miércoles, 3 de enero de 2018

Kant: la crítica de la razón (teórica)

Apuntes mínimos de Historia de la Filosofía, capítulo 19






Conviene no olvidar que, a pesar del alcance de la reflexión kantiana sobre el conocimiento, el problema que da origen a esta reflexión es extremadamente sencillo y concreto: ¿es posible la metafísica como ciencia? Para responder a esta pregunta, Kant parte del supuesto de que existen conocimientos indiscutiblemente científicos, como la física y las matemáticas, y que estos conocimientos se ajustan a unas condiciones puestas por la propia razón. ¿Cumple la metafísica estas condiciones? Eso es lo que se trata de averiguar.
Publicada en 1781, Crítica de la razón pura contiene la gnoseología kantiana
La ciencia es conocimiento universal y necesario. Pero decir “necesario” es decir “a priori” (independiente de la experiencia), ya que esta, la experiencia, solo me dice que algo es, no que algo debe ser. Toda ciencia debe tener, al menos, una parte a priori. Kant se sitúa entre el dogmatismo racionalista y el escepticismo empirista mostrando el conocimiento como el resultado de una forma a priori, puesta por el sujeto, y una materia que procede de la experiencia. En Kant lo a priori no es, como en Hume, una simple relación de ideas (conocimiento que Kant prefiere bautizar como “analítico”: un juicio en que el predicado está incluido en el sujeto), sino verdaderamente informativo (“sintético”: el predicado amplía el significado del sujeto). Podemos comprobar la presencia de juicios sintéticos a priori en las ciencias ya constituidas: la matemática (aritmética y geometría) toma como objeto de estudio la forma a priori de la sensibilidad, las intuiciones puras de espacio y tiempo, por lo que se trata de una ciencia enteramente a priori (Estética trascendental); por su parte, la ciencia natural o física consta también de una serie de conceptos y principios a priori, pero estos conceptos deben “llenarse” o adquirir significado con ejemplos tomados de la experiencia (intuiciones sensibles). Así ocurre con el concepto de “causa”: se trata de un concepto a priori, y no (como piensa Hume) tomado de la experiencia, pero su función no es otra que enlazar fenómenos o hechos experimentables (Analítica trascendental).
Por tanto, Hume no tiene razón en lo que se refiere al origen del concepto de “causa” (y, en general, de todos los conceptos puros del entendimiento), pero sí la tiene en lo que se refiere a la aplicación de dicho concepto: solo adquiere significado al aplicarse a intuiciones sensibles, ya que “los conceptos sin intuición son vacíos”. Cuando la razón trata de ir más allá de la experiencia “cae en meras incomprensibilidades y contradicciones consigo misma”: es lo que muestra Kant en la Dialéctica trascendental. La razón teórica solo alcanza el fenómeno y debe renunciar a conocer lo que queda más allá, el noúmeno o cosa en sí. La metafísica, entendiendo por tal el uso de conceptos a priori más allá de la experiencia, es una pseudociencia.
¿Por qué, entonces, la mente se enreda en razonamientos metafísicos que o bien no llevan a conclusión alguna, o bien llevan a conclusiones contradictorias? Se trata de una tendencia inevitable, ya que la razón contiene también formas a priori (las llamadas ideas puras) que, aunque no proporcionan conocimientos, sí ofrecen un ideal de unidad para los conocimientos ya poseídos: así, organizamos todos los conocimientos procedentes de la experiencia externa como si con ellos nos refiriéramos a un único objeto, al que llamamos mundo; lo mismo hacemos con la experiencia interna, que referimos a una unidad entendida como alma o yo; y, finalmente, podemos entender la máxima unidad posible como un único ser que contiene en sí toda la realidad existente, al cual llamamos Dios.
La razón teórica o científica debe limitarse al conocimiento de los fenómenos y no puede asegurar la realidad de nada situado más allá de la experiencia; sin embargo, al reconocer sus límites puede asegurar la posibilidad de lo que queda más allá de esos límites (lo suprasensible). Este “espacio vacío”, como Kant lo llama, podrá ser llenado por la razón práctica. Pero también el uso legítimo de la razón práctica está sujeto a una condición: debe limitarse a lo que necesita para este uso práctico, como “fe racional” que proporciona razones para actuar, y no pretender nunca hacer ciencia de aquello mismo sobre lo que no es posible ciencia alguna.

Video sobre Kant.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Añade un comentario