la separación de dos grupos
que antes convivían se traduce automáticamente en una declaración de guerra.
Así vieron los musulmanes de Medina su situación respecto de los paganos de La
Meca. Corán 22,40 ("les está permitido combatir a quienes han sido
expulsados injustamente de sus hogares, solo por haber dicho: 'Nuestro Señor es
Dios'") es una evidente justificación del derecho de los medinenses a
atacar a los mecanos.
Batalla de Bahr (624 d.C.) |
Lo que en un principio fueron meras escaramuzas contra
las caravanas que se dirigían a La Meca llevó a la formación de dos verdaderos
ejércitos, que se enfrentaron en la batalla de Bahr (624). El triunfo de
los musulmanes se tradujo en una explosión de entusiasmo, pero al año siguiente
los mecanos se tomaron la revancha en Ohod; sin embargo, no lograron
matar al profeta ni destruir totalmente su ejército. En 627 tiene lugar la campaña
del foso, llamada así porque los musulmanes excavaron un foso en torno a
Medina para defenderla; los mecanos asedian durante tres semanas Medina, pero
una tormenta de arena les obliga a levantar el asedio.
Finalmente, en 628 se firmó un tratado de no agresión
entre paganos y musulmanes, que incluía el derecho de los últimos a visitar La
Meca en las fiestas religiosas.
1.9. La venganza contra los judíos.
Mahoma nunca perdonó a los judíos el que no aceptaran su
mensaje ni apoyaran sus campañas militares. Así, tras la batalla de Ohod
expulsó de Medina a la tribu de los Banu Nadir porque pensó haber sido
traicionado por ellos. La sura 59,2 menciona este hecho:
"Dios es quien expulsó de sus viviendas a los de la
gente de la Escritura que no creían... Dios los sorprendió por donde menos lo
esperaban. Sembró el terror en sus corazones y demolieron sus casas con sus
propias manos y con la ayuda de los creyentes."
Peor suerte corrieron los miembros de la tribu de los Banu
Qurayza, que, tras la campaña del foso, sufrieron durante veinticinco días
un asedio que terminó con su rendición incondicional. Entre seiscientos y
novecientes judíos varones fueron decapitados, las mujeres y niños vendidos
como esclavos y los bienes confiscados. Corán 33,26-27 celebra la matanza con
estas palabras:
"(Dios) hizo bajar de sus fortalezas a los de la
gente de la Escritura que habían apoyado a los infieles. Sembró el terror en
sus corazones. A unos matasteis, a otros los hicisteis cautivos.
"Os ha dado en herencia sus tierras, sus casas, sus
bienes y un territorio que nunca habéis pisado. Dios es omnipotente."
1.10. La toma de La Meca.
Mahoma no respetó la tregua de diez años firmada con los
mecanos. Aprovechando un mínimo pretexto (el apoyo de alguna familia poderosa
de La Meca a una tribu que a su vez estaba en guerra con otra que ya se había
convertido al islam), organizó un ejército y fue contra la ciudad. Abu Sufian
le sale al encuentro ofreciéndole pagar un tributo. Mahoma exige su conversión
al islam, y Abu Sufian cede.
Los musulmanes tomaron La Meca, sin resistencia, en el
año 630. Mahoma entró en la Kaaba y la purificó, quemando todos los ídolos.
1.11. Muerte de Mahoma.
En los últimos años de vida Mahoma muestra una dureza
cada vez mayor hacia sus enemigos y los que no aceptan el islam (judíos y
cristianos). El Corán 9,29-30 les dedica estas duras palabras:
"¡Combatid contra los que, habiendo recibido la
Escritura..., no practican la religión verdadera, hasta que, humillados,
paguen el tributo!... Los judíos dicen: 'Uzair (Esdras) es el hijo de Dios'. Y
los cristianos dicen: 'Cristo es el hijo de Dios'... Remedan lo que ya antes
habían dicho los infieles. ¡Que Dios les maldiga! ¡Cómo pueden ser tan
desviados!".
Mahoma había tenido un total de diez mujeres, pero su
único hijo varón, Ibrahim, muere en 632. Mahoma, con sesenta y dos años, se
vuelve pesimista respecto a su sucesión. Previendo su próxima muerte, declara
concluido el Corán y pronuncia su último sermón. El 8 de junio Mahoma muere sin
dejar sucesor (una tradición sostiene que envenenado por una de sus esposas, de
raza judía). Mientras su yerno y primo Alí vela el cadáver, su amigo Abu Bakr
se las ingenia para ser elegido sucesor (califa); Alí solo reconocerá
esta elección seis meses después.
3. Los textos sagrados del islam.
3.1. El Corán.
Para los musulmanes, Mahoma no es el autor (ni siquiera
el autor "inspirado") del Corán; el autor del Corán es el mismo Dios,
quien, valiéndose del ángel Gabriel, lo transmitió a Mahoma.
Mientras Mahoma vivía, sus discípulos copiaban sus revelaciones
en los objetos que tenían a mano (pergaminos, troncos de árboles, omoplatos de
animales, etc.) y posteriormente las aprendían de memoria. En 633 ocurrió un
hecho que mostró la necesidad de una versión escrita del Corán: muchos de los
compañeros del profeta murieron en la batalla de Yamama; con ellos quizá
se perdieron suras enteras.
El texto escrito del Corán apareció por primera vez ese
mismo año; como, a partir de entonces, aparecieron diferentes versiones no exactamente
coincidentes, el año 651 el califa Otmán mandó refundir todas las versiones en
una sola, quemó los anteriores manuscritos y estableció el texto oficial
definitivo.
3.2. El hadiz.
Junto al Corán, los musulmanes ortodoxos (sunnitas)
aceptan como segunda fuente de la religión y el Derecho la narración de los
hechos y enseñanzas del profeta (hadiz). Para la ortodoxia, Mahoma no
añadió en su vida nada a lo que Dios le había mandado transmitir (el Corán);
simplemente se limitó a ponerlo en práctica. Además, siempre que pronunciaba
una enseñanza mandaba a los oyentes que la transmitieran a los que no estaban
presentes.
Así surgieron los hadices; cuando su número llegó a ser
excesivo y era evidente que muchos eran inventados, se exigió que para ser aceptado
el hadiz debía incluir también sus condiciones de transmisión (es decir,
quién lo había recibido, de quién lo había recibido este y, en último término,
quién fue el testigo directo del dicho o hecho del profeta).
El sunnismo acepta como dignas de confianza seis
colecciones de hadices; el conjunto forma la sunna (tradición). El shiismo,
por el contrario, rechaza la validez de estas seis colecciones y posee sus
propias tradiciones, que se remontan a Alí, primo y yerno del profeta.
3.3. Los otros libros sagrados.
Los musulmanes niegan que el islam suponga una novedad
absoluta en la historia religiosa; no es más que la confirmación y complemento
de una revelación divina que empezó ya con el primer hombre, Adán, y que se
conserva (aunque deformada) en los libros sagrados de judíos y cristianos.
De hecho, los musulmanes reconocen como revelados por
Dios al menos los libros siguientes:
-La Torah, revelada por Dios a Moisés.
-Los Salmos del rey David.
-El Evangelio, revelado por Dios a Jesús.
Esto explica la consideración especial que los musulmanes
han tenido con lo que ellos llaman gentes del Libro.
4. La doctrina islámica.
4.1. Dios.
El centro de la doctrina islámica es la frase No hay
más dios que Dios, expresión de un estricto monoteísmo: Dios es único
tanto porque no hay otros dioses como porque en El no se pueden distinguir
personas (contra la doctrina cristiana de la Trinidad).
La diferencia absoluta entre Dios y todo lo creado hace
que ningún ser humano pueda ser llamado hijo de Dios.
Así, en la sura 112: "Di: 'El es Dios, Uno, Eterno,
no ha engendrado, ni ha sido engendrado, no hay nadie como El'".
4.2. Los ángeles.
El islam admite la existencia de ángeles, y a algunos de
ellos los individualiza: Yibrail (Gabriel), Mikail (Miguel), Israfil
(Rafael), el ángel de la muerte (el que recoge el alma de los moribundos,
exalada en su último suspiro); hay también un ángel malo, desobediente a Dios,
a quien el Corán llama Iblis (el diablo).
La creencia en ángeles se confunde con la creencia en
genios o yinns, según el Corán creados por Dios a partir del fuego (la
sura 72 está dedicada enteramente a un grupo de genios que aceptan el islam).
En 7,11-12, 18,50 y 38,71-76 se habla de Iblis a la vez como
ángel y como genio, lo cual ha dado pie a que muchos musulmanes identifiquen
ambas categorías.
Por ejemplo, leemos en Corán 18,50: "Cuando dijimos
a los ángeles: ¡Postraos ante Adán!, se postraron, excepto Iblis, que era uno
de los genios y desobedeció la orden de su Señor."
4.3. Los enviados de Dios.
Las palabras "enviado" (rabul) y
"profeta" (nabí) no son en el islam exactamente sinónimas: El
profeta es el que trae un mensaje de Dios, mientras que el enviado o apóstol es
el que, además, organiza una comunidad de creyentes y dota a esta de unas
leyes. Es evidente que todos los enviados son profetas, aunque no al contrario.
El Corán cita un total de 26 profetas, la mayoría de los
cuales aparecen en la Biblia, pero admite la existencia de otros profetas
enviados por Dios a pueblos distintos de Israel.
4.3.1. Abraham (Ibrahim).
Es el padre común de árabes e israelitas. Mahoma presenta
el islam como la vuelta al monoteísmo abrahámico, anterior incluso a la
existencia de Israel y más cercano al pueblo árabe. Por ello se introducen
algunas variaciones significativas en la tradición bíblica:
a) El hijo de la promesa divina es Ismael, no Isaac, y es
a Ismael a quien Dios, en sueños, manda sacrificar. Ismael acepta ser
sacrificado, pero Dios detiene el sacrificio. Como premio a la obediencia de Abraham,
Dios le concede entonces otro hijo: Isaac (sura 37).
b) Junto a Ismael, Abraham construye o reconstruye
el santuario de la Kaaba (según la tradición, construido primero por Adán).
c) Se habla también de escrituras entregadas a
Abraham (87,19), dato que la Biblia desconoce.
4.3.2. Moisés (Musa).
El personaje de Moisés es presentado en el Corán de una
forma concorde con la tradición bíblica, salvo en algunos detalles (lo salva de
morir la esposa del faraón, y lo cuida su hermana; los magos de Egipto
se convierten; el faraón -que algunos musulmanes identifican con Amenofis IV-
se hace monoteísta tras ver a su ejército engullido por las aguas, etc.).
Según el Corán, Dios entregó a Moisés una Escritura para
Israel, pero los judíos se apartaron de ella y Dios hubo de enviar a otros
profetas.
4.3.3. Jesús (Isa).
Es el mesías que los judíos esperaban; la mayoría de los
musulmanes piensa, además, que volverá al final de los tiempos. Nacido de una
virgen, enseñó la verdadera adoración a Dios e hizo muchos milagros. Fue
condenado a la cruz, pero fue sustituido en el último momento por otro
personaje (quizá Judas) y no llegó a morir. No es el hijo de Dios.
4.3.4. Mahoma.
Enviado por Dios para restaurar la religión verdadera,
que judíos y cristianos habían deformado.
4.3.5. El Mahdi o mesías.
El Mahdi es el último enviado de Dios, que al
final de los tiempos hará que el islam triunfe en toda la tierra. La creencia
en el Mahdi tiene gran fuerza entre los shiitas, aunque también existe
entre los sunnitas.
a) La mayoría de los sunnitas identifican al Mahdi
con Jesús que, tal como creen los cristianos, ha de regresar a la tierra; con
mayor razón puesto que, para los musulmanes, Jesús no llegó a morir realmente.
Un grupo minoritario sostiene que el Mahdi debe pertenecer a la familia de
Mahoma y que su reinado durará siete años, antes del fin del mundo.
b) El grupo mayoritario de los shiitas identifica
al Mahdi con el imán duodécimo, Muhammad al-Muntazar, desaparecido
misteriosamente en 878; una corriente minoritaria, los ismailitas, lo
identifican con el imán séptimo (o el hijo del sexto imán).
4.4. El último día.
En lo que se refiere a la escatología, las
creencias musulmanas son semejantes a las de judíos y cristianos: Se producirá
la resurrección de los muertos y el juicio universal tras el que
unos entrarán en el paraíso y otros serán condenados al infierno.
Como notas características podemos
señalar que el juicio tendrá lugar en Jerusalén; que se inaugurará con un toque
de trompeta del ángel Israfil; que durará un día; que todos los juzgados habrán
de sostener un libro en el que estarán escritas todas las acciones de su vida;
y que tanto el paraíso como el infierno son descritos en el Corán en términos
muy materiales (jardines, piedras preciosas, placeres de la comida y del sexo,
para el paraíso; viento ardiente, agua hirviendo y humo espeso, para el
infierno).
5. Los pilares del islam.
Islam significa "sumisión"; muslim (musulmán) es el que se
somete. Los llamados pilares del islam pueden definirse como las
condiciones o presupuestos de la sumisión que el creyente debe a su Dios.
5.1. Profesión de fe (shahada).
Es el presupuesto básico de todo el islam; sin ella, los
otros cuatro pilares no tendrían ningún sentido.
Consiste en prestar asentimiento y dar testimonio de la
verdad de estas dos proposiciones:
a) No hay más dios que Dios (es decir, Dios es
único).
b) Mahoma es el enviado de Dios (el que cierra la
lista de los profetas y enviados de Dios).
5.2. Obligaciones del musulmán.
Traducen prácticamente la profesión de fe.
5.2.1. Oración (salat o azalá).
Debe realizarse cinco veces al día, aunque si es
necesario pueden agruparse varias. El orante debe orientarse hacia la Kaaba, en
La Meca (qibla o alquibla); en las mezquitas esta dirección se
señala por la presencia de un nicho o mihrab. La oración incluye ciertas
posturas corporales características, que deben adoptarse en momentos precisos: qiiam
(de pie), rukuaa (con la cabeza inclinada), suyud (postrado), yulus
(sentado).
Ordinariamente, la oración se realiza de forma
individual, pero en ciertas ocasiones (mediodía del viernes y en las fiestas
solemnes) debe realizarse en comunidad, en la mezquita.
5.2.2. Ayuno (sawn).
Significa la obligación de abstenerse de comer, beber,
fumar y tener relaciones sexuales durante el mes de Ramadán, desde la salida
hasta la puesta del sol (según el hadiz, el momento preciso se conoce por la
capacidad de distinguir un hilo blanco de un hilo negro). En los países de
mayoría musulmana, la vida cotidiana se transforma durante el Ramadán: la
actividad se concentra en las horas nocturnas.
5.2.3. Limosna (zakat o azaque).
Mientras que el Corán (p. ej, 2,77) presupone la
voluntariedad de la limosna, el hadiz lo ha convertido en un impuesto regulado
legalmente, obligatorio para todo aquel cuyas ganancias sobrepasen una cantidad
mínima (nisab).
5.2.4. Peregrinación (hajj).
El centro geográfico del islam es La Meca. La existencia
de este centro cumple, entre otras, la función de simbolizar la unidad del
islam, una vez abolida (desde 1924) la jefatura religiosa máxima o califato.
Al menos una vez en la vida, el musulmán debe peregrinar
a La Meca y cumplir en esta ciudad los ritos prescritos (vestirse con
vestiduras blancas, dar siete vueltas a la Kaaba, tocar o -si no es posible-
señalar la piedra negra, etc.).
5.3. La guerra santa (yihad).
Considerada durante algún tiempo como un sexto pilar del
islam, es, en cualquier caso, una obligación para el musulmán cuando la
comunidad islámica está amenazada. Tanto el Corán como el hadiz son muy
precisos en lo que se refiere al derecho y obligación de tomar las armas. No
obstante, algunos autores musulmanes prefieren ampliar y espiritualizar el
significado de la yihad, incluyendo la lucha contra el demonio, contra
las malas tendencias de la propia naturaleza, etc.
6. Las divisiones del islam.
6.1. La ortodoxia islámica: el sunnismo.
La corriente mayoritaria y ortodoxa del islam (llamada
así por seguir la Sunna, la doctrina de Mahoma contenida en las seis
colecciones de hadices aceptadas). Aproximadamente el noventa por cien de los
musulmanes son sunnitas.
6.2. El shiismo.
6.2.1. El partido de Alí.
Shi'a significa el partido de Alí, el primo
de Mahoma (hijo de su tío y protector Abu Talib) y también su yerno (casado con
su hija Fátima). En el momento de la muerte de Mahoma, Alí no pudo hacer valer
sus derechos como sucesor por estar ocupado en los rituales piadosos de vela
del cadáver y entierro, por lo que Abu Bakr y Omar lograron convencer a los
distintos grupos para que declarasen califa al primero. Esto produjo un primer
cisma, que duró seis meses, hasta que Alí reconoció finalmente a Abu Bakr.
El cisma se reprodujo en 644, cuando, tras los califatos
de Abu Bakr y Omar, el islam se dividió entre los partidarios de Otmán
(de la familia omeya, antiguos enemigos del profeta) y los de Alí; al
ser elegido el primero, los shiitas no reconocieron al nuevo califa (lo
asesinaron en 656 y nombraron califa a Alí, que a su vez fue asesinado en 661,
volviendo los omeyas al poder).
6.2.2. El imán como encarnación de la verdad divina.
Uno de los puntos que separan a shiitas y sunnitas es su
concepción del máximo dirigente espiritual del islam. Para los shiitas, debe
descender del profeta por la vía fatimita. En cada momento, el imán
representa la verdad de Dios y es, en este sentido, infalible.
6.2.3. Rechazo de la sunna.
La sunna se elaboró cuando ya se había consumado
el cisma entre shiitas y sunnitas, y los que declararon como válidas las seis
colecciones de hadices pertenecían a esta segunda corriente. Es, por tanto,
normal que los shiitas la rechacen; a cambio, poseen sus propias tradiciones
sobre Mahoma, que se remontan hasta Alí.
6.2.4. Ismailitas y duodecimanos.
Alí es considerado por todos los shiitas como el primer
imán; acerca de los cinco siguientes (Hasán, Hussein, Alí Zayn, Muhammad
al-Bácquir y Jafar al-Sadiq) también existe acuerdo entre ellos. La división
surge respecto a Ismail, que sucedió al sexto imán y fue depuesto en seguida
por embriaguez (765). Un grupo de shiitas consideraron esta deposición como
inválida y a Ismail no solo como legítimo imán, sino como un verdadero profeta
semejante a Mahoma. Estos ismailitas lograron fundar una dinastía en
Túnez, pero se han separado cada vez más del resto del islam, que los considera
negadores de toda religión y moral.
Saltando sobre este problemático "séptimo
imán", el resto del shiismo reconoce seis imanes más: Musa al-Kazim, Alí
al-Ridá, Muhammad al-Jauad, Alí al-Hadi, Hasán al-Askarí y Muhammad
al-Muntazar. En total, doce (de ahí el nombre de duodecimanos). El
último imán desapareció misteriosamente en 878 y sus seguidores sostienen que
no murió, sino que permanece escondido hasta que un día retorne como el Mahdi.
La revolución iraní fue interpretada por algunos como el inicio del reinado
del Mahdi, que incluso llegó a ser identificado con Jomeini.
6.3. La mística islámica: El sufismo.
El sufismo nace en el siglo XII como un intento de dotar
de una mayor profundidad interior al islam (una religión pensada en un
principio para nómadas guerreros y muy atenta a los aspectos materiales de la
vida). Busca la unión con Dios por medio de prácticas ascéticas, que logran un
sorprendente autodominio del cuerpo (ejercicios de derviches y faquires), y
largos períodos de oración. Los sufíes se organizan en comunidades monásticas,
aunque también los hay que, llevando una vida normal, participan en la
espiritualidad de los monasterios.
7. El Derecho islámico (Shariah).
Trata de regular las relaciones humanas dentro de la
comunidad musulmana (umma), concebida como universal. Establecida en el
siglo X, ha sido considerada vigente en todos los países islámicos hasta que,
en el siglo XX, se plantea la separación de poder político y religión.
7.1. Las fuentes de la Shariah.
La ley islámica brota de cuatro fuentes, ordenadas de
mayor a menor importancia:
-El Corán.
-La Sunna (en el caso de los shiitas, sus propios
hadices).
-El consenso entre los sabios en cuestiones religiosas (ulemas),
que realizan la ijtihad o interpretación de los textos oscuros en
cuestiones problemáticas.
-Finalmente, cuando las tres fuentes anteriores resultan
insuficientes se recurre a otros procedimientos como el razonamiento
analógico, comparando el caso que se examina con otros casos en algún
sentido similares.
7.2. Reformistas y fundamentalistas.
No todas las aplicaciones de la Shariah son igualmente
estrictas. Las más abiertas son las de los reformistas (tratan de
mantener la Shariah, pero interpretándola desde el respeto a los derechos
humanos, las libertades democráticas, etc.). En el extremo opuesto se sitúan
los fundamentalistas, que proclaman la supremacía de la Shariah sobre
cualquier otra ley política y la aplican en su literalidad.
7.3. Los derechos de las mujeres.
Se trata de uno de los aspectos más conflictivos que
conlleva la aplicación de la Shariah. Advirtiendo que hay países más y menos
rigurosos, se pueden anotar algunos rasgos comunes claramente discriminatorios:
-El Corán (4,3) permite a un varón tomar varias esposas,
hasta cuatro, aunque ciertamente exige tratar a todas con equidad; sin embargo,
la tradición islámica nunca ha recogido una autorización similar referida a las
mujeres.
-El mismo Corán (4,34) establece en términos tajantes la
autoridad del varón (sea marido, padre o hermano) sobre la mujer: "Los
hombres tienen autoridad sobre las mujeres en virtud de la preferencia que Dios
ha dado a unos más que a otros y de los bienes que gastan... ¡Amonestad a aquellas
de quienes teméis que se rebelen, dejadlas sobre el lecho, pegadles!"
-La responsabilidad del mantenimiento del hogar recae
exclusivamente en el varón; la mujer (sea esposa, hija, madre o hermana) tiene
siempre la situación de mantenida.
-Se reconoce ciertamente el derecho a heredar de la
mujer, pero solo hereda la mitad que el varón que tiene el mismo grado
de parentesco; una regla parecida rige en los testimonios legales: para la
misma situación en que solo sería necesario un testigo varón son necesarias dos
mujeres.
-Finalmente, aparece la cuestión del velo. El Corán
recomienda su uso en varias ocasiones (p.ej., 24,30) y una vez lo prescribe:
"¡Profeta! Di a tu mujer, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que
se cubran con el manto. Es lo mejor para distinguirlas y que no sean
molestadas" (33,59). La razón que se da parece estar relacionada con unas
circunstancias históricas muy concretas, por lo que se puede poner en duda el
carácter atemporal de este mandato. En todo caso, el velo es ya parte de la tradición
islámica y, en ciertos lugares, simboliza el mantenimiento de esta tradición
frente al laicismo.
7.4. Los derechos de los no musulmanes.
La relación de la comunidad musulmana con los miembros de
otras religiones (en particular, los judíos y cristianos) se ha basado
históricamente en dos normas básicas:
-El islam no debe imponerse por la fuerza;
particularmente, las "gentes del Libro" deben ser protegidos (dimmies)
por los gobernantes musulmanes y conservar sus cultos.
-La apostasía, no obstante, puede incluso ser
castigada con la muerte; lo cual implica la prohibición de que otras religiones
realicen proselitismo entre los musulmanes.
Otras entradas sobre Filosofía de la Religión:
I.- Apuntes mínimos sobre Historia de la Ciencia de la Religión.
II.- La esencia de la Religión.
III.- Necesidad o Contingencia de la Religión.
IV.- Proyección y/o Revelación.
V.- Las formas a priori de la experiencia religiosa.
VI.- Ética y divinidad.
VII.- El problema de la existencia de Dios.
VIII.- El simbolismo en la Religión.
Apéndice: Apuntes mínimos sobre Historia de las Religiones.
[1]H. Saddhatissa: Introducción
al budismo, Madrid, Alianza, 1974.
[2]Datos sobre el movimiento
bautista en Ch. Perrot: Jesús y la Historia, Madrid, Cristiandad, 1982,
cap. III.
[3]Las “reducciones mitológicas” de la figura de Jesús más conocidas son
las de Bruno Bauer, miembro de la izquierda hegeliana que en su obra Crítica
de los evangelios e historia de su origen lleva la interpretación mítica
iniciada por Strauss hasta el extremo de negar todo referente histórico, y A.
Drews, que a principios del siglo XX publica sus obras El mito de Cristo
(1909-11) y Negación de la historicidad de Jesús (1926). En la actualidad
ningún investigador sostiene la inexistencia histórica de Jesús; las razones
para refutar tal opinión son, entre otras, las siguientes: a) En la antigüedad
nadie, ni los mayores enemigos del cristianismo, negó la existencia histórica
de Jesús: algunos judíos le acusaron de hechicero, renegado e incluso
inventaron calumnias contra él (p. ej.,
que era hijo ilegítimo de un soldado romano), pero nunca dijeron que no
existió; b) Es totalmente inverosímil que los primeros cristianos inventaran
hechos como la cobardía de Pedro, el bautismo de Jesús por Juan (que parece
colocar a Jesús en una posición subordinada respecto a Juan), el miedo de Jesús
antes de morir, su grito “Díos mío, ¿por qué me has abandonado?”, etc.; c)
Muchas palabras de Jesús que los evangelios sinópticos nos han transmitido
pueden ser “retraducidas” al arameo, apareciendo entonces matices
significativos que la traducción al griego ha hecho desaparecer, lo cual prueba
que tales frases fueron efectivamente pronunciadas en arameo; d) Algo parecido
ocurre si ponemos en relación algunos textos del evangelio con las condiciones
de vida de Palestina en el siglo I (p. ej., la inscripción “una caña movida por
el viento” alude a la imagen impresa en una moneda de uso común); e) De Jesús
se cuenta en los evangelios dónde vivió, en qué lugares predicó, cómo se
llamaban sus parientes y conocidos, a qué se dedicaban, cómo y cuándo murió,
etc.: si todo hubiera sido una falsificación, habría sido muy fácil
descubrirla.
[4]La mayoría de los autores
siguen en este punto la cronología del evangelio de Juan, según la cual Jesús
fue ejecutado la víspera de la pascua y no (como presuponen los sinópticos) el
mismo día de la fiesta. Las razones principales para sostener esta opinión son:
la improbabilidad de que el sanedrín se reuniera en una fiesta tan solemne, que
tanto los discípulos como los servidores del sanedrín llevaran armas y que
Simón de Cirene viniera del campo.
[5]La
designación “secta”, aunque rechazada por los miembros y discutida por
investigadores independientes, tiene cierta base en cuanto que los grupos a los
que hacemos referencia a continuación aparecen generalmente separados del resto
de confesiones cristianas, con las que no entablan ninguna relación de tipo
ecuménico e incluso llegan a condenarlas en bloque (p. ej., la “profetisa”
adventista Ellen White, cuyos escritos se consideran tan inspirados como la
misma Biblia, identifica a la Iglesia católica con la ramera del Apocalipsis y
a las iglesias protestantes con los hijos de esta); su doctrina se separa
visiblemente del “mínimo común” presente en todas las iglesias, y su actividad
exterior es puramente proselitista, sin ninguna preocupación social o cultural
(esta última característica vale sobre todo para los testigos de Jehová, pero
es más discutible en el caso de los mormones y los adventistas).
[6]La
“hipótesis de las dos fuentes” fue enunciada por primera vez por Ch. H. Weisse
en 1838.
[7]La cuestión de la autenticidad de las cartas paulinas (es decir, si realmente fueron escritas por Pablo) es todavía un problema discutido, aunque existe acuerdo en lo que se refiere a cartas claramente no auténticas (Hebreos, I y II Timoteo, Tito) y otras que podemos asegurar que sí lo son (Gálatas, Romanos, I y II Corintios, I y II Tesalonicenses, Filemón). En cuanto a las tres restantes (Filipenses, Colosenses y Efesios) la atribución no está tan clara: los temas son paulinos, pero el lenguaje es diferente del de las epístolas indudablemente auténticas; generalmente se piensa que no fueron redactadas por el mismo Pablo, sino por algunos de sus discípulos.
[7]La cuestión de la autenticidad de las cartas paulinas (es decir, si realmente fueron escritas por Pablo) es todavía un problema discutido, aunque existe acuerdo en lo que se refiere a cartas claramente no auténticas (Hebreos, I y II Timoteo, Tito) y otras que podemos asegurar que sí lo son (Gálatas, Romanos, I y II Corintios, I y II Tesalonicenses, Filemón). En cuanto a las tres restantes (Filipenses, Colosenses y Efesios) la atribución no está tan clara: los temas son paulinos, pero el lenguaje es diferente del de las epístolas indudablemente auténticas; generalmente se piensa que no fueron redactadas por el mismo Pablo, sino por algunos de sus discípulos.
[8]Es un dato contrastado la
presencia de comunidades judeocristianas, declaradas heréticas por el
cristianismo ortodoxo, en el desierto de Arabia. C. Colpe ha rastreado la
influencia judeocristiana en los orígenes del islam, destacando (por ejemplo)
que la expresión “sello de los profetas”, con que Mahoma se autodesigna, ya
aparece en textos de los siglos II-III, y que, en una Historia de la Iglesia
del siglo V, cuyo autor es Sozomenos, aparecen referencias a judeocristianos
que dicen proceder de Agar e Ismael (citado en H. Küng: El cristianismo,
Trotta, pp. 120 y ss.).
[9]Hay que señalar que este
simbolismo de los “siete cielos” es muy anterior a Mahoma. De origen oriental,
penetra en el área grecolatina a través de órficos y pitagóricos. Lo
encontramos, por ejemplo, en la cosmología babilónica (los siete pisos del
zigurat reproducen los siete cielos) y en los misterios de Mitra, en que los
iniciados debían subir una escala de siete peldaños, cada uno de ellos de un
material diferente: según Celso, los siete peldaños representan los “cielos” de
Saturno, Venus, Júpiter, Mercurio, Marte, Luna y Sol (los siete días de la
semana en orden inverso). La tradición judía habla tanto de “siete cielos” (II
Henoc 8) como de los tres que San Pablo menciona de pasada cuando dice haber
sido arrebatado al tercer cielo (II Co 12,2). Eliade describe una ceremonia
chamánica en la región uraloaltaica en que el chamán asciende los sucesivos
cielos para ofrecer al dios supremo un caballo sacrificado; salvo en el detalle
de que hay nueve cielos en vez de siete, la semejanza con la iniciación
mitraica y la ascensión de Mahoma resulta evidente: “Después de ahumar el
tamboril, de revestir las vestiduras rituales y de haber invocado a Merkyut, el
pájaro del cielo, para que ‘venga cantando’ y ‘se siente en su hombro derecho’,
el chamán inicia la ascensión. Sube con agilidad los peldaños tallados en el
árbol ceremonial, penetrando sucesivamente en los nueve cielos, y describe al
auditorio, con infinidad de detalles, todo lo que ve y todo lo que ocurre en
cada uno de los nueve cielos. En el sexto cielo venera a la Luna; en el
séptimo, al Sol. Por último, en el noveno el chamán se prosterna ante Bai Ulgen
y le ofrece el alma del caballo sacrificado. Es el momento culminante de la
ascensión extática del chamán. Bai Ulgen le hace saber si el sacrificio ha sido
bien recibido y le predice el tiempo; después el chamán se desploma extenuado,
y tras un momento de silencio, despierta como de un sueño profundo” (Tratado...,
II, 33).
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