viernes, 5 de enero de 2018

Kant: la crítica de la razón (práctica)

Apuntes mínimos de Historia de la Filosofía, capítulo 20


Para explicar la filosofía práctica de Kant, podemos partir de la primera frase de su obra Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres: “Nada hay… que pueda ser llamado bueno sin restricción, a no ser una buena voluntad.” Todas las otras cosas que llamamos bienes no lo son siempre y en cualquier circunstancia, sino que pueden incluso convertirse en males: por ejemplo, una gran inteligencia utilizada por un criminal multiplica el mal que este puede hacer. Lo único que en ningún caso puede ser malo es una buena voluntad. Por tanto, debemos centrar nuestra atención en este concepto de “buena voluntad”.
Edición alemana de Kritik der praktischen Vernunft...
Si atendemos al sentido moral, descubriremos que la buena voluntad no depende de los efectos que produce sino solo del propósito o máxima de la voluntad. Y este propósito, en el caso del hombre, se expresa así: “hacer lo que se debe porque debe hacerse”, no porque me convenga o saque algún beneficio de ello. De esta forma caemos en la cuenta de que el concepto de “deber” es independiente de la experiencia: esta nos puede dar ejemplos de actuaciones conformes al deber, pero no de actuaciones por deber, ya que siempre podremos pensar que existe algún interés más o menos oculto que lleva a hacer lo que, por otro lado, hay que hacer.
...y traducción a cargo de Manuel García Morente
Al contrario que las éticas materiales, que se basan en unos intereses o fines que se buscan (la felicidad, el placer…) y que necesitan de la experiencia para decir qué principios de actuación nos llevan a la consecución de estos fines, Kant propone una ética formal y a priori, que juzga si una actuación es correcta o no por su concordancia con la forma universal de la ley.
¿Qué actuación es, por tanto, correcta? Aquella que manda querer la acción que se ajuste a una ley universal, válida para todo ser racional: “obra de tal modo que puedas querer que la máxima de tu voluntad valga como ley universal”. De esta forma, es la propia razón la que legisla y manda para todos, también para sí misma: no acepta el mandato de otro, sino solo el suyo propio; es, por tanto, una razón autónoma.
Autonomía y dignidad del hombre son correlativas, de ahí que el imperativo moral mande también tener en cuenta dicha dignidad, tratando a la humanidad siempre como fin en sí y nunca solo como medio.
La razón práctica se basa en un hecho, la obligación moral (expresada en forma de imperativo categórico), que presupone la libertad del hombre. La libertad es algo que la razón teórica no puede admitir, ya que el principio de causalidad dice que todo, también las acciones del hombre, debe responder a una causa. Sin embargo, la razón práctica la afirma. ¿Hay contradicción? No, puesto que la razón teórica se refiere al fenómeno y la práctica al noúmeno.
Además, la razón práctica postula lo que la razón teórica no puede ni afirmar ni negar: la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. En este mundo bondad y felicidad no siempre van unidas, pero la moralidad exige esta unión, que solo puede darse en otro mundo distinto a este y garantizada por un ser supremo.

Video sobre Kant.
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